En lugar de aparecer con trajes de béisbol. Joel volvió con dos gorras de béisbol diminutas del equipo de Red Sox.
Julieta había elegido unos cuantos vestidos, pero ni eran cursis ni estaban llenos de lazos y, técnicamente, ni siquiera eran rosas, sino color melocotón. Mientras pagaban.
Julieta le contó entusiasmada a la cajera que acababan de enterarse de que iban a tener gemelas.— ¿Y ya saben qué nombres ponerles?
— No, aún no —contesto Julieta mirando a Joel—. Ni siquiera hemos hablado de ello.
Aquella noche Joel le comunicó a Julieta que cenarían en el comedor. Ella se levantó de la siesta y se vistió. Siempre habían cenado en el dormitorio o en la cocina, de modo que aquello era una novedad.
Joel la esperó al pie de las escaleras, sonriendo y ofreciéndole la mano.— Muy guapa, aunque supongo que necesitarás un vestuario nuevo.
— Solo pantalones de chándal, según Finn. Tú también estás muy guapo.
— Pensé que debíamos celebrarlo —explicó Joel—. Saber que son niñas parece que lo hace aún más real.
— Sí, es cierto —contestó Julieta admirando la mesa que Finn había preparado, con candelabros, y la chimenea encendida—. Me siento decadente, cuando alguien me sirve la cena así.
— Yo ya lo he superado —rió Joel—. ¿Te gusta cómo cocina Finn? Si prefieres preparar la comida tú, puedo pedirle que...
— ¡No, cielos! —sonrió Julieta—. Créeme, jamás desearías que cocine yo. ¿Por qué crees que salía siempre a comer fuera, cuando vivía sola?
— Ah, en ese caso seguiremos tal y como hasta ahora. A Finn le encanta cocinar. Si dice lo contrario, es que miente.
— Creo que está tan entusiasmado con la idea de tener bebés como nosotros.
— Y hablando de bebés... —Joel se puso en pie para alcanzar un viejo y polvoriento libro y volver después a la mesa. Apartó el plato de Julieta y lo dejó delante de ella—. El otro día, cuando traje esas tres cajas del trastero de tu casa, una de ellas se rompió por el fondo. Al ir a recogerlo, esto me llamó la atención.
Julieta observó el libro. Era una Biblia, evidentemente muy antigua. Acarició su cubierta y preguntó:
— ¿Has estado hojeándola?
— Sí, lo siento. Sentí curiosidad. Pero encontré una cosa muy interesante.
Julieta abrió el libro. En la primera página. Escrito a mano con letra elegante, figuraba el nombre de su abuela de soltera.
Joel pasó una página y ella leyó una inscripción. Estaba escrita con la misma letra:— “Para Ellen Kahleen Sheehan Forest , en ocasión de su primera Comunión”. Me pregunto si será la letra de mi abuela —dijo Julieta embargada de emociones contradictorias.
Los recuerdos de su abuela estaban teñidos de miedo, de respeto, de resentimiento.
Su abuela siempre había hablado con dureza, con ira, con desaprobación.
Si Ellen Sheehan Forest había querido alguna vez a su nieta bastarda, tal y como la había llamado en una ocasión, sus sentimientos desde luego estaban enterrados en lo más hondo de su corazón.
Tanto, que Julieta jamás había podido activarlos. Pero Julieta jamás dejaría que nadie llamara así a sus hijos. Se sentirían queridos. Se prometió.— ¿Sabes? Creo que mi abuela me detestaba.
— Julieta, yo...
— No, Joel, estoy convencida de ello. Tú creciste en el seno de una familia llena de amor, y no te das cuenta de lo que significa convivir con una mujer como ella. Tenía una forma de ser muy extraña. Mi madre y mi abuelo eran como sombras Apenas recuerdo nada de mi madre. ¿No te parece triste?
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[[ UN HIJO TUYO]]JOEL PIMENTEL //
CasualeSi alguien le hubiera dicho a Joel Pimentel que acabaría casándose con Julieta ,su mejor amiga y la mujer de sus sueños más secretos y que estarían esperando gemelos,jamás lo habría creído. Pero ni siquiera en sus sueños más salvajes se le habría...