Capítulo 21// Celos y Dolor

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A las veinticuatro semanas de embarazo, la tercera ecografía confirmó que los bebés estaban bien.

Para primeros de septiembre Julieta estaba de treinta y dos semanas, y todo seguía igual.

- Mañana me toca ir al médico otra vez -le recordó Julieta a Joel.

Tras aquella extraña noche, las cosas entre ambos iban bien, aunque de vez en cuando Julieta se sentía frustrada ante la distancia emocional que Joel parecía decidido a imponer entre los dos. Físicamente su relación seguía siendo apasionada, pero Julieta notaba algo... algo que ni siquiera sabía definir. Y estaba segura de que no era solo producto de su imaginación.

- Sí, lo sé -sonrió Joel levantando apenas la cabeza del periódico-. Lo tengo apuntado en mi agenda. Volveré a casa y te acompañaré. Creo que este fin de semana deberíamos terminar de preparar el cuarto de las niñas. Ya sé que todo va bien, pero es mejor estar preparados, por si se adelanta el parto -añadió Joel doblando el periódico y dejándolo sobre la mesa.

- Pero si el parto se adelanta -advirtió Julieta seria-, los bebés no podrán volver a casa inmediatamente.

- No seas pesimista -comentó Joel poniéndose en pie y acercándose a Julieta, sentada, leyendo.

Joel la tomó por los codos y la hizo levantarse para estrecharla en sus brazos. Sin embargo no buscó su boca como lo hacía antes, constantemente. Fuera de la cama, Joel evitaba la intimidad entre los dos.

Según los médicos, los bebés estaban sanos y crecían con normalidad. Eso era bueno para ellos, pero no tanto para Julieta, que se sentía como una ballena. Le resultaba imposible ponerse calcetines o abrocharse los zapatos, y se cansaba solo con subir unas escaleras.

- Ojalá las próximas semanas pasaran rápidamente -comentó Julieta apoyando la cabeza sobre el hombro de Joel-. Estoy cansada de sentirme fea y gorda. Estoy cansada de que me duela la espalda y de que se me hinchen los pies. Y estoy cansada de estar cansada.

- Lo sé -contestó Joel acariciándole la espalda-. Pronto pasará, y volverás a ser la misma.

- ¿Y eso te hará feliz?

- Me alegraré por ti, pero yo te encuentro preciosa, tal y como estás -contestó Joel poniendo un dedo bajo su barbilla y alzando su rostro para mirarla a los ojos-. Siempre me has parecido guapa, Julieta . No hay un solo día, desde que tenías trece años, que no consiguieras arrebatarme el aliento.

Julieta sintió que el corazón se le paraba, ante la sinceridad de aquella confesión. ¿Le estaba diciendo Joel que la amaba, o simplemente que siempre lo había excitado?

- ¿Y por qué no me dijiste nunca nada?

- Estabas con ese futbolista -contestó Joel tras hacer un gesto despreciativo, apartándose de ella-. ¿Qué posibilidades habría tenido?

- No... no lo sé -dijo Julieta con sinceridad, feliz y al mismo tiempo... molesta. No, molesta no era la palabra, pero tampoco enfadada. En realidad se sentía dolida-. ¿Entonces tú...?

- Joel-la interrumpió Finn abriendo la puerta.

Ambos se volvieron hacia él-. Disculpadme. Hay unas cuantas cosas que quiero que revises, Joel. Las saqué ayer del armario, al hacer limpieza. Puede que haya algo que quieras guardar.

- Bien -dijo Joel dirigiéndose a Julieta -. ¿Quieres venir a revisarlo conmigo?

Julieta asintió, comprendiendo que el instante de sinceridad había pasado y que no volvería a surgir otro, mientras ella no le revelara sus sentimientos y apostara por que había algo más que cariño, atracción y recuerdos entre los dos. Ambos siguieron a Finn hasta el pequeño comedor informal junto a la cocina, donde el mayordomo había dejado varias cajas. -Lo que no quieras dejalo ahí, yo me ocuparé -dijo Finn dejándolos solos.

[[ UN HIJO TUYO]]JOEL PIMENTEL //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora