Capitulo 23//El eco de un antiguo dolor

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- ¿A dónde? ¿A dónde irás? -preguntó Joel luchando de pronto por su matrimonio, por su vida.

- Voy a quedarme en el Hilton durante tres días. Luego volveré a mi apartamento.

- ¿Tu apartamento? Creía que el contrato vencía este mes.

- Lo renové.

Había renovado el contrato. Aquellas palabras permanecieron sin sentido para Joel durante no instantes. Después, comprendiendo de pronto lo que significaban, toda la esperanza que aún le quedaba se desvaneció. Julieta no acababa de tomar una decisión, hacía solo dos horas que había salido del banco. Lo cual significaba que...

- Jamás pensaste permanecer en mi casa, casada conmigo, ¿verdad?-preguntó Joel tratando de tragarse el intenso dolor de su pecho-. Fue solo una decisión temporal para... ¿para qué? Si no era por dinero, entonces, ¿para qué?

- Creí que funcionaría -contestó Julieta volviendo a sentarse en la cama, enlazando las manos bajo el vientre y mirando por primera vez a Joel a los ojos con tristeza-. Teníamos una profunda amistad, y estaba segura de que entre nosotros habría pasión, tal y como tú dijiste... Pero no puedo seguir viviendo así, Joel -explicó volviendo a ponerse en pie dirigiéndose a la ventana-. No me basta. Jamás soñé con tener un matrimonio y una familia de verdad, pero tú me has hecho desearlo y... -Julieta sacudió la cabeza luego la levantó para mirar el techo. Estaba a punto de llorar-. No puedo competir con un fantasma. Yo nunca seré Wendy. Y si alguna vez encuentras a alguien que pueda darte lo que te daba ella, no quiero estar aquí para verlo. No quiero ser un obstáculo en tu camino. No lo soportaría.

Joel la miró atónito. ¿Estaba diciendo lo que creía, lo que esperaba, lo que rogaba que dijera?

- Julieta... -dijo dando un paso hacia ella.

- No -lo detuvo ella con un gesto del brazo. Joel se paró-. No. Compartiremos a las niñas, te lo prometo. No iré a ninguna parte, ni te negaré tiempo para estar con ellas. Estarás tanto como yo. Podrás...

- ¡Julieta ! -dijo casi a gritos Joel, una vez más. En dos pasos estuvo a su lado: el corazón le latía frenéticamente en el pecho. Con dedos temblorosos la agarró de los hombros y la obligó a darse la vuelta. Julieta estaba llorando.
Joel se sintió terriblemente herido al comprobarlo, pero la esperanza y la alegría crecían con fuerza en su interior-. Julieta.. ¿estás diciendo que...? -Joel respiró hondo. Si se equivocaba, si no era cierto lo que había creído entender, todo su mundo, toda su vida habría acabado-... ¿me quieres?

Lo ojos de Julieta eran como dos pozos profundos de esmeraldas, brillantes a causa de las lágrimas.
Julieta asintió. Joel no podía creerlo. Exhaló el aire retenido, que ni siquiera sabía estuviera conteniendo, y contestó:

- ¿Sabes cuánto tiempo llevo amándote yo? ¿Sabes cuantos años llevo deseándote?

Julieta se quedó mirándolo a los ojos, hipnotizada por la intensidad de sus ojos, sosteniendo su mirada,

- Tú... ¿me amas?

- Te amo. Te he amado siempre -repitió Joel sacudiéndola muy suavemente.

- Pero jamás me dijiste... -insistió Joel. incapaz de creerlo.

- Jamás mostraste interés en escucharme -explicó Joel con calma, con el eco de un antiguo dolor en su voz.

- Pero cuando volví a Boston tú ya te habías casado. Aquello me dejó... atónita. Y dolida...

- Me había rendido. Cuando te marchaste a Alabama, comprendí que no tenía ninguna posibilidad. Entonces conocí a Wendy y...

- No -se apresuró Julieta a alzar una mano y tapar su boca-. Lo comprendo. Jamás esperé ocupar su lugar.

- No, jamás podrías ocupar su lugar -confirmó el. Aquellas palabras se retorcieron en el corazón de Julieta como un cuchillo profundo en una herida. Julieta bajó la cabeza. Pero podía soportarlo,Joel acababa de decir que a ella también la amaba-. Pero eso es porque tú siempre ocupaste la mayor parte de mi corazón, desde mucho antes de que conociera a Wendy. A ella la quería -añadió Joel bajando el tono de voz-, pero siempre hubo una parte de mí que lamentaba que no fueras tú.

Julieta sintió tal shock que casi se tambaleó.
Joel se alarmó, así que la llevó a la cama y la hizo sentarse, tomando asiento a su lacio y rodeándola con un brazo.

- ¿Te encuentras bien?

Julieta asintió. Alzó una mano y tocó su mejilla, cerrando los ojos y sintiendo el placer de su cálida piel.

- Durante todos estos meses no deseaba sino que me amaras -susurró ella-. Y ahora... me amas- sacudió la cabeza.- Pellízcame, esto es un sueño.

- Se me ocurren muchas cosas que me gustaría hacerte, pero pellizcarte no es una de ellas-rió Joel aliviado, girando la cabeza hacia su mano y besando la palma-. Dios, amo. Te he amado siempre, creo. Dímelo -rogó Joel alzando la cabeza hacia ella.

- Te amo -dijo ella en voz baja y profunda, inclinándose hacia él y ofreciéndole la boca para que la besara.

Joel la atrajo hacia sí, con una mano sobre la espalda y la otra sobre el vientre. Suave, tiernamente, tomó sus labios en un beso tan dulce que le arrancó lágrimas Julieta.

- Debo de ser el hombre más afortunado de este mundo.

- Y yo la mujer más afortunada.

- Entonces, ¿significa eso que vas a reconsiderar la idea de mudarte?

- Lamento no haber confiado en ti. Supongo que... me cuesta dejar a un lado mi independencia.

- Porque nunca pudiste confiar ni depender de nadie -dijo él-. Pero te prometo que yo siempre estaré aquí, siempre que me necesites. Si no quieres mi dinero, no importa. Si lo quieres todo, también Ahora somos uno solo, en todos los sentidos en los que importa.

Julieta sentía exactamente lo mismo. Sonrió, dibujando la silueta de los labios de Joel con un dedo, y dijo:

- En realidad, pronto seremos cuatro. ¿No te da miedo?

- En absoluto -sacudió él la cabeza-. No, ahora que sé que estaremos juntos.

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[[ UN HIJO TUYO]]JOEL PIMENTEL //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora