Capítulo 7

572 77 46
                                    

"Un conejito come pasto y le gusta tanto que mueve las orejas así así las mueve así". Era la canción que repetía una y otra vez el pequeño Taylor trepado en la espalda de su amigo Brian. Su voz cantarina y melodiosa era acompañada de tarareos emitidos  por parte  del ruloso que al escucharla tantas veces se le pegó.

Dinámico y dulce a la vez, palabras que podían describir justo ese momento que era disfrutado por el rubio. Balanceando sus piernitas no paraba de cantar, la calidez y el aroma que desprendía Brian era tan tranquilizante que sentía que en cualquier momento se quedaría dormido allí. Sin embargo, un movimiento detrás de uno de los arbustos por donde pasaron se movió causando a ambos amigos temor a que sean atrapados.

Brian agudizó su vista tratando de visualizar que bicho raro era el que los seguía hace rato. Por el contrario, Roger de miedo se escondió mejor detrás de su compañero.

–No es nada, andando– habló Brian firme acomodando a Roger en su espalda dando un pequeño brinco, pero el niño por su actitud curiosa y extrovertida saltó de sus brazos cayendo directamente al piso. Corrió tras los matorrales y una risa se escuchó segundos después.

–¡Mira Brian! ¡Es el conejo! ¡El conejito nos ha seguido!– gritó con emoción tomando a la criatura en sus brazos– Es muy suave, ¿Así que te gustó mi canción eh?– le habló al animal peludo qué curioso como él empezó a agitar su nariz y bigotes, pues el niño desprendía un olor peculiar.

Brian que estaba abandonado atrás hace unos minutos por su travieso amigo veía la escena a la lejanía. Bufó pues no quería ir con él, sus padres los esperaban o podrían estar preocupados. Además, al poder percibir un aroma leve lo hizo sentirse mareado, pero las insistentes señas de Roger para que se acercara logró que aceptara.

–Roger vamos tus padres deben...

–Si si si, no me lo tienes que repetir muchas veces ¡Ya entendí!– dijo el niño concentrado en acariciarle la cabeza del conejo. Él y el animal ya estaban tirados en el césped.

–Si ya entendiste entonces levántate, vámonos– ordenó casi jalando la chaqueta al ver que no le prestaba atención, pues su mirada estaba puesta solo en el animal.

–¡Déjame disfrutar está libertad momentánea con mi nuevo amigo conejo!– le reclamó, apartándose de él– Es bien lindo, mira esas orejitas come se mueven de seguro ya comió pasto, por eso está feliz.

Brian rodó los ojos ante el comentario. Era difícil poder describir lo que sentía en ese momento. ¿Acaso quería que su atención se enfocara solo en él? ¿Instinto de posesividad, tal vez? Sus mejillas y orejas se tiñeron rosadas, pero trató de actua casual.

–¿Si ya comió pasto? Quizá el que quiero comerlo eres tú– dijo Brian, según él de manera graciosa, pero Roger no vio la gracia ya que apenas lo escuchó con sus manos tapó las orejas del conejo que sin entender lo que pasaba miraba a la nada y movía su hocico.

–¡No digas eso! ¡No vez que te puede escuchar! No le hagas caso amigo conejo que Brian a veces es un poco... bueno ya tú debes saber porque vives en su casa– habló Roger al animal– Sí, lo conozco bien es divertido solo que su lado renegón sale a la luz cuando no tiene lo que quiere– hizo una voz para el conejo, como si este hablara.

Brian no pudo evitar lanzar una sonrisa ante tan ocurrencia de su amigo la cual recibió respuesta por parte de Roger con otra sonrisa aún más viva blanquecina mostrando uno que otro agujero entre sus dientes. Brian rió aún más, pero entró en razón.

–Ya déjalo tiene que ir con su familia a menos que te lo quieras llevar.

–Ya quisiera, pero a mis papás no les gustan los animales– dijo decaido.

Promise me [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora