Pasaron los meses, y como se prometió, Roger dejó de lado las tristezas. No se recuperó de inmediato pues todo lo acontecido era complicado superar, dolía en lo más profundo de su ser, las lágrimas caían de la nada, Brian había sido parte de su vida desde que tiene memoria y que lo alejase después de tiempo algo en él quería, a pesar de sus advertencias, permanecer junto a él al menos en sus pensamientos.
Su padre de a poco lo animó a que se reincorporara de la cama donde siempre lo encontraba iniciando una tarde cuando descansaba después de ocuparse de la casa y de Usiel. Ese día Michael llegó temprano a casa generando que el joven rubio se preocupara pues se imaginó lo que hubiera pasado si hubiese llegado cuando estaba en el teatro. Sin embargo, justo cuando sus pensamientos iban a divagar en hechos que no habían ocurrido, vio que traía en sus manos una pequeña bolsa.
Michael le entregó la bolsa y Roger al darse cuenta de lo qué contenía, un golpe en el pecho lo acompañó al notar que había una cajita llena de pastillas supresoras.
En realidad el celo no le había llegado desde que Usiel nació, y nunca le hizo saber, consideraba que su padre tenía muchos problemas para estar perturbando con más, sonriendo por lo bajo agradeció notando el amor que siempre él le había tenido a pesar de no demostrarlo todos los días. Esa tarde, Michael no dijo nada, le alcanzó un vaso con agua y unas galletas, sentándose a su lado.
Otra mañana, lo llevó a un parque con abundantes arbustos, lugar que no sabía que existía a los alrededores. Estaba alejado de las demás casas, pero fue apto para pasar un momento a solas acompañados como siempre del pequeño Usiel, momento que fue oportunidad para que Michael conociera el nombre que su hijo decidió, al escucharlo por primera vez cargó a la criatura meciéndolo de arriba hacia abajo, reían "Así que te llamas Usiel".
No esperaba nada más.
Sí, disfrutó estar más cerca de su hijo esos meses donde cada salida y paseo se volvieron diarios así como la sensación de querer protegerlo aumentó. Soñaba que durara más la paz que había encontrado, pero una persona quebró todo. Ana, su suegra, señaló que movería cielo y tierra para encontrar a Roger y llevárselo. Las llamadas fueron tan constantes que fue uno de los motivos por el cual no quería dejarlo en ningún momento solo.
Sin pensarlo, al haber vivido tranquilidad y visto la felicidad de su hijo se opuso rotundamente, haciendo caso omiso a los sobornos que recibía como trabajos, dinero e incluso una buena escuela para el pequeño omega.
Estrés, era lo que esa mujer generaba en Michael que a veces se cuestionaba el por qué de su desesperación. Tenía todo el dinero del mundo, ¿Por qué quitarle hasta su propio hijo? Entendía que era su nieto, pero no tenía el derecho de llegar a ese punto como si fuera un simple objeto.
-De ahora en adelante me acompañarás al trabajo, empezando desde hoy, no hace falta que te alistes, al parecer ya lo estás, vamos.
Roger lo miró con sorpresa, no entendía por qué de repente su padre quería que vaya con él. Se encontraba limpiando la mesa después del desayuno, resignándose arrugó el trapo entre sus manos, ¿Justo ahora cuando se había dispuesto a volver al trabajo?
-¿Acompañarte? Aún tengo muchos deberes por hacer, no creo que sea posible.
-Regresando limpiaremos los dos, te espero en el auto no me hagas perder tiempo que mi decisión no cambiará.
-Pero, Usiel ¿Quién lo cuidará? Tengo que quedarme en casa o será un problema si voy...
-Lo dudo, he pedido permiso para llevarlos por un tiempo, estarán en mi oficina, no molestarán a nadie. Date prisa, es más te espero aquí hasta que salgas con el niño.
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Promise me [Maylor]
Romans"Lo único que permanece es la promesa que hicimos, la cual hace eco aún en mi mente"