Capítulo 14

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Era como si la noche fuera eterna. No sabía exactamente dónde sería su destino. Estaba ansioso moviendo los dedos de las manos sin poder dormir. Sus ojos azules, la piel blanca marcada con diminutas pecas apenas visibles bajo el color cielo buscando descansar sin lograrlo, se mantenían abiertos ante las calles vacías y el silencio profundo de la oscuridad.

Pronto tras estar atento todo lo largo que fue el camino, se sobresaltó de su asiento. Vio por la ventana casas conocidas, árboles y plantas por las cuales fueron parte de su corta vida allí. Luego fue testigo de un parque limpio, parque que lo vio crecer y disfrutar de la vida. No dudó en apartar sus ojos de allí pues los recuerdos volvían. Parpadeó y abrió la mirada no supo si fue parte de su imaginación, se vio asimismo como sonreía con sus demás amigos corriendo, sin preocupaciones. La esencia de ellos quedaría allí, un pedazo del alma de cada uno. Cuando es niño¿De qué tiene que preocuparse?

Luego, todo se detuvo como si lo fuera el tiempo también. ¿Fue su destino, dónde empezaron?.

Roger escuchó el llamado de su padre, borrando sus pensamientos, últimamente le gustaba la idea de permanecer ahí, todo se veía perfecto y equilibrado. Sin embargo, no era como si fuera la vida real, tenía que continuar.

Sacando sus pies descalzos del vehículo pisó el frío suelo. Se estremeció a tal sensación. Cerró la puerta del auto y al girarse, su papá le dejó un par de zapatos. Asimismo, le extendió la mano, Roger acepto y tomó la suya. Su padre estaba tan callado, un silencio que asustaba.

El rubio apretó la mano de su padre al estar de pie frente a la gran mansión que alguna fue llamada hogar. ¿Por qué otra vez aquí? ¿Acaso no fue un lugar lleno de peleas y rencores?

–Espera un momento aquí, buscaré las llaves–dijo por fin, serio, seguro llendo hacia la maletera.

–Esta bien, no me moveré– respondió Roger, vio su casa, abandonada, los jardines esperando ser regados y las luces esperando ser escendidas. Se giró del lugar de donde estaba y al frente estaba aquella casa donde visitó y jugó cuando niño. "¿Aún vivirás allí, aún estás esperándome? Porque aquí estoy" Casa donde amó y gozó a que el amor fuera mutuo. Todo está igual, pero al saber que estás tan cerca todo es diferente.

Quería moverse, no podía. Quería correr.

–Vamos, deja de estar pensativo o puedes perderte– dijo Michael interrumpiendolo  viendo como su hijo reaccionó saliendo de lo más profundo–Ven, no te separes de mí.

Roger asintió sin necesidad de hablar, siendo halado por su padre, al ingresar. Abrieron paso recorriendo todo el camino del jardín hasta la puerta de su casa. Entraron, todo estaba allí resguardando ser recordado. Las pinturas cubiertas por telas, los muebles envueltos en plástico y así mismo por telas. Todo estaba exactamente dónde lo habían dejado.

Su padre soltó su mano una vez adentro, extrañando su calidez. Sin decir algo se dirigió a su oficina antigua. Roger aprovechó ese momento para subir a la segunda planta donde estaba su habitación antigua. Giró la perilla e inmediatamente el olor a guardado se adueñó de su olfato. Viviría otra vez aquí no cabía duda. Tenía que acostumbrarse aunque no sería necesario pues ese lugar fue casi como su cuna.

Era extraño la sensación de ausencia pues la persona que siempre lo acompañó y amó con todo su ser siempre venía aquí. Lo arrullaba, consolaba, pero especialmente lo hacía sonreír. Suspiró. Fue hacia la ventana para no llorar, abriéndola. La briza era totalmente diferente, aunque sonaba raro.

No supo los minutos los cuales se perdió en sí mismo. Reaccionó y bajo en busca de su padre.

–¡Papá! ¡Dónde estás!– gritó al no encontrarlo en la oficina donde lo había visto ir. Con los pasos desenfrenados fue hacia la cocina y al comedor. Arduo trabajo, se cansó de correr. Se agitó de repente–¡Papá!

Promise me [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora