Capítulo 11

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Sentado con la mano en la sien, despeinado y con una botella de alcohol esa misma noche Michael pasaba la peor de sus noches. Sabía muy bien como se pondría su esposa, sabía que tenía en parte la culpa al solo recordar pasados mediocres que nunca cambiaría nada. Se sirvió otro vaso. Estaba fatal, su cabeza le retumbaba peor que cuando estaba en el bar, pero por fortuna esta sensación lo hacía olvidarse de lo que ocurrió momentos antes.

Ya iba por la segunda botella tras estar sentado por casi una hora. La oscuridad nocturna de la casa y del comedor donde se encontraba  dificultaban peor aún su visión y los sonidos de golpes en su cabeza no le permitía percibir si alguien se acercaba. Ya era aproximadamente las nueve de la noche, los sirvientes de la casa ya habían acabado con su trabajo por ende algunos ya se habían retirado, pero otros que se quedaban cama adentro,  los que se encargaban del cuidado de su hijo, ya estaban acostándose. 

Colocó su torso sobre la mesa no debía preocuparse de su actitud vergonzosa pues no había nadie que lo viera o al menos eso creía él. Los pasos de los tacos de una mujer se acercaron. Michael al escucharlos se alarmó y se reincorporó tallándose los ojos para aclarar su visión. 

− Asi que ya llegaste. Ya era hora− dijo la mujer mayor acercándose, sentándose en uno de los asientos del comedor, claramente para poder hablar con él, pero no estaba de animos− Haz dejado a mi hija prácticamente sola estos últimos días. ¿Todavía quieres que me crea que enserio estás haciendo tu trabajo?

−Señora, no quiero discutir con usted por favor retírese− habló tratando de enfocar su vista  a la dama que en ese preciso instante estaba con unos anteojos colocados como si recién hubiese acabado con su trabajo.

−No me trate de evitar, he visto a mi hija preocupada y angustiada con el niño y tu solo te dedicas a lo que ahora llamas trabajar. 

− Cállese. No empiece a inventar cosas y a difamarme. Yo sé muy lo que hago con mi hijo y con mi esposa no se meta.

Los labios de la mujer se curvaron en una sonrisa socarrona y lo miró fijamente.

−Todo esto no me lo estoy inventando, yo solo te estoy diciendo lo que veo y al parecer las cosas entre tu mi hija no andan nada bien. Yo te lo advertí desde un principio, no quiero que le hagas daño o estaría de entrometida hasta sacar lo más mínimo de ti.

−Y no lo estoy haciendo ¿Por qué ha venido? Vaya a encargarse de sus asuntos ya le dije no se entrometa.

− ¡¿Que no me entrometa?! lo dices cómo si supieras todo lo que está pasando, pero como el hombre solo se dedica a trabajar no quiere saber nada de lo que le sucede a su pequeño.

−¿Qué?− Iba ya a retirarse cuando lo último dicho por su suegra le hizo girarse− ¿A qué quiere llegar con todo esto?

−No lo sé, me acaba de decir que no me meta en sus asuntos y como vez no lo haré− dijo aguantando la risa− Me iré a seguir trabajando con lo que tu deberías estar haciendo en vez de estar aquí de borracho, por algo te he dado la compañía.

−¡No me hable así no tiene el derecho de...

−Le recuerdo que está en mi casa y le puedo hablar como quiero y por favor antes de irse a dormir, limpie este desastre. Buenas noches− finalizó dirigiéndose a su oficina con sus exagerados sonidos de tacón. Se veía satisfecha de lograr su objetivo pues al voltear su mirada vio a Michael estático al parecer pensando sobre lo que había dicho.

El hombre como pudo llegó a su habitación y al tan solo de prender las luces su visión se vio dolorida. Se sentó al borde de la cama apretando una de su puños y como si las uñas se clavasen en su piel la sangre empezó a escurrir al parecer de una abertura. Se quejó del dolor al ver la palma de su mano llena de sangre.

Promise me [Maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora