Capítulo 7

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Julio 2016

Una extraña sensación se encuentra alojada en la boca de mi estómago, algo parecido a la ansiedad, inhalo y exhalo un par de veces intentando desaparecerla, pero es en vano.

Me encuentro en mi habitación, sentada en una esquina de mi cama, con lágrimas traicioneras saliendo de mis ojos con el corazón lleno de temor y la mente hecha un lío.

El miedo es una emoción natural del ser humano, cada ser humano la desarrolla a su manera, algunos la desarrollan en gran manera otros parecen carecer de ella, quisiera tener ese tipo de carencia más sin embargo no la tengo, todo lo contrario, soy la personificación pura de la cobardía.

Mi madre dice que los miedos solo están en nuestra mente y sé que tiene razón, pero por más que ordeno a mi mente no alojar a ese molesto inquilino llamado miedo esta no me obedece dejándolo permanentemente.

—Nela ¿Estas bien? —Pregunta Isa sorprendiéndome.

¿En qué momento entro?

—No lo estoy —Respondo.

Apoyo mi espalda en la cama y cierro mis ojos fuertemente intentando parar las lágrimas.

—Lo siento Nela —Se disculpa triste.

—No tienes por qué sentirlo, en realidad no es el fin del mundo ¿Verdad? —Exclamo ofreciéndole una suave sonrisa parecida más a una mueca.

Ella no tiene la culpa de nada, la única culpable es mi cobardía que no me deja ser una persona normal, no, solo soy una niña llena de miedos e inseguridades.

—Se que te da miedo, pero realmente mamá tiene razón debes enfrentarlo no es normal que te de miedo algo tan ordinario como eso —Suelta bruscamente.

Y vaya que dolió. ¿Ordinario? Si es cierto, es algo ordinario y es muy tonto que me cause tanto terror, pero lo causa y me duele el hecho de que justamente ella no lo comprenda.

—Vete —Ordeno sorprendiéndola.

Ella se percata de lo que acaba de decir así que solo asiente y sale de la habitación.

Es cierto, mis miedos no son normales, pero ¿Quién dijo que debían serlo? Le tengo miedo a lo desconocido, le tengo miedo a las personas, le tengo miedo a cosas tan triviales como salir a sacar la basura.

Cierro fuertemente mis ojos intentando así tener un poco de fuerzas de voluntad, me levanto en cuanto me invaden unos segundos de valentía y me apresuro a colocar algo de ropa decente, ato mi cabello intentando estar lo más presentable posible.

Salgo del cuarto y bajo las escaleras tomándome mi tiempo, meditando en cada escalón mientras lo hago la ansiedad va creciendo nuevamente en mí.

Observo a mamá enojada sentada en el sofá e Isa junto a ella intentando calmarla, ruedo mis ojos ante tal escena, me molesta que no me comprendan, no es que a mí me guste ser así, ser extraña, sentirme como me siento ¿Por qué no pueden comprenderme?

Voy directo al lavandero detrás de la escalera y tomo la basura, paso por un lado de ellas al caminar hacia la puerta, mi orgullo no me deja mostrarme nuevamente débil ante ellas y eso ayuda a que se incremente un poco la valentía recién adquirida.

La brisa fría abraza mi cuerpo haciéndome estremecer una vez salgo de casa, mientras atravieso el patio con la ansiedad apoderada de mi cuerpo, repitiendo en mi mente que no me pasara nada, que estaré bien, que esto es algo trivial y normal, que debo hacerlo.

Una vez en la puerta de la entrada, me detengo unos segundos.

¡Vamos una puerta más!

Repito esa frase en mi mente un par de veces en un pobre intento por animarme a mi misma, sin pensarlo más tomo la manilla de la puerta y la giro abriéndola ante mí, observo el piso de afuera unos segundos más y saco un pie lentamente luego el otro, hasta que estoy totalmente fuera.

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