Capitulo 29

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—¡QUIEN LES DIÓ PERMISO DE VER MIS COSAS! —Grita Max colérico apenas entramos a su habitación.

—Lo-Lo siento Max —Susurro asustada por su actitud.

—¿Estás feliz no hermanito? Al final te has quedado con ella —Brama con sarcasmo a Carlos.

Lo observo desconcertada por toda esta situación y por sus palabras sin sentido.

—Max no digas esas cosas, hemos venido a hablar contigo. Hermano, vente conmigo internemos a mamá —Suplica Carlos con lágrimas bajando por sus mejillas, con sus mejillas sonrosadas y sus ojos cristalinos, causando en mi el deseo de abrazarlo y sacarlo de aquí, de alejarlo de todo el dolor.

—¡NO LA VOY A DEJAR! ¡NO LA VOY A ABANDONAR COMO TÚ HAS HECHO! —Vocifera furioso, molesto hasta la médula, haciendo temblar a Carlos en si sitio, quien está destrozado.

Por mi parte guardo silencio, la actitud de Max me ha dejado muda e impactada. Tengo miedo de decir algo que lo pueda alterar aún más, solo quiero salir de aquí, quiero ir con Isa, con mis amigas, con mi familia, dónde el mayoconfundí es aguantar a Isabella parlotear por horas, no ver a mamá en todo el día por el trabajo o ahora soportar la horrible música de Cristián.

—¡Yo no la he abandonado! —Exclama Carlos alterado pero intentando reprimirse cuánto puede.

—Max, no le digas eso. Debes aceptarlo, tu madre necesita ayuda. ¡Solo mira todo este desastre! —Espeto con tristeza.

El fija su mordaz mirada en mi, obsevandome de una forma nueva, y para nada buena, me observa con odio, con tristeza, con rencor.
«¿Tanta es su fé en su madre, para odiarme por ello?»

—Nadie pidió tu opinión —Declara, rompiendo mi corazón al instante.

Sí bien lo sabía que no debía meterme en sus asuntos, pero que el lo diga, y de ese modo, en ese tono, me hace sentir solo una intrusa en su vida, cuando en la mía yo le he permitido opinar e interferir sin pedir siquiera permiso.

Bajo la mirada sin poder seguir sosteniendo la suya por más tiempo, sintiendo el peso de lo que me ha dicho, sintiendo la amargura en su voz.

—¡No le vuelvas a hablar así! —Me defiende Carlos furioso.

—Vaya, ojalá defendieran con tanto ahínco a nuestra madre como la defiendes a ella —Reclama severo señalandome con desprecio.

«Desprecio. Una palabra que jamás pensé que usaría en referencia Max, o que el sentiría algo así por mi jamás»

No puedo hacer más que llorar, con fuerza, está situación me altera, me pone mal, no me gusta.

Empieza a faltarme el aire de nuevo, siento otra vez esas ganas intensas de solo correr sin parar hasta sentirme segura, las paredes de la habitación de Max parecen venirse en cima de mi, comienzo a respirar con dificultad, tengo miedo y dolor, mucho dolor calando en mi corazón, haciendo que arda.

—¿Nela? ¿Que te pasa? —Inquiere Carlos preocupado en mi dirección.

Coloco la mano en pecho en un vago intento por calmar el ardor, el miedo, la ansiedad.

—Me siento mal Carlos, no puedo respirar —Balbuceo como puedo incapaz de poder hablar correctamente a falta del aire.

Él castaño se acerca mi preocupado, inspecciona mi rostro y en un intento desesperado vuelve a hacer lo mismo de hace un rato, me envuelve en sus brazos con cariño y cuidado. Sin controlarlo ni entenderlo, me calmo.

Pero las lágrimas de confusión empiezan a salir sin permiso, sin duda desde que llegué a este apartamento no he parado de llorar, y comprendo al fin el porque se fue, hasta yo me quiero ir de aquí.

Friends. Toma decisiones que te hagan crecer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora