capitulo 28

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Carlos tiene la mirada fija en la carretera, mantiene sus manos aferradas al volante con fuerza, tanta que sus nudillos adquieren un tono rojizo como el de sus mejillas, intenta manterse calmado frente a mi pero es en vano he notado lo nervioso que está incluso antes de entrar en el auto. Lo noté cuando me llevo a casa a cambiarme, lo noté en su respiración agitada, en los suspiros que lanza a cada rato, en sus mejillas sonrosadas que lo delatan todo el tiempo. Sin embargo, no le digo nada.

Respeto su espacio, además estoy igual de nerviosa que él, solo espero que Max no se niegue a vernos como se ha negado a atendernos las llamadas, y sobre todo que su madre no esté en un mal estado, sino el corazón de Carlos se destrozaría y el mío también al verlo mal y saber que Max sigue en esa situación, negándose a buscar ayuda.

—Llegamos —Enuncia Carlos estacionando el coche.

Asiento algo desconcertada por lo rápido que hemos llegado, o quizás sea que divague por tanto tiempo que no me di cuenta del camino.

Me quito el cinturón de seguridad con toda la calma existente en un intento tonto de así retardar lo que sea que vaya a pasar. Él hace todo lo contrario a mi, toma una respiración honda y se arrebata el cinturón bajando a toda prisa del auto, parpadeo sorprendida por tal arrebato comprendiendo luego que quizás si no lo hacia así podría arrepentirse y manejar de vuelta a casa.

—Vamos —Ordena con suavidad.

Obedezco en silencio sin querer objetar nada más que mi presencia a su espalda siguiendo sus pasos. Al entrar en elevador ya no hace nada por disimular sus nervios, se encuentra agitado y el sudor lo recorre con descaro, incluso con mas descaro que mi escaneo constante, movida por un impulso tomo su mano y el la sostiene con fuerza me da una suave mirada con una especie de sonrisa forzada.

—Todo estará bien —Me sale animarlo, aunque realmente no tengo la menor idea de cómo saldrá todo.

Poseo los mismos miedos que él en este momento, pero verlo tan afectado me lleva a mantenerme fuerte para que se apoye en mi y no se venga abajo.

Y pensar que hace unas horas estábamos riendo con las chicas, aguantando los chiste pésimos de Benjamín y Cristián, escuchando animadamente las anécdotas de Jorge, sorprendiendos con las travesuras de los gemelos, soportando la peculiar personalidad de Saraí con sus temas inoportunos de conversación, deleitándonos de las sonrisas discretas de mamá y la mamá de las Ferrería.

Y ahora estamos aquí, con los nervios a flor de piel a punto de enfrentar al faltante para que muestra felicidad sea completa, sin el nada está completo, sin él muestras sonrisas tienen al final un sabor amargo, sin él nada es igual.

Nos quedamos frente a la puerta del apartamento de su madre unos minutos, quizás midiendo si tocar o solo usar las llaves de su casa.

—¿Y sí no están? Es algo tarde...

Es una posibilidad, sin embargo, por la hora con más razón deberían estar, son las 8pm y no tengo idea si sea cortes o una hora apropiada para una visita, simplemente fuimos movidos por el impulso de querer saber de Max, y de arreglar las cosas con él.

—Con más razón deberían estar —Murmuro nerviosa.

El asiente igual o más nervioso que yo.

—¿Toco o abro de una vez? —Cuestiona dudoso.

—Quizás sea bueno tocar, sino atienden abrimos ¿te parece? —Espeto.

El golpea suavemente sus nudillos en la puerta con los nervios a flor de piel, mi corazón golpetea mi pecho con fuerza en la espera de que abran la puerta.

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