Capitulo 27

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16 de diciembre de 2018.

No tengo que voltear para saber que Isabella sigue dormida, pues la susodicha me tiene rodeada con su pierna y sus ronquidos resuenan en mi oído, aunque no son tan fuertes y molestos como la música tropical que se escucha por toda la habitación, y que tiene vibrando las ventanas de esta, ya me imagino quien puede ser el causante de tal alboroto. «Cristian»

¡Bienvenida nueva familia! Con dos integrantes revoltosos y molestos. No puedo creer que exista una Isabella versión masculina, mucho menos que mi madre se haya casado con él, pero bueno es una realidad que debo aceptar.

«Aunque cuesta un poco»

Apartó sin cuidado la pierna de mi hermana y está gruñe acurrucándose aún más a las sábanas, suelto una risa por lo bajo, sin duda aunque pasen mil años Isabella seguirá teniendo muy malos modales incluso dormida.

Con cuidado de no pisar a las hermanas Ferrería que descansan en un colchón inflable en el suelo a un lado de la cama. Definitivamente somos una causa perdida, pues en lugar de quedarnos cada una en una habitación en una cómoda cama con sábanas de seda que como buena anfitriona insistió Saraí, obliglamos a Benjamin a inflarnos el colchón junto a Carlos, él pobre estaba todo nervioso frente a Valentina quien es evidente desde el primer día quedó cautivado por ella así que accedió de inmediato a cumplir nuestro capricho, por estar juntas incluso en casa ajena.

Lo cómico del asunto fue la forma en que decidimos dónde dormiría cada quien, dejándolo en una competencia justa de piedra papel o tijera. Torres contra Ferrería, al final ganamos evidentemente y nos fuimos a dormir en medio de risas y quejas por parte de Ana.

Entro al baño de la habitación a asearme, una vez termino salgo de esta en dirección a la cocina para buscar algo de comer.

—Pareces un vagabundo —Se burla Carlos a penas me ve.

Me siento junto a él en el largo comedor de la mansión y me recuesto sobre la mesa usando mis brazos de almohada soltando un bostezo.

El sonríe sarcástico.

—Un vagabundo cansado—Agrega.

Sonrio ante su ocurrencia y asiento como puedo sin levantar la cabeza y cierro mis ojos. Sin darle alguna respuesta más que esa, pues la pereza de iniciar una conversación se apodera de mi.

Siento la vibración de la escandalosa música de Cristián y levanto el rostro irritada.

—¡Que música tan horrible! —Exclamo molesta.

Carlos ríe y asiente concordando conmigo.

—Lo es, pero ni se te ocurra mencionar eso frente a Cristian. Al parecer esa música lo pone de buen humor, nos ha hecho el desayuno a todos —Susurra Carlos viendo hacia ambos lados cuidando que Cristian no nos escuche.

El susodicho sale de la cocina silbando con alegría al ritmo de la música tropical, vestido con una de sus típicas camisas extravagantes con muchos colores, y una bermuda color negra que hacen un contraste perfecto en su look logrando que no se vea como un payaso. 

Suelto un suspiro cansado, en algún momento me acostumbrate a su enérgica presencia, así como me acostumbre a Isabella.  Carlos me observa comprensivo pues me conoce lo suficientemente bien para saber cuánto me estresa esa actitud chispeante.

—¡Buenos días querida Nela! —Saluda cantarín.

Sonrio, aunque no crea admitirlo en voz alta Cristian se ha ganado mi aprecio, lo quiero solo un poco, pero un poco nada más.

—Buenos días, Cristian —Devuelvo el saludo afable.

Me acomodo en la mesa conteniendome de estirarme a causa de la pereza para no parecer una mal educada.

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