- Creo que quizá el cielo es como el único lugar que todo el mundo puede admirar al mismo tiempo, cuando la ciudad está sumida en una crisis mundial, quiero decir, ¿lo has pensado? El cielo siempre está ahí, él nunca se va por más tormentoso que sea el tiempo.
Su mirada siempre se quedaba mirando mucho más allá, su mirada no decía más que el silencio que transmitían sus labios. Él era un joven bastante extraño, su seriedad no era tan común para el soñador poeta. Todas las noches conducía lejos para admirar la ciuda desde lo más alto, hasta que todas las avenidas se apagaron nada más para contemplarlo a él, sin razón alguna, sin explicación del por qué. Su mirada siempre estaba puesta en la mirada del muchacho, y soñaba cada noche con el sentir de su mano, soñaba con rimar sus versos en medio de un parque, admirando incluso el más pequeño lucero.
-Pues sí, en efecto. El firmamento siempre ha estado ahí para nosotros.
-Hoy ninguna calle conduce a Roma, y nadie quema Troya por regalar París, incluso la oscuridad del Polo se ha desvanecido, nadie llama desde Madrid al otro lado del occidente, hoy ningún avión vuela y quizá lo único que se queda en el cielo son las estrellas y un manto azul que no se marcha a ningún lugar. Hoy los hospitales son los más visitados, y las sirenas de las ambulancias son los sonidos que reemplazan a los tráficos, hoy por hoy, todas las esperanzas del mundo se unen queriendo un pronto final, queriendo que esta pesadilla acabe.
Hoy todos los cruceros han regresado al puerto, y las olas no encuentran un solo movimiento que interrumpa el paso del tiempo. Ninguna barca conduce por la admirada Venecia, y las calles de Milán han guardado sus telas, las catedrales han cerrado sus puertas, creo que el mundo se ha apagado, los humanos se han escondido, y la naturaleza tan solo regresa al tiempo lo que alguna vez fue suya. Hoy la muerte es la única que viaja por todo el mundo, y quizá, quizá todo esto jamás será contado.
-Eso, eso es bastante profundo.
-Y sabes, quizá el amor en tiempos de cólera es un presagio, quizá el amor en tiempos de peste es tan sólo un mal designio. Creo, que podría soñar con escribirte versos admirando todo lo que alguna vez fue y que jamás será, mientras el amor en tiempos de pandemia se marcha por la misma puerta de atrás y como se vuelve a repetir en unas cuantas décadas más. No sé cuáles son mis intenciones, pero hay algo en vos que me dice constantemente: él es la clase de persona por la cual quiero conducir a Roma, y quemar Troya en tiempos de epidemia, por el cual quiero cristalizar aún más el agua de Venecia y traer una bella rosa desde la desolada París. No sé porque quiero llenar este espacio vacío, no sé porque quiero que estos días acaben para admirar contigo la reinvención de la sociedad, y quizá como percibimos al mundo. Solo, puedo decirte, que quizá el cielo es el único está ahí, cuando las ciudades son las únicas que no pueden ser visitadas y quizá, sólo son estos escritos los que puedan llegar a ti cuando no pueda correr hasta dónde estés.
No podría nada más que pensar como escribía cada una de esas palabras mientras ellos admiraban el mismo cielo, en diferentes ciudades que duermen en tiempos de enfermedad. Cuando todos esos coches quedaron guardados en sus garajes, cuando todo esos amores se perdían en videollamada.
-Yo solo quiero hacerte sentir bien todos los días de mi vida y no sé porqué, pero quiero que mis escritos te hagan olvidar que allá afuera hay ciudades que arden en llamas y avenidas desoladas. Me pregunto ¿es así el amor en tiempos de pandemia? Cuando un virus ataca ferozmente como ladrón a medianoche, no pensé que te diría cuanto deseo escuchar tu voz a través de una llamada, o cómo quisiera ver tu preciosa cara a través de imágenes que se transmiten por paneles, quizá es así como deba asumir que son mis palabras las cuales te llegarán, solo quisiera que sepas que quiero que estés bien, y quiero hacerte sentir bien.
-Yo también quiero que estés bien.
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El algoritmo de la mente: el efecto ansiolítico de la poesía.
PoetryA veces la mejor droga es aquella que se sumerge detrás del caos, aquella que vela dentro de mares violentos y sin navegantes. Creo que los mejores finales son aquellos que no tienen finales, y aquellas historias que mueren son las que se convierten...