El algoritmo de la mente: el efecto ansiolítico de la poesía.

17.La tercera estación

Otoño que escuchas mis llantos
¿por qué el amor es tan complicado?
montes elevados que reciben el frío,
jamás me han dado un buen abrigo,
las montañas, el frío, la altura, la soledad, el delirio,
la incertidumbre, el miedo, el llanto, la muerte...

Otoño dime ¿por qué tus capas me protegen?
Estoy pensando que no entiendo las ideas,
todos tienen un amor que amar,
una extraña idea de lo que es navegar,
y me enamoré de lo que no debo,
ni lo que jamás me verá.

Mi querido otoño,
¿por qué siempre te lloro?
me siento triste, melancólico, deprimido,
apagado, solo, tan muerto...

¿Por qué siempre te lloro?
A ti y a mi doliente noviembre,
que cantan siempre la misma canción,
en la misma catedral en llamas,
en los versos que me desgastan,
que me quitan la alegría,
que me quitan la vida...

No es más que un chico,
como los millones de estrellas más,
o como los millones de granos de arena del mar,
pero mis ojos se fijaron en él,
como si me gustase sufrir,
como si me gustase la idea de morir.

Otoño, ¿no ha sido ya suficiente?
He dejado de ser rey,
he dejado de ser poeta,
ya no sé quién soy,
y el amor sigue atacando,
hasta que mis lágrimas siempre caen,
justo cuando pensaba
que al fin lo había derrotado.

Incertidumbre,
es lo que siento,
incertidumbre que me invade,
de pensar, de imaginar,
de llorar y de borrar...

Me siento en incertidumbre,
de mis cumbres borrascosas,
cuyo viento solo agita,
que me hace sentir tan débil,
y me hace pensar...

Que vuelvo a caer.

Otoño, tan solo dime:
¿Por qué el amor solo toca a mi puerta
de esta cruel manera?
¿Por qué no puedo saber lo que siento?
¿Por qué no puedo dejar el sufrimiento?

Y quizá así es como deba de ser,
elevar las montañas, sentirme abrumado,
sentirme hostigado, sentirme cansado,
hasta que entre lazos todo se empiece a tejer,
hasta que la muerte venga por mi ser,
hasta ser un recuerdo, un olvido,
cuyo fuego consume, lo transforma en ceniza
y finalmente...

Sea nada.