Cap 1: Duncan

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Pov Courtney:

Bridgette me dio una dirección cuando nos mudamos aquí, dijo que contactaramos con un viejo amigo de Geoff, era de fiar. Al menos eso decía ella.

Emma ya había cumplido los 12 y a mí me faltaba un mes para los 20. La dejé sola en casa con Princesa y salí en busca del tal... ¿Duncan?

San Andreas era grande, había mucha polícia pero porque habían muchos crímenes. Yo solo necesitaba huir y empezar de cero. Con mi coche me pateé practicamente toda la ciudad, hasta que llegué a una casa. Era una casa en el barrio alto de San Andreas. Eran casas en lo más alto de la montaña, y para romper con los esteriotipos, no era un barrio marginal. De echo yo tenía constancia de que actrices y cantates famosos vivían por esa zona.

Era una casa moderna, que desentonaba con las demás casas. Era de un color gris muy claro con el techo blanco, igual que la puerta principal. La berja de entrada estaba abierta y justo cuando entré se cerró rápidamente.

Al bajar del coche vi un Ferrari de color rojo estacionado, y un Maseratti de color negro. "Vaya con Duncan", pensé. Sin vacilar llamé a la puerta y una chica me abrió.

-Tu supongo que debes de ser Courtney, sígueme, el jefe te espera arriba.-era una chica más o menos de mi edad, parecía una gótica. Me mantuve en silencio un rato. -Esperaremos aquí, el jefe está reunido.

Nos sentamos en un sofá que estaba a dos metros escasos de la puerta.

-Con el jefe, te refieres a Duncan. ¿Verdad?-me miró perpleja.

-¿Como sabes el nombre del jefe?-dijo atónita.

-Tenemos dos amigos en común y me dijeron que fuera a verle, él me ayudaría.

-No pareces el tipo de chica que viene por aquí, vas muy fina. Al je... bueno a Duncan le gustan así.-dijo un tanto divertida. Yo solo sonreí. Minutos después salieron dos chicos de la habitación. Uno era un grandullón, moreno y con tatuajes. El otro parecía menos peligroso, tenía el pelo negro y estaba fuerte, pero ni de lejos como su compañero.

-¿Quienes son?

-Eres muy curiosa.-dijo sonriendo. -Ya puedes pasar.

Al abrir la puerte me encontré a probablemente el chico más guapo que haya visto en mi vida. Tenía el pelo negro totalmente, un pírcing en la nariz y otros dos en la oreja izquierda. No era ni muy alto pero tampoco muy bajito, 1,80 más o menos. Estaba musculado, pero muy musculado. Y bajo su camisa de tiras se podían ver sus marcados abdominales.

-Tu supongo que debes de ser Courtney.-me miró de arriba a abajo. -Te esperaba... de otra forma.-dijo mirándome... ¿lascivamente? -Necesito hacerte unas preguntas.

-Bien, pero yo también te las haré.-me miró perplejo con una sonrisa burlona en la cara. -No te conozco, no sé cuales son tus intenciones.

-Está bien. Pero empiezo yo.-dijo ahora serio. -Nombre completo...

-Courtney Parker López.-el se asombró al escuchar mi apellido, mientras lo escribía.

-¿Tu eres la chica que mató al sicario de sus padres?-sus palabras me atravesaron el corazón como un puñal. Pero no podía verme débil.

-Aún me faltan cuatro.-se río brevemente. -¿Y el tuyo?

-Duncan Ward Harris.-dijo sin vacilar y apoyando sus pies en la mesa que nos separaba. -¿Família?

-Emma Parker, es mi hermana menor. Tiene 12 años.-asintió mientras lo escribía. -También tengo una gata, Princesa.-se río y me miró, como si se estuviera pensando si escribir la última información. No lo hizo, dagh, estúpido.

-¿Que crímenes has cometido?

-Asesinato, robo, robo a mano armada y extorsión.-me miró, seguramente pensó que solo había matado a ese capullo. -¿Y tu?

-Si nos pusieramos a hablar de mi informe no acabaríamos.

-Bien, pues no contestaré nada más.-me miró algo enfurruñado.

-Asesinato, robo, robo a mano armada, tráfico de drogas, hachís, marihuana, caballo, cocaína y heroína. Extorsión, secuestro con rehenes...-intenté abrir la boca para decir algo. -No estoy en prisión porque nunca me han pillado. No saben mi nombre, por eso me llaman el jefe.

-Oh.-fue lo único que logré decir.

-Si, oh.-dijo con una media sonrisa. -¿Alguien que sepa localizarte?

-Solo Bridgette y Geoff.-sonrió al escuchar esos nombres.

-Son de fiar.-dijo casi susurrando. -Bien, pues esto es lo que vamos a hacer... Oh, espera. ¿Cuantos años tienes?

-Cumpliré veinte en un mes. ¿Y tú?

-Tengo 24 años.-vaya, me llevaba unos años.

-Bien, ahora sí...-dijo mirando el papel donde había toda mi información. -Vas a dejar el lugar en donde estás viviendo, tranquila, yo me encargaré de vender esa casa.-quise protestar pero me paró. -La polícia no suele venir nunca aquí arriba, porque sabe que aquí podemos pagarnos fianza, abogados y todo lo que queramos. Por decirlo de alguna manera, saben que podemos comprarlos.

-Yo también tengo mucho dinero...

-Pero no vives aquí, princesa.-dagh, ¿que me ha llamado? -Os mudaréis tu hermana, tu gata y tu aquí. Hay habitaciones de sobra, puedes quedarte todo el tiempo que quieras.-había malícia en su tono.

-Ajá, y a cambio...-me miró con una sonrisa burlona.

-Yo te voy a proteger de la justícia y de las bandas que hay aquí, bueno, y a tu hermana también. A cambio vas a trabajar conmigo.

-Dirás, para ti.-negó con la cabeza.

-Hacemos atracos grandes, en total contigo seremos siete atracadores, y dos que nos vigilan desde el exterior. Ganamos de media, veinte mil dólares cada uno, pero de esos veinte mil tendrás que depositar siete mil en una cuenta de banco, que entre otras cosas servirá para mantenerte a ti y a tu família.

-Me parece poco dinero.

-Eso es de media princesa, en el mayor atraco que hicimos nos llevamos cada uno dos millones, y cada uno depositó doscientos mil en la cuenta.-se me abrieron los ojos como platos. Eso es mucho dinero. -Que dices, princesa ¿Lo tomas o lo dejas? Mira, rimó y todo.

-Tengo que pensarlo...-me levanté dispuesta a irme pero él me paró. -Auch, que haces...

-Lo piensas AQUÍ. Te he revelado información importante nena, no te vas a ir.-sus celestes ojos me penetraron.

-Está bien. Lo tomo.-el sonrió.

-Pues te voy a llevar con mi Maseratti a tu casa, recogemos las cosas y nos vamos.-asentí y bajamos los dos pisos que habían hasta llegar al exterior. Cuando ya estabamos metidos en el coche me miró, y justo antes de arrancar me miró.

-Ya no hay marcha atrás, princesa.-tragué saliva.

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