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Y ahí se encontraba el gran Richie Tozier poniendo con suma atención, la gran llegada de un nuevo niño.

Mi nombre es Edward Kaspbrak... T-tengo 16 y me gusta leer❞ dijo con una voz dulce pero temblorosa, un tierno castaño con las mejillas rojas y con las manos hacia atrás.

¡Edward! Joder que hermoso nombre para un ángel.

La asesora asintió y le dio la indicación de sentarse en el único lugar que se hallaba libre. Kaspbrak tomó asiento en la butaca pegada a la pared que contenían garabatos, groserías e incluso dibujos indecentes.

Tozier no dejaba de ver al chico nuevo, era lindo y afortunada o desafortunadamente una nueva víctima de sus bromas tan desagradables que a veces decía.

Las clases transcurrían demasiados lentas para el azabache, así que por lo general en la clase antes del receso iba a echarse un sueñito.

Acomodó su cabeza agarrando su estuche como almohada y finalmente cerró sus ojos tranquilamente.

>Sin saber que Richie no fue al único que se cautivó con la belleza de Eddie Kaspbrak.<

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Dicho y hecho, el de lentes se quedó plácidamente dormido hasta que sintió unos dedos picar sus mejillas.

—Hey... ¡Despierta baboso! —gritó Beverly tocando y apretando las mejillas del azabache.

El mencionado anterior se levantó de golpe viendo alrededor a sus amigos.

—Joder, ¿acaso así tratan a su sexy amigo? —se quejó Tozier levantándose de su lugar.

—¿Otra vez dormido en clase de historia? —preguntó Stan negando con su cabeza.

—Necesitaba un sueño erótico con esa grandiosa mujer —respondió con una sonrisa haciendo que los demás rodaran sus ojos.

La verdad es que la profesora de historia era realmente gorda y vieja.

Todos iban saliendo hasta que vio al pequeño Eddie en su butaca leyendo un libro, Richie detuvo a sus amigos e hizo un ademán señalando al chico nuevo para que comeria con ellos y los demás le sonrieron demostrando una afirmación con la cabeza.

El de lentes caminó hasta ponerse de enfrente al menor. Eddie detuvo su lectura del libro, al sentir una presencia sobre él, levantó suavemente la mirada para encontrarse con los ojos de Richie, que para el menor fueron los más preciosos ojos que en su vida nunca había visto. (Pero que jamás diría en voz alta)

—Hola, soy Richard Tozier, para los amigos Richie... y para ti... soy Daddy —sonrió.

Eddie frunció el ceño confundido.

¿Qué significaba Daddy?

—Hola... encantado de conocerte, Richie —correspondió dándole una dulce sonrisa.

Después de unos momentos ambos fueron con los demás para salir a comer. Se sentaron en la misma mesa de siempre, aquella que se encontraba en una de las esquinas inferiores del patio de la escuela.

—Mira mi hermoso Eddie, te presento a  mi séquito ellos son Bill, Beverly, Stan, Mike y Ben —presentó Richie y cada nombrado le sonrió.

—H-hola —contestó Eddie con nerviosismo.

¿Y cómo no estar nervioso? Nunca en su vida había tenido más de un amigo en su vida, pero es que ni siquiera tenía alguien a quien llamar amigos, simplemente eran compañeros que le pedían la tarea.

No tiene la culpa ;; ReddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora