ঔৣ 13 ঔৣ

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Comenzamos con la historia de siempre, gritos, llantos, enojos, frustraciones y estrés.

Aquella cruz en la espalda que no permite recorrer al camino del futuro. Que te pone obstáculos o te inmoviliza.

El sol se esconde dejando ver la iluminada luna para después dejar de brillar y ver nuevamente la estrella más grande resplandeciendo con una luz fuerte pero al mismo tiempo cálida, naciendo otro día del año... Pero cada día es la misma rutina tan aburrida y deprimente. Simplemente cambia el numero o la fecha de la misma.

—Mami, ya me cansé de esconder mis sentimientos ante papá —suspiró Kaspbrak después de poner ambas manos en su rostro.

El pecoso ya le había contado sobre el noviazgo que tenía con el azabache, todos los momentos bonitos que ya habían pasado, exceptuando algunas "cosillas", no podía decirle todo a su mamá, algunos momentos eran únicos solo para ellos ademas de vergonzosos.

—Vamos mi cielo, tu papá va a aceptarlo. Quizás por ser tú... Cambie —la señora sonrió de lado mientas se acomodaba en el sillón para verle el rostro a su pequeño.

—No creo que lo haga, mami... —el menor cerró sus ojos dejando salir algunas lágrimas. No quería el rechazo de su padre pero al mismo tiempo temía del mismo.

Aún no se sentía listo, dejando en claro que el señor Kaspbrak tiene una mentalidad tan machista y homofóbica, ademas de pequeña y cerrada a otras realidades.

Por alguna parte, estaba verdaderamente triste y por otro lado, estaba enojado. ¿¡Por qué no aceptaría que su hijo fuese homosexual!? ¿Por qué no lo acepta por lo que es, en lugar de esos estúpidos pensamientos? Simplemente son gustos... ¿Por qué no lo entiende?

Pero también, ¿¡por qué le tocó vivir una familia así!? ¡Es tan estresante! Eddie odiaba ocultarse frente a su padre. Pero lamentablemente tenía que hacerlo, ya no quería desprecio o críticas ni mucho menos viniendo por su propio padre.

Diría Richie «Y pensar que de sus testículos salió Eddie Espagueti» ; ni el propio Eddie podía sacar una conclusión del cómo pudo nacer de un hombre tan desagradable.

Pero aclarando, es un hombre que era fiel a pesar que su mamá no sea la más bonita ni la de mejor sonrisa pero ahí se encontraba amando a Sonia, también muy trabajador que siempre quiere sobresalir en todo para tener un sueldo estable para mantener a su familia.

Volviendo a su forma de pensar, ¡qué mal!

❝¡Nada de maricones, en mi casa!❞

❝Dan asco y vergüenza los hombres que se visten como viejas❞

Definitivamente quería cambiar a su padre.

¿Y así quieren que trate de salir del clóset con su papá? JAJA... ni de broma.

Esto ya era un maldito infierno y sabía que ésto, no iba a terminar para nada bien. Ahora envidiaba vivir en un cuento de hadas pero a veces no se podía. Tristemente la fantasía no podía ser realidad, no había príncipes que te salvaran de los dragones y te llevaba a un castillo para vivir felices por siempre... no, no era así.

Dos opciones se le venía a la mente:

A) Seguir ocultando sus preferencias sexuales y su relación con Tozier. ¡De ninguna manera! Dieciséis años viviendo en ese infierno y seguir para otros jodidos años, no gracias, no mas de esta mierda.

B) Tener valentía y decirle de una vez todo. Sería perfecto si descartamos la realidad, sin juzgaciones ¡genial! Pero como no es así, pues...

Seguía en las mismas, ninguna de las dos opciones le apetecía. Si tan sólo... Mi papá no fuera tan él...

Mami, quiero mimir un ratito —habló Kaspbrak  con una voz cansada de pensar en todas esas posibilidades que no lo convencían quitando las manos de su cara y viendo fijamente a su mamá.

Sonia asintió y le regaló una sincera sonrisa. El pequeño se levantó y sin ánimos subió a su habitación cerrando su puerta y aventándose a su cama.

—Y-yo sólo quiero mimos, ¡es mucho pedir...!—susurró haciendo un puchero e imaginándose a su novio dándole cariñitos.

Cerró sus ojos y poco a poco fue agarrando sueño hasta quedarse dormido finalmente.

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—¿Y cómo estás, pequeño espagueti, razón de mis desvelos? —preguntó el de lentes recargado desde el tallo de un árbol teniendo en sus brazos al menor.

—No pude... —respondió en un susurro y escondió su cabeza en el pecho del mayor mientras que Richie tapaba el cuerpo de Eddie con sus brazos.

—No te apresures, tómate tu tiempo, estoy aquí —el azabache colocó su barbilla en la cabeza de su contrario.

El sonido del viento pasar era tan satisfactorio para ambos, el silencio era cómodo mientras que sus cuerpos estaban uno con el otro.

Hasta que Richie cortó ese silencio.

—Uhm... Eds... —habló en un tono nervioso.

¿Shi..? —respondió sin abrir sus ojos.

El mayor estaba pensando mordiéndose el labio para no decirlo en una forma tan estúpida y sarcástica como es su costumbre.

—Mañana mis padres no estarán en casa... Quizás... no se podríamos ver algunas películas en la noche —finalmente soltó y el pequeño abrió sus ojos para después levantarse.

Eddie se sentó en las piernas del mayor y al estar frente uno al otro, Richie se sonrojó levemente.

—¡Veamos Winnie Pooh! Por favoooor —hizo un puchero.

Tozier sonrió y besó la frente del pequeño dándole un sí.

—Lo que tú quieras, cariño —agarró las mejillas suaves de Eddie para acercarlo a su rostro y finalmente plantearle un suave tierno en sus labios.

—Richie... —pestañeó rápidamente.

—¿Si?

—No te vayas... te necesito siempre a mi...l-lado —el menor habló en un susurro y Richie casi lloraba por aquellas palabras.

Cuando Tozier conoció al pequeño entendió esa sensación en el pecho donde uno sabe que siempre le pertenecerás a esa persona. Independiente de que esté o no.

—Contigo quiero llegar a donde nunca fui con nadie —acabó Richie con un beso en los labios rojizos del pecoso.

Oh Eddie, en serio te amo.

No tiene la culpa ;; ReddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora