ঔৣ 07 ঔৣ

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♪ ♬ Dice que ningún marica, entra al reino 'e los cielos, escrito en la biblia, derechito al infierno ♪ ♬ 

El señor Kaspbrak era en toda la palabra homofóbico y decía cosas muy crueles, Eddie escuchaba atentamente cada palabra dicha por sus padres sin poder evitarlo, trataba de no llorar, un nudo creciente en su garganta aparecía, era un dolor insoportable.

♪ ♬ Señala a Sofía por criarlo añoñado, soñaba con un varoncito que fuera pelotero, resulta que el chico quiere ser peluquero un poco humillante para un padre severo ♪ ♬ 

Y volvemos a lo anterior... en aquel baño con ese espejo reflejando lo que tanto dolor lo conllevaba a sentirse mal consigo mismo, no sólo ver su físico sino internamente... Cada vez que se desnudaba y veía el espejo una imagen que no era suya, no era él... Quería ser el. 

Ya no quería ser bambú, quería ser una preciosa rosa o una perfecta flor. 

Comenzaron aquellos gustos que una típica chica tendría, falda y vestidos... además de sus preferidos accesorios tiernos. 

Empezó a usar un pintalabios encontrado en uno de los bolsos de su madre, cuando su padre estalló. 

Continuó usando faldas en secreto, su padre estaba pensando en buscarle una novia, o bueno ni eso... más bien una mujer madura y Eddie sentía esa desesperación. 

Eddie ya tenía esa presión, quería que Frank entrara al menos una vez en sus zapatos, para hablar sobre esos temas. No entendía que no quería ser un bambú sino una rosa.

No quería aquellas bolitas que colgaban entre sus piernas, llamados testículos. 

No quería la cosa que está entre sus piernas, su pene.

No quería ser lo que es, un chico.

Soñaba más que nada en el mundo con ser una rosa.

Quería senos...

Quería caderas

Quería ser quien realmente era, una chica.

No negaría que fantaseaba con casarse y tener hijos... Desde que conoció a Richie, deseó que él fuera el padre de sus hijos y daría todo  de si para que se hiciera realidad. 

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Richie se encontraba en su habitación, era tarde así que decidido que para matar el aburrimiento infernal, no había nada mejor que salir de su ventana, agarrando su bicicleta y pedaleando rápido fue en camino a la casa de Eddie.

Al llegar, escondió la bicicleta en uno de los arbustos que se hallaba en su jardín, de inmediato escaló en el árbol que estaba al lado de la ventana de Eddie, se acercó visualizando al pequeño dormido abrazando a su osito de peluche.

Aquel hermoso cuerpo como hecho por Eros con su larga experiencia modelada con alegría la simetría de sus miembros... Joder, Eddie Kaspbrak había sido el ladrón que robó su corazón. 

Tozier se acomodó los lentes y tocó con suavidad esa ventana, tres toques y finalmente Eddie se despertó y levantó frotando con lentitud sus ojos. Llevaba una pijama de ositos la cual le hacía parecer más tierno de lo común. 

Eddie abrió la ventana y se encontró con los ojos de Tozier, estos se vieron y sonrieron aunque Richie encontró una pizca de tristeza en esos ojos. Luego de verse por mucho tiempo, el menor se separó sentándose en la cama dándole permiso de que el azabache entrara.

Eddie espagueti —susurró Richie cerrando con cuidado la ventana y finalmente se sentó al lado del mencionado.

—Ya te dije que no me llames así... —murmuró Eddie bajando la mirada a sus calcetines de peluche.

—¿Todo está bien? Sabes que puedes contar conmigo, peque —el azabache agarro la mano fría de Eddie.

Eddie soltó un suspiro con pesadez y levantó la mirada encontrándose con sus labios, estaban a escasos centímetros... Kaspbrak mordió inocentemente su labio inferior y cerró sus ojos dispuesto a contarle detalle por detalle.

Y fue comenzando con una voz normal pero con una vibra afligida, al narrar recordaba todos esos momentos dolorosos que tuvo que pasar, Richie podía ese sentimiento y lo único que podía hacer era escucharlo.

Después del relato calculando alrededor de quince minutos (una gran eternidad para Eddie) la voz quebrada de Kaspbrak se hizo presente, los lamentos y sollozos que estaba reprimiendo finalmente los soltó.

Richie le dolía ver a Eddie llorar, aunque en lo que contó el pecoso, este había mencionado sobre el enamoramiento que tenía hacia el azabache, pero lo dijo con unas palabras sumamente inocentes que para Tozier fueron las palabras más preciosas en todo el mundo. Ahora tocaba dar los consejos... 

«C-cuando me miraste por primera vez... y vi tu rostro... tus labios... ojos... mi corazón se estremeció, no sabía lo que sentía... Pero mi estómago parecía tener maripositas.»

—Eddie... escúchame —habló Tozier firme abrazando al menor, Eddie se refugió en los brazos de Richie y con sus manos trató de limpiarse las lágrimas en sus ojos pero le era fatal ya que salían cada vez más —. Es normal.

El castaño lo miró con un brillo en sus ojos, con su nariz y mejillas rojas.

—No tengas miedo porque el amor es un juego que todos merecen jugar en voz alta, cosa que tu padre nunca entenderá, los que están mal son el y los demás del pueblo... no tú. La homosexualidad no es una enfermedad... Para nada, más bien la enfermedad son esos homofóbicos.  ¿Cuál era el problema cuando te fijaste en mi y me sonreíste? Mi corazón bombea como el tuyo, el amor lo sentimos de igual modo —habló Tozier abrazando al menor con dulzura.

Eddie razonó cada palabra que Richie había dicho, frunció sus cejas e inclinó su cabeza con confusión, se separó de inmediato viendo al azabache.

—¿Lo... que sentimos? —lo vio y su corazón latía rápidamente mientras se humedecía los labios.

Richie sonrió de lado asintiendo lentamente, ese contacto de pupilas y su apocalipsis se congelaba.

—Sonríes y te humedeces el labio: mi estómago se revuelve y comienza a arder porque formas la revolución en mi cuerpo y prendes todas mis necesidades a la vez —dijo Tozier sudando, era la segunda vez que se abría con alguien. 

La última vez que lo hicieron sentir que nunca más volvería a intentarlo...

—Cuando te vi, sentí algo que nunca antes había sentido... —dijo Richie acercándose al rostro del menor, este se sonrojaba a más no poder.

Eddie respiraba agitadamente bajando la mirada a los labios entreabiertos de Tozier, sus bocas se acercaban poco a poco hasta sentir el contacto de estos. Ese beso transmitía una sed de quererse besar antes, sus bocas se movían torpemente pero con locura con dos corazones palpitantes y dos ojos cerrados imaginando una gran vida por delante estando juntos. 

Richie por primera vez probó el sabor de su boca, ahora se había convertido en el sabor favorito de Tozier.

Se separaron por aire pero sus bocas pedían a gritos volverse a juntar, ahora con sus lenguas querían explorarse mutuamente.  

Fue un beso tan corto que duró más que un relámpago, que un milagro, más que cualquier momento jamas antes visto.

—No sé si sueño pero sea lo que sea, lo prefiero —dijo Richie juntando su frente con la del pecoso.

Eddie sonrió y abrazó al mayor, Tozier correspondió y luego de un momento a otro ambos se encontraban acostados (aún abrazados) durmiendo plácidamente.  

»Exprésate, no tengas miedo a manifestarte, di que quieres y lo que quieres, aceptate y así nadie tendrá que aceptarte.« 

No tiene la culpa ;; ReddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora