Me encontraba poniendo los platos en la mesa, mi esposo había salido de casa diciendo que lo habían llamado en la ferretería, su negocio. Así que me parece que tendré que sacar solo un par de platos, para Aiden y para mi. Ya que me encontraba con aquel invitado en la casa, no le dejaría comer solo, tengo educación.
- Hmm, desde rato me lleva oliendo exquisito, pero no sé si eres tú o la cena- coloque mi espalda recta tan pronto como escuche su voz.
Aquella voz, me causaba todavía escalofríos, pero no podía identificar si era de nervios o miedo. Aunque a veces, por unos momentos que no deseo admitir siento que es de ambas.
- Tome asiento, señor, le traeré su comida ahora - le ofrecí soñando como recepcionista de restaurantes, al momento escuché como una silla era arrastrada.
Me dirigí donde estaba la alta alacena, digo alta porque a mí maldito tamaño, era alta. La comida estaba ya servida y ¡Mierda! La silla que usaba para trepar y buscar lo que necesitaba la usaba ahora en la mesa (para cuatro personas) junto al invitado que me ponía de los nervios. Di dos brincos inútiles tratando de alcanzar la puerta para abrirla; un suspiro de rendición y cerré mis ojos. ¨¿Por qué tenía el gabinete tan alto?¨
[ Recuerdo]
- Amor, ¿No crees que el gabinete lo están colocando muy arriba? - pregunté sonriendo, mientras mi hermano Joshua y Benny su padre colocaban aquella pieza que faltaba a la cocina.
- Está muy alto para mí, ni con tacones alcanzaré eso- dicia quejándome en su pecho, mientras él me abrazaba y sonreíamos juntos.
- Entonces es una promesa- afirmó sonriente y le mire confundida, siempre que hacía algo para beneficio de sí mismo sonreía así.
- ¿Qué cosa? - pregunté intrigada
- Siempre estaré aquí para levantarte entre mis brazos- respondió y me reí, dándole un corto beso.
[...]
En medio de dicho recuerdo siento unas manos en mi cintura que me elevan, permitiéndome tomar la salsa barbacoa de la alacena, para así poder mezclarla con la carne. Cuando toqué el suelo otra vez, no evité sonreír.
- Gracias amor – dije entre una sonrisa, creo que ese fue otro momento donde merecía que me dieran una bofetada.
- De nada mi vida, pero no crees que deberían colocar ese gabinete más de acuerdo con tu estatura preciosa. – el tono serio y relajado de Aiden me hizo sentir como estúpida, me volteé asombrada, estaba tan sumergida en mi recuerdo que olvidé, Went no estaba en casa.
- Aunque a mí me gusta verte esforzarte, así veo cómo se te levanta ese pijama tan corto y exquisito – hablo medio coqueto, pegándose suavemente y sensual a la vez.
Tomé el plato de su comida con disimulo y lo puse como división frente a nosotros a la altura de su pecho.
- De verdad disculpé, pensé que era mi esposo, usualmente él es quien se toma esa clase de detalles conmigo - mentí sonriente, tome la salsa la prepare y lleve todo a la mesa.
- No me molestaría fingir ser su esposo - dijo sentándose a la mesa.
- A mí sí-expresé algo molesta, mientras él me dirigía su mirada un tanto asombrado- Usted no es mi esposo y no espero que lo aparente, así que por favor evite comentarios como ese y compórtese – me senté un poco incómoda, tratando de esquivar sus miradas empecé a comer y él solo sonrió imitando mi acción.
- Mmm, esto está delicioso, exquisito alababa aquel platillo de costillas.
La puerta de casa se abrió y mi esposo anuncio su llegada - ¡Llegué! - se escuchó su anuncio mientras iba entrando al comedor donde nos encontrábamos.
- Hermano tienes que probar esto, sabe a gloria - hablaba señalando las costillas y alzando las para que mi esposo las probara, cuando fui a decirle que él no las comía, Went las mordió como un tigre devora su presa.
- Deliciosa ¿Verdad? - preguntó Aiden, sonriente y Went me observó, al ver mi rostro pareció darse cuenta, nunca fui buena disimulando... por lo que solo asintió.
[Recuerdo]
- Amor, mira lo que preparé - contenta brindándole aquellas costillas B.B.Q, de receta de mi hermano.
Serví aquello en la mesa y él miró la comida con asco.
- ¡Estás loca! ¡No pienso comer eso! - grito furioso, arrojó el plato al suelo y me empujó.
- ¿Crees que voy a comer eso? ¡Que no entiendes que no me gusta la carne roja! - gritó - Recógelo inútil, ni para eso sirves - dijo enojado.
Estaba llorando súper fuerte, y recogía aquellos trozos de porcelana que formaban uno de los platos que había sido regalo en nuestra boda.
[...]
Escuche un silbido en forma de llamado. Aiden me observaba y mi esposo estaba en su silla.
- Amor, ¿No piensas servir mi comida? - preguntó medio burlón observando mis movimientos esperando que le contestara sumisamente.
Este es el momento donde te cansas de mentiras y falsedades, este pequeño momento se llama valentía momentánea.
- Se me quito el apetito y amor debes servir tú comida, hasta donde se tienes brazos y no soy tu sirvienta - dije, llevé la comida a la trituradora, el plato lo dejé en el lavado. Escuchaba las risas de Aiden, pase para subir a la habitación.
- Ja, tiene carácter la chica, me gusta - dijo Aiden, y siguió comiendo con malicia entre una sonrisa y burla.
Subí las escaleras haciendo sonar mis pasos fuertemente. Mis pensamientos eran un meollo, estaba más que molesta. ¿Cuáles habían sido las otras cosas con las cuales me había humillado? ¿Qué hice exactamente para que mi esposo deje de quererme? Siempre estuve a su lado, le cuidé, le mostré mi respeto y sobre todo nunca fuimos monótonos en esa área, el sexo nunca fue malo.
Me adentre al cuarto de baño, me desnudé y entre a aquel cubículo para encender la ducha, esperando que al bañarme también me limpiara del dolor y coraje, tan pronto termine escuche carcajadas provenientes de la primera planta. Salí coloque la toalla y fui al cuarto tomando el celular.
- Hermano- dije saludando cuando marqué y escuché su respiración.
- Hola, ¿Está todo bien? – preguntó, era normal rara vez le marcaba y cuando lo hacía era porque necesitaba despejarme.
- Sí, solo quiero hablar, te espero en la tienda de Santiago- respondí y el mencionó un "Okay" por lo que colgué.
Me arreglé y salí, mi esposo me observaba y parecía furioso.
- ¿A dónde vas? - preguntó levantándose hasta donde yo estoy, con cara de pocos amigos; debo de admitir que cuando éramos novios amaba ver cuando se enojaba y hasta me parecía guapo. Ahora cada vez que me observa así solo provoca que mi alma tiemble.
- Iré con mi hermano, ¿Qué ahora no puedo salir? – hablé sonando un poco enojada. El me agarró del antebrazo fuertemente, tratando de someterme a su dominio y orden.
- No tientes tu suerte - susurro para mí oído dominante y grave. Aun así, tragué hondo, respire profundo y junte coraje de donde no lo tenía, soltándome de su agarre cruce la puerta principal sin mirar atrás.
Salí de aquel sitio y dejé mi preocupación en la puerta de mi casa. Mi interés ahora era ver a mi hermano.
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Si alguien está dando lectura a mi historia me disculpo por los horrores en ortografía. No tengo quien la edite y reconozco que soy un asco en español.
Aun así gracias, recuerden dejar algún comentario o decir que tal les está pareciendo.
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El que tiene tienda que la atienda...
Short StoryEsta no es una historia. Es la vida misma de una mujer, de una hermana, una esposa y una amante, hasta de una amiga. Todas en una misma mujer, unos mismos ojos, una misma perspectiva. Expresando el sentir y anhelo de muchas mujeres, experiencias de...