El significado del pelo

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Caminé en la cera, ya eran pasada las siete de la noche, la calle era bastante transitada, más en el área donde me encontraba no caminaban muchas personas sólo unas dos personas pasaron por mi lado, unas cinco esperando en estación de bus que pase hace unos minutos. Estaba algo ansiosa por encontrar a mi hermano. Esperaba que no me hiciera muchas preguntas por pedirle repentinamente verle, solo que decidiera acompañarme como mi hermano mayor.

Le ví sentado en una banca, que quedaba justo frente al local de los Santiagos. El aspecto de mi hermano había cambiado en los últimos meses, se veía más maduro, más adulto y aquella barba no muy larga le hacía ver como una persona con experiencia en la vida.

- Key- se levantó al verme, sonreí pues la emoción de no verlo hacia tiempo hizo que corriera hacia él y lo hiciera cargarme. Gracias a Dios se me había ocurrido ponerme un pantalón alto, un top de mangas largas y una chaqueta de cuero marrón, no quería que se me viera nada. Le abracé fuertemente y lloré en sus brazos. - ¿Qué te ocurre pequeña?, ¿Pasó algo con Went? - comentó bajándome, aún así no le solté y me acurruque en su pecho como lo hacía cuando era niña. Todavía me encontraba con un par de lágrimas que no paraban en salir.

- No quiero hablar de eso, por favor no me hagas hablar - supliqué mientras lloraba y él me estrecho más a su pecho- Solo quiero que todo sea como antes; ¿Acaso es mucho pedir? - mientras limpiaba mis lágrimas, un nudo hacie que mi voz sonará ronca y nasal.

- Sabes que volver atrás no se puede - tomó mis hombros y haciendo que le mire. – A veces hay que empezar desde cero -agarró entre sus dedos mi nariz como solía hacer cada vez que lloraba desde que era una niña, para hacerme reír, aquel gesto solía acordarme a mi padre; a él nunca le gustaba que llorara aunque sabía que era inevitable. Mi hermano era la segunda persona más importante en mi vida, era como un padre para mí.

Nos adentramos al local y me encontré con Ethan el hijo de Santiago, me dijo: que cubría mi puesto y me preguntó ¿Cuándo pensaba volver?
Sonreí sin darle una respuesta, todavía no estaba segura de si debía regresar.

Mi mente me hizo detenerme, es como había dicho mi hermano, debía empezar desde cero si quería que las cosas fueran como antes. Me mire en el baño del espejo donde ahora me encontraba, durante los últimos meses había perdido mi identidad, me había dicho que es el papel de esposa que ahora tengo. Pero caramba, ahora que me miro, realmente estoy descuidada. Tal vez si me maquillo un poco y mi pelo, dejarme el pelo en ondas, pero el color marrón me hacía ver más sufriente de semblante. Salí del baño, dirigiéndome a el área de los tintes, agarre entre un rojo que me gustó. Definitivamente mi pelo hoy probaría las mágicas manos de mi  hermano ya que es estilista-nunca entendí de como ingeniero industrial terminó siendo estilista- la tasa de empleo supongo.
Josh era sinceramente la única persona que le confiaba mi cabello, tan pronto me vio pagando el paquete de tinte sonrió.

(Horas más tarde)

Mi hermano pasaba el secador y ya me tenía irritada el ruido. Él se reía pues no era el que se estaba friendo las ojeras claro y por eso decía "Key deja que te veas estás divina" o "Aguanta que la belleza cuesta" Oh, si, ¡Claro! ¡Déjame pasarte el maldito secador en los pelos de las bolas y después hablamos! Solo quedaba aquel frente de mi pelo donde mi hermano faltaba por rostizar y luego lo fijaría con spread. ¡Y listo terminó!

- Espera, creo que me faltó una parte- le di una mirada que a mi pensar decía "te mataré si lo intentas." Pero creo que no me entendió o no le importó, pienso que mas la segunda.

- Créeme está bien así- dije en un gritillo quitándole aquel utensilio del diablo que desde hace 15 minutos estaba odiando más que la alarma de mi teléfono en las mañanas. Cundo al fin me mire en aquel espejo mi reflejo me asombró, estaba muy bien.
No acostumbraba a admirarme en el espejo como antes, así que tan pronto quedé satisfecha con el resultado le dije a mi hermano que saliéramos de allí pues deseaba estar en un lugar más acogedor, no en su salón de belleza.

Estuve unos minutos esperando que mi hermano finalizara de recoger sus cosas. Tan pronto terminó nos dirigimos al departamento de mi hermano, que era el mismo de siempre desde que yo era pequeña.

En eso mi hermano se sienta y me da una taza de café, aquel pequeño apartamento en el piso 12 era bonito, no era la gran cosa, pero era algo y estaba muy contenta con ello, porque en ese apartamento había crecido todo estaba siempre bien organizado gracias a mi hermano, siempre he pensado que es un limpiador compulsivo o demasiado perfeccionista.

- ¿Todavía están las cosas de mi cuarto? - recordando aquella habitación que decoraba con rosa en sus paredes, pues era mi color favorito cuando era pequeña. Mi habitación quedaba por un pasillo justo al lado de la cocina; enfrente a mi habitación quedaba el de mi hermano.

- Nunca las saqué, eran tus cosas y uno no sabe cuándo regreses- dijo encogiéndose de hombros y bajando la cabeza, acercándose a la taza de café.

- ¿Regresar? - cuestione dudosa, nunca pensé en regresar y mi hermano que no sabia de mis situaciones; enserio pensaba que volvería algún día ¿por qué?

- Sí, de visita- soltó algo trabado, al parecer no fue fácil ver a su hermana pequeña marcharse de casa. Le entendía, no fue fácil para mi, siempre fuimos el y yo contra el mundo.

Se levantó y yo le acompañe se acercó a aquella puerta de madera clara y pulida tomando el pomo mirándolo y abriendo la puerta; tan pronto se entre abrió una agradable fragancia a lavanda arrasó mis fosas nasales haciendo que mis hombros se reclamarán de manera instantánea y cuando mis ojos se abrieron me asombre, todo estaba igual e intacto.

Hasta el bulto de la escuela estaba en la cama, como lo solía dejar cuando llegaba a casa. Los libros estaban iguales, el ropero y hasta mis perfumes y joyería. Todo en su sitio. Abrí aquel cajón de mi cajonera de madera donde guardaba mis fotografías en un álbum que yo misma creé. Aquel encuadernado negro con páginas amarillas que daban un toque antiguo y en los bordes decorativos algunos sticker y flores secas pegadas con resina que había aprendido a crear en artes industriales.
Al abrirlo estuve un largo rato mirando recuerdos de mi infancia, lloré de la risa con mi hermano en muchas recordando vergüenzas.

Hasta que sonó el teléfono de Joshua.

Joshua había salido y vuelto a la habitación, pero su semblante había cambiado, por uno que reconocía, era el mismo de aquel oficial de policía que tocó la puerta de casa la noche del accidente. No tenía que decir mucho, a juzgar por su rostro pude imaginarlo... malas noticias.

- Es Benny, le dio un derrame cerebral y un segundo infarto, no creen que pase la noche- me observó serio esperando algo en mi. Que no llegó, estaba vacía en ese momento, mi cuerpo no estaba presente, me sentí en automático y mi mente gritaba que debía reaccionar, así lo hice.

- Llévame al hospital- le pedí soltando aquel álbum en la cama y levantándome, el asintió.

Nos apuntamos para llegar al hospital, para encontrar a Benny, al primero que encontré fue a mi esposo con lágrimas en sus ojos rojos. Le abracé y por un corto tiempo parecía estar de acuerdo con eso. Pero me soltó y comprendí que era momento de parar el afecto de consolación.

- ¿Dónde? - pregunté, con su mirada me señaló un cuarto y cuando me asomo estaba Benny en la camilla, tenía un rostro que reflejaba puro dolor. Mientras Aiden estaba a su lado agarrando su mano, allí quedé congelada, hasta que el perfil de Aiden se volteó hasta donde estaba.

Entre a la habitación y besé la frente de Benny como el solía hacerlo conmigo. - Pequeña (dijo entre tos) cambiaste tu pelo, acaso Went te hizo algo- tosiendo y tocando mi pelo, pero brindándome una sonrisa.

- No Benny- mentí.

- No soy tonto Key, solo viejo, cuando una mujer cambia de pelo sea color o corte es un gran cambio no solo en físico, en la vida-asentí a lo dicho.
Definitivamente solo faltó que Benny me viera y supiera de eso.

Hoy habría un gran cambio, hoy me despediría de Benny.

El que tiene tienda que la atienda...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora