Del amor al odio hay un paso ¿verdad?

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Mi hermano parecía no tener fin en cuanto a preguntas, nisiquiera con la policía me había sentido tan interrogada.
Parecía no comprender o no creerme lo que le había dicho, que era la misma versión brindada a todos, incluyendo al doctor.

- ¿Podrias callarte?- pregunté de tono suave pero increíblemente hostil, mientras con mi mano izquierda peinada mis cejas y las desorganizada nerviosa y de forma agresiva. Que Went se encontrará con mi hermano en el mismo cuarto y a unos pocos pies mío me hacía sentir que la cabeza me estallara, todo lo que pensaba era en matarlo.

- Joshua, tu hermana a tenido suficiente por hoy, debemos dejar que se recupere, lo importante es que esta viva- dijo apretando los hombros de mi hermano y mirándome enviando aquella amenaza silenciosa, mire rápidamente a Joshua que se encontraba agarrando mi mano derecha, deseaba decirle que se fuera o corriera pero no podía; no sabía hasta donde era capaz de actuar Went ahora.

- Lo siento- se disculpó- pero...- antes de que pudiera continuar, el doctor entro dijo algunas cosas que poca atención presté y los mando a retirarse que la hora de visita se había acabado.

(Días después)

Después de aquello no vi a Aiden en casa y no me preocupe; traté de calmar y poner un poco de orden a mi vida.
Lloré a mi bebé aquel día antes de salir de que me dieran alta, sufriría lo suficiente con Went; así que decidí pasar ese día en luto cuando nadie estuviera después de esto no llore más, pero tan poco he enfrentado a Went pues no le he visto mucho, pasa mas tiempo fuera de la casa y escasa vez nos encontramos, cosa que agradecía. Pues desde que dijo sobre las amenazas estaba paranoica, cuidar a mi hermano y Aiden era mi deber así que vigilaba los pasos de Went.

La puerta se abrió y con ella entró Went, enojado como siempre y tirando las cosas con las que cargaba. Se sentó en la silla del comedor con una actitud mal humarada.

- Trae mi comida- exige con una mirada grosera, últimamente mi humor había cambiado y me sentía irritar a con sólo respirar el mismo oxígeno de él. Desde la perdida de mi bebé, hasta mi sentido del humor también perdí, pocas veces reía y me sentía seca, como si estuviera vacía por dentro.
Tiré casi aquel plato de comida en la mesa. Él se levantó furioso y tomó el plato en la palma de su mano, su rostro denotaba ira y yo, yo estaba simplemente harta.
No quiero que me exijan, no quiero que me controlen, tan poco que me humillen.
Ya había pasado por suficiente, ya había llorado suficiente, ¿qué le debo yo a las personas? Nada, entonces ¿por qué me preocupo tanto?
Me mantuve firmemente, le hice frente, esta vez no sería sumisa, era su esposa, no su criada y menos su hija.
- ¿Qué te pasa maldita perra? ¿Ah?- preguntó y las gotas de saliva salpicaban de su boca, la vena del cuello se levantaba y sus ojos parecían apunto de estallar.

-¡Nada! ¡Se me pegaron las pulgas tuyas y no estoy de humor!- grité como él lo hizo, me gire sin darle tiempo a responder y me dirigí a la cocina, donde rápidamente continúe picando los vegetales que comería. El estruendo del plato sonó. - ¿¡Rompiste el plato!?...... Ahora pagalo; eso fue un regalo de tu padre para mí, idiota- le grité desde la cocina.
Estaba limpiando el cuchillo cuando fui agarrada por el pelo y siendo tirada al piso. El hablaba, como siempre que no tenía derecho a nada porque era una inútil.

Por un momento una milésima de segundo do un pitido invadió mis oídos y sólo podía ver sus labios moverse "¡Ya lo sé! Me has dicho lo inútil que soy mas veces de las que respiro." Por un momento el color metal brillante del cuchillo, comenzó a llamarme y aquel pitido se hizo presente nuevamente en mi oído, mi rostro debía estar como un tomate sentía mi temperatura subir, estaba enojada. Él tiro de el agarré en mi cabello y este fue el detonante en aquella situación.
Agarré el cuchillo fuerte por el mango y lo roce, una pequeña caricia en su mano. La sangre quedo impregnada en aquel metal. Eso, eso fue realmente poco para lo que sufrí a su lado, para lo que pasé. Sus pies se tambalearon y sus ojos parecían no creer lo que había hecho. Me levante del suelo pues todavía estaba allí tirada. Respire profundo y alce la mano derecha que empuñaba el cuchillo. Mi fuerza, pensamiento y voluntad era matarle. Que hiba hacer ahora disculparse y traer flores por lo que hizo, decirme que me ama y no es su intención actuar así. ¡Estoy harta!

- ¡Kelly!- gritó corriendo a mi dirección, interponiéndose entre Went y yo- ¿Qué haces? Baja ese cuchillo, por favor- su mano temblaba y sus ojos marrones suplicaban, él era eso que ahora mismo podría llamar mi debilidad.

Mi mano fue bajando de a poco, pero no solté el cuchillo.

- ¡Estas loca llamaré a la policía!- gritó y los ojos de Aiden parecían querer escapar de las cuencas.

- Llama los, adelante yo les diré porque terminé en el hospital realmente y el porque mentí- dije histérica lavando el cuchillo. La cara de Aiden se contrajo en el instante.

- Eres una...- dijo apretando sus dientes como si se fuera a lanzar sobre mi. Pero Aiden se puso en medio y le empujó.

- Deja la en paz, sabes que esta vez no perderé. No estoy ebrio- dijo amenazándole, Went pareció dudarlo, pero después me dirigió una mirada de odio, la cuál yo también se la devolví.

- Él no estará aquí para protegerte todo el tiempo- dijo señalándolo y riéndose.

- Eso podría decirte yo a ti- dije firme y riendo me de igual forma que él lo hacia. Continúe picando como si nada hubiera pasado en los últimos segundos, Aiden recogía el regero hecho por Went en el comedor, traía aquel plato que rompió y echaba aquella comida en el basurero. Cuando le dirigí una mirada de reojo y simple pude notar que su cara reflejaba nervios, pues mordía por dentro su labio superior.

Para cuando terminé de picar, ya Went se había ido fuera de la casa ya que la puerta principal sonó. Aiden tenía su mano derecha apoyada en el gabinete y la izquierda estaba en su cinturón sujetándolo.

- Dionisia yo.....- dijo y lo interrumpí

- Regresaste, ahora te dignas venir, después que las aguas se calmaron o mejor dicho después que yo las calme. Me dejaste...- dije entre molesta y con algunas lágrimas que como siempre no dudaban en salir. El se volteó a mirar me y me abrazó, como si fuera la última vez.

Él no lo sabía, pero yo sí.

Ese seria nuestro último encuentro. No podía tenerlo en mi casa por mas que deseara sacar a mi esposo, pedirle el divorcio y quedarme con Aiden.

Tenia que sacarlo porque ahora que conozco al verdadero Went, se que es capaz de hacer algo con tal de verme miserable.

Mi mente me reclamaba el como pude ser tan estúpida; ya no, ya no lo sería, porque ya no lo amo.

Lo detesto.

El que tiene tienda que la atienda...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora