Los demonios se revelan

3 1 0
                                    

Nunca decidas salir con las amigas de la mujer que te conoce como tu madre, terminarás en una extraña conversación justo como yo ahora y media borracha.

En el bar que nos encontramos, parecía más un asilo de ancianos que nada. Eso sí todos con espíritu joven, no se puede negar.
Estaba con Andrómeda, que me sacó literalmente arrastras de mi casa, porque según ella necesitaba salir y divertirme. Es cierto llevaba unos meses en casa, de allí al trabajo y viceversa; no salía mucho y Went nada inovador, alguna que otra discusión donde me culpa de su infelicidad y yo le respondo que porque sigue conmigo, alguna que otra vez me trae un detalle como flores, la última vez me compro unas taquillas para ir al teatro como soliamos hacer... pero no fue lo mismo, sabía que lo hacía para tener sexo; últimamente me veía como una maquina sexual mas que nada, le daba lo que quería y ya.

- ¡Carlos otra ronda!- dijo con entusiasmo Mariana arrastrando las palabras, por la borrachera, era la décima vez que pedía tragos y que estos eran tequila.
Mariana, "la señorita" tenía 78 años y una cabellera larga negra pintada y lacia.

¿Cómo harán todo este vejatorio para ir a su casa? Ni idea, pero vamos a seguirle el rollo.

- Mariana, ¿Cómo está tu esposo?- pregunto Rosita por cuarta vez, la señora de 65 años, cabello en corte de pixie y pintado de violeta y bleach, por lo que Andrómeda me ha comentado Rosita siempre estuvo como amante de él esposo de Mariana.

- ¿Mi esposo? ¿Que esposo? Si soy viuda -dijo riéndose con su sombra; Rosita no era tonta sabia que Mariana no le diría nada de su esposo a menos que estuviera bastante tomada.

- Nooo comadre, su esposo Arturo el octavo marido suyo- dijo Tita, la señora de 43 años con tez negra, baja, de unos 4 pies y 5 pulgadas, llenita en peso y que tenía un whisky a la roca.

- ¿Arturo?- dijo entre duditabunda

- Si, Mariana, por Dios santísimo tu marido- dijo Antonella, la más joven del grupo que jugaba a la vez que fumaba con Andromeda. Sólo tenía 39 años, vestía un pantalón corto que enseñaba sus todavías ajustadas carnes.

- Ah, Arturo- dijo como si se acordará- ¿Al que le comieron el culo?- dijo dudosa y sonriente por su grandioso chiste.

Pronto por los auto parlantes del negocio comenzó aquella canción Los infieles de Romeo Santos.

Los viejitos comenzaron a sacar a bailar a las señoras y señoritas, Óscar el encargado de velar por la seguridad y quién estaba tomando un descanso me sacó a bailar, aquella bachata pegada y sensual.

Cuando terminó aquella canción, decidí marchar me. Era tarde casi media noche.

............

Caminé a pie buscaba hasta donde mi corazón me llevará, las galerías de arte estaban abiertas, así que entre a la primera que ví. Estaba bastante bien, no muy lleno de gente y con un espacio grande.
Después de disfrutar aquel arte continúe mi recorrido, nunca pensé que llegaría hasta el Penthouse de Aiden.

Caí en cuenta cuando ya estaba en el ascensor.
Las puertas grisaseas y brillantes se abrieron automáticamente, el piso estaba rodeado de una música de festejo, al caminar podrias ver a mucha gente bien arreglada, con tragos, compañía y otras cosas obvias para mencionar. Al entrar rapidamente se puede apreciar la sala de estar rodeada de pinturas, fotografías y bocetos a lápiz parecia una exhibición, más urbana quizás, pero aun podias apreciar la calidad del arte.

El que tiene tienda que la atienda...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora