No todas las sorpresas son bien recibidas.

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Contenido violento y no apto para personas sensibles.

Estoy embarazada- esas habían sido mis palabras. ¿Qué recibí a cambio? La mirada de odio de mi esposo y el reclamo.

[Recuerdo]

- ¿Cómo puedes estar embarazada? - preguntó levantándose y casi exigiéndome.

- Bueno, si metes tu pene en una vagina sin protección sin duda las mujeres quedarán embarazada. – pause- ¿Qué tiene de malo que lo esté? – pregunté pues me sentía algo decepcionada- Pensé que te agradaría saber que podemos tener este bebé- dije acariciando mi vientre.

- ¿Para qué? Para que lo pierdas también, no cuidaste lo suficientemente bien del primero, ¿Quién me dirá que esta vez es distinto? - dijo, pero más que una pregunta esta vez me reclamaba.

- Lo cuidaré, lo juró, siempre hablas como si fuera mi culpa cuando fue un accidente- dije entre lágrimas, traté de agarrar su brazo, pero lo rechazó.  - Went yo... ¿Me amas?-pregunte

-Ahora a que viene esa pregunta?- dijo extrañado mientras gritaba- si buscas ganar esta discusión...- le interrumpí

- Sólo dime, yo te amo... pero si ya no sientes lo mismo yo... Yo no puedo seguir así, tu mereces ser feliz y yo también, por tu hijo no tienes que preocuparte yo lo cuidaré y siempre podrás verlo lo juró- hablaba rápidamente entre sollozos y el me miraba anonado y con los puños apretados.

-Yo...- abrió su boca y la cerró- Deja de decir estupideces mujer- se marchó subiendo las escaleras a la habitación.

[Actualmente]

Eran las 8 de la noche y sinceramente prefería cerrar el negocio que ir a mi casa. De momento veo a Andrómeda entrar hablando entre dientes y protestar.

- ¿Ahora que hizo Santiago? - pregunté desde donde estaban los artículos de emergencia, que eran los que estaba arreglando.

- ¡Dios! - dijo tocándose el pecho como asustada- ¡Qué susto me has dado niña! – dijo regañándome tan pronto me vió.

- Lo siento, estabas murmurando entre dientes- dije sonriente o al menos es lo que buscaba aparentar.

- Ahí, Dios. Hija, necesito decirte algo, pero quiero que te calmes, puede que mis oídos de vieja ya no estén bien. - dijo seria, pero con unas ganas de soltar el chisme, como siempre.

- ¿Qué es? dime ya- dije desesperada, y obvio yo necesitaba saber el chisme.

- ¿Recuerdas a Niurca? - pregunto a lo que asentí. "obvio ¿Cómo podría olvidar la cara de tucán?"
- Pues no sé si sea cierto, pero mi comadre Ana me dijo que la vio enganchada del brazo de tu marido en un local de bebidas por aquí cerca. Y sabes cómo es comadre la encaró diciendo que dejara de coquetear como zorra, que él era hombre casado y ella le dijo que no le importaba; y que se metiera en sus asuntos- dijo como si estuviera contando el mejor bochinche. Yo por mi parte estaba que hecha a humos. Le escribí a mi hermano para saber si ella estaba con él. A lo que dijo que sí. Así que le marqué a mi hermano y le pedí que me la pasará.

[Llamada]

- Hola- contesto la maldita.

- Mira cínica de mierda, serás una puta y si mi hermano te aguanta ese es su problema, pero con mi marido no te metas. - dije enojada, es más sentía como el rojo cubría mi cara.

- ¿De qué hablas? - preguntó haciendo se la estúpida.

- Hablo de que le tiraste el ojo a Aiden y ahora a mi marido descarada, pero te advierto algo, lo mío yo lo defiendo con uñas y dientes. Así que cuídate ese pico maldita tucán si no quieres quedarte sin él- dije crujiendo mis dientes.

El que tiene tienda que la atienda...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora