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De repente todo el ruido de la fiesta se esfumó. La mueca de sorpresa de su rostro no desaparecía. Inclusive acercó tímidamente su mano para tocar la mejilla de aquella dama. Era igual a ella. La única diferencia de veía entre sus recuerdos y la realidad era su cabello. Era largo y se veía brillante.

Ella solo sonrió y tomó la mano de Kenny cerrando sus ojos.

¿Su toque siempre fue tan suave? ¿su rostro siempre fue tan bello? ¿Cuándo dejó de parecer humana para lucir como un ángel? Tantas preguntas y tan poco tiempo, porque ese instante quería recordarla así de hermosa, con un rostro tranquilo, tocando su mano suavemente.

Pero la realidad siempre llega. Esta vez con un hombre gigante de casi dos metros que llegó a interrumpir ese reencuentro.

-Mar-

Ella miró a ese poste vestido de azul con tranquilidad, mientras dejaba de tocar la mano de Kenny, mirando al sujeto con curiosidad.

-¿Te esta molestando?- preguntó, mirando a Kenny como si fuera un insecto.

Marjorie empezó a reír. ¿Cómo era posible que hubiese estado casi dos años sin escuchar ese tintineo? -No Craig! Déjame presentarte- dijo mientras con sus manos se encargaba de hacer las presentaciones pertinentes. –Él es Kenneth Mc Kormick, era compañero de la escuela. Solíamos jugar mucho juntos.

-Puedes llamarme Kenny, todo lo hacen- dijo mientras ofrecía su mano.

-Kenny, él es Craig Tucker- dijo mientras lo señalaba -Estamos estudiando juntos en Denver-

Craig saludó a Kenny al terminar la introducción de Marjorie.

Kenny miró a Craig esperando la típica charla vacía que venia después de las presentaciones pero no decía nada. Miró a Marjorie con incertidumbre. Ella lo vio y agregó -¡Craig no habla mucho pero es muy bueno!-

Luego de aquello, Craig le dio un vistazo a Kenny. Esos ojos fríos parecían que podían atravesar sus pensamientos. O al menos esa era la sensación que le daba. Y luego solo se fue.

-Kenny, debería ver tu cara- comentó Marjorie -Sé que parece muy intimidante, pero realmente es muy bueno-

-¿O sea que siempre mira a todos así?-

-Si, de hecho, cuando empezamos a vivir juntos era mas sombrío, pero después de la convivencia, ya esta más amable.-

La dulce voz de la pequeña rubia empezó a narrarle un poco de su vida en Denver, pero Kenny no podía ponerle la más mínima atención, ya que su pequeño cerebro estaba trabajando a toda velocidad.

¿Por qué Marjorie estaba viviendo con el poste gigante! Eso no podía ser bueno. Si mal no recordaba, sus padres eran muy estrictos, no iban a permitir que conviviera con ningún varón jamás salvo que... ¡se casen? Marjorie quizás era ahora Marjorie Tucker. Eso tenía sentido y era posible, quizás en ese estado era posible casarse a los 17 años.

Por esa razón ese sujeto asqueroso estaba preguntando si estaba o no molestándola con tanta cercanía. Maldición! Era muy bonita, tierna y maravillosa para esta casada! Que mierda!?

Kenny era ligeramente estúpido, eso explica porque repentinamente tomó la muñeca de Marjorie Scotch y la condujo al antejardín de la fiesta, donde habían menos personas.

La pequeña rubia lucía un poco confundida, pero estaba tranquila mirando el rostro de su compañero. Sus ojos se encontraron. Ella gentilmente tocó el rostro del muchacho y el tomó su mano.

-Kenny, te sientes mal? Quieres que llame a Kevin?-

-Dime tu nombre-

-Qué?- el rostro de Marjorie era un poema. Aparentemente el alcohol, la música o las drogas le habían pegado fuerte a su amigo.

-Por favor sólo dímelo-

-Mi nombre es Marjorie Abigail-

-¿Y tu apellido?-

-Kenny, me estas asustando-

-Por favor- le suplicó mientras tomaba la mano que yacía en su rostro un poco más fuerte.

-Scotch- dijo -Marjorie Abigail Scotch-

El rostro de Kenny parecía aliviado. Luego miró los ojos de su compañera y, la abrazó. La tomó entre sus brazos con fuerza, estrechándola en su pecho. Quizás con la fuerza de un náufrago abrazado la balsa.

Con su calor, entre sus bracitos de mujer. Su aroma, su suavidad, como extrañó todo eso. Lo dio por sentado y, luego de todo este tiempo podía al fin sentir esa presencia que había dado por pérdida. Y sintió como unas traidoras lágrimas humedecían sus mejillas.

Quería decirle algo, algo como en las películas románticas, algo que conmoviera a su pequeña. Pero no salieron, las palabras quedaron prisioneras en su garganta.

Bunny - Lo que callamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora