20

915 82 19
                                    


Marjorie aprovechó su fin de semana en South Park. Poco después del reencuentro en la fiesta, Marjorie fue a casa. Cuando amaneció, siguió la rutina que había implementado en Denver, así que inició con estiramientos en su habitación y, luego, trotó alrededor del lago.

Durante el trayecto, su imaginación no dejaba de pensar en lo que había pasado. Si bien parecía una sueño lejano, estaba bastante segura de que fue real... Principalmente porque había leído en su celular una mensaje de Kenny en la que le consultaba si había llegado bien a casa y que la quería. ¿Quién iba a pensar que el rompecorazones de su pueblo iba en serio? Sonrió negando mientras seguía su recorrido.

Ni ella podía decir si era o no en serio. Y no quería volver a desilusionarse con sus propios castillos imaginarios. Prefería guardar el recuerdo de esa noche curiosa y mágica y la reviviría cuando quisiera, sin consecuencias. "Definitivamente todo lo que pasó se debió al alcohol" se dijo, cuando ya estaba casi llegando a casa.

Luego, se duchó, vistió un chaleco rosa pálido y una falda larga blanca. Se maquilló los ojos con máscara de pestañas y sus labios con un labial rosa (costumbre que adquirió en Denver, pues para tener más éxito en las audiciones, había que ir "extra-bonita", decían sus compañeras). Bajó por las escaleras y empezó a preparar el desayuno para sus padres y ella.

Desayunaron todos juntos. Su padre estaba contentísimo de verla. La tomaba y la abrazaba a cada instante, lo cual era muy agradable para ella.

-¡Mi ángel más bello!- decía embobado -¿Cómo esta todo en Denver? ¿Ya eres prima ballerina? ¿comes bien? ¡Estas más delgada! ¿no quieres que nos mudemos para allá? ¡Linda, definitivamente debemos mudarnos! ¡Mi princesa está en los huesos!-

-¡Richard, deja de acosar a la niña!- decía su esposa, mientras lo alejaba y obligaba a tomar asiento en su lugar de la mesa -Pero es cierto que estas más delgada, cariño-

-Es normal, mamá, papá- les respondía mientras sonreía afable -En la academia sólo permiten que las postulantes den continuidad a sus estudios solo si cumplen los requisitos de estudios y de salud. En mi caso, estoy en el espectro normal... Creo que puede ser que me vea más delgada, pero la pesa no engaña...-

-¡Patrañas! Señorita, si esa academia mide todo eso, muéstrame los informes-

-Papá... es que es confide-

-¡Ahora señorita!- exigió su padre.

Marjorie, luego de un suspiro profundo, les mostró a sus padres sus antecedentes médicos. Cada dos semanas, tenían un control muy estricto de salud. Eso lo había implementado la escuela para poder identificar personas con trastornos alimenticios y poder intervenir a tiempo en esos casos.

Una vez que sus padres estuvieron convencidos de la información suministrada por su hija, escucharon atentos sus anécdotas viviendo en Denver.

-¿Sigues compartiendo piso con ese tipo?- consultó su padre, mientras daba un mordisco a su sándwich.

-Si, nos llevamos muy bien. De hecho él me consiguió transporte para ir y volver de esta visita-

Hacia dos años, el tema del compañero de departamento fue un tema álgido. El señor Stoch, al descubrir eso, casi retiro a Marjorie de la escuela. De hecho, aun no le gustaba nada eso, pero podía soportarlo cuando el muchacho se presentó en casa, declarando que no tenía interés en su hija porque era homosexual. Después del shock de la primera impresión, ya que fue lo primero que dijo, Richard no pudo hacer nada... ¿Si era gay no debía haber ningún problema, no? También, ahora estaba la moda de la tolerancia, quizás el seguir haciendo escandalo iba a ser perjudicial par a su imagen de persona progresiva y políticamente correcta.

Una vez terminado el desayuno, Linda y Marjo retiraron la mesa y lavaron los platos. La más joven vistió su abrigo, tomó su cartera y una bolsa de papel. Salió de casa a visitar a un amigo.

La caminata le resultó agradable pero corta. Una vez en su destino tocó la puerta y escuchó claramente:

-MAH!!!!!! LA PUEEEERTA-

-Puedes abrir amor? Estoy limpiando la cocina-

-Que mierda! Siempre tengo que hacer todo en esta puta casa- se escuchó la voz que rezongando, se acercaba a la puerta -¡Quién mierda es?- dijo Eric Cartman, quien lucía mucho más alto e intimidante.

-Hola Eric- sonrió ampliamente Marjorie-lamento molestar, ¿pero puedo pasar?-

-Vienes a romperme las bolas- sonrió Eric, mientras dejaba la puerta abierta para que la pequeña pudiera pasar.

Algunas cosas nunca cambian.

Bunny - Lo que callamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora