-Salimos en la cuarta escena... ¿alguna duda?-
Todos los bailarines negaron con la cabeza. Todos estaban muy nerviosos para contestar. Estaban utilizando toda su concentración en repasar mentalmente la secuencia de la presentación.
-Bien! Como lo ensayamos!-
La maestra vestía un vestido negro simple que, gracias a su figura y prestancia, lucía elegante. Fue a paso seguro hacia la radio pulsando el botón "reproducir".
Al son de la música clásica, los alumnos entraban al escenario en perfecta coordinación y armonía. Las bailarinas ejecutaban movimientos precisos, mientras la profesora observaba atentamente la interpretación. Sus ojos entrenados observaban a cada bailarina: pose, ejecución, coordinación.
A veces, paraba la música, entraba al escenario y con maestría mostraba los pasos que debían realizar. Otras veces, con enojo tomaba a quien estaba haciendo una ejecución insuficiente, llamando su atención y obligándola a retirarse.
-Debes estar a la altura de las demás, no vamos a bajar el nivel por ti- sentenciaba severa.
Esas eran las clases del tercer año de la academia. Durante los primeros dos, se igualaban las temáticas de los estudios obligatorios del país. El tercer año era el más complejo en la academia, ya que era el año en que se debía demostrar todo lo aprendido interpretando y ejecutando obras que debían ser presentadas en escenarios prestigiosos.
Sólo había cuatro horas diarias de entrenamiento obligado en la academia. En ellos, se enseñaba técnica y fundamentos. Todo el entrenamiento tenía que ser fuera de horario. El fundamento era probar la determinación de cada estudiante. Este sistema permitía a la academia formar en el cuarto año solo a la personas más dedicadas y talentosas. La tasa de resignación del tercer año era altísima.
Ese año iba a ser duro para Marjorine, pero no iba a fallar. Puso todo lo enseñado en casa a su servicio. Horarios estrictos, cronogramas más detallados, solicitaba la sala de entrenamiento de la academia cada día. Inclusive la profesora tuvo que hablar con ella para que bajara la frecuencia del entrenamiento, ya que podría ser contra produciente, ya que si se lesionaba podría ser el final de su carrera.
A lo anterior se sumaba un factor de estrés extra que fue la llegada de su pretendiente. Contra todo pronóstico, el rubio llegó a residir a Denver después de la graduación, sorprendiendo a Marjorine con una llamada telefónica.
Aparentemente Dios le concedió un milagro. De alguna manera se las arregló para conseguir un trabajo en una cafetería de la ciudad y pudo alquilar una habitación a pocas cuadras de distancia. También logró que lo aceptaran en un instituto técnico para formarse como asistente de aula. Si lograba pasar los cursos, podría convalidar parte de la malla académica para ser profesor, lo que era posible gracias a la tarjeta social de su familia.
-¡Ya quiero verte!- oía a al chico feliz.
-¿Estas aquí!-
-Si, en el café donde voy a trabajar, te mando la ubicación por mensaje. Como aun no conozco no podría ir a buscarte, pero en el futuro claro que lo haré-
Rápidamente, la de ojitos celestes tomó su abrigo y le avisó a Craig que iba a salir. Con sus piernas agiles, iba trotando a toda velocidad, vio la dirección y sabía donde estaba el lugar.
Cuando llegó, vio el local cerrado y no había nadie. Empezó a revisar el celular, quizás por la emoción se había equivocado. En eso estaba cuando sintió un par de brazos que la envolvían desde la espalda. Era un agarre suave pero firme.
-¡Te encontré!-
Era su voz. Ella abrazo esos brazos con dulzura.
Desde ese encuentro en la fiesta, desde hace un año... Kenny se esforzó muchísimo, más d elo que jamás pensó que podría hacer. Habló con ella cada día y, poco a poco, entre historias diarias y sueños, logró enamorarla nuevamente.
No tocó a otras personas. Sólo quería estar con ella. Así que se lo demostró, fue a visitarla dos veces a Denver antes de hoy. En su cumpleaños y en su aniversario (como lo bautizó él) que coincidía con la fecha de la fiesta. En esas ocasiones le volvió a prometer que la iba a enamorar y que quería estar solo con ella, de manera exclusiva.
Ella le brillaban los ojitos, como antes. Como el la recordaba en sus sueños. Ya no le tenía miedo ni le recriminaba nada. Solo atesoraban esos breves momentos donde podían estar juntos.
Marjorine suavemente, se dio vuelta y lo miró regalándole una de sus sonrisas. Él se sintió desbordado, como su corazón latía con fuerza y como sus manos tocaban a su persona especial. Se sentía afortunado de volver a ver a sus ojitos celestes.
La tomó y la besó suavemente.
-Te extrañé-
-Yo también, Kenny-
Se sentía como un sueño. Le tomo su mano suavemente y empezaron a recorrer la nueva ciudad, que las brindaría un futuro, que para él iba a ser hermoso.
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Bunny - Lo que callamos
RomanceSouth Park, fem Butters x Kenny. Una amistad entre Marjorie y Kenny. Dos tontos con secretos.