Te Amo Ray [TPN. BL]

XXXIII

—¿Tienes todo listo?

—Sí. Ya está todo guardado en la maleta.

—¿No olvidas nada?

—Nop

—En ese caso ya-

—¿Norman?

Ray se acerca a su esposo, quien había detenido todo labor para quedarse quieto en su lugar y sujetarse de uno de los mueble.

—¿Estás bien? Has estado así desde hace varios días.

—Estoy bien—Se incorpora, mostrado una sonrisa en su rostro para calmar a su pareja.

—A mi no me vas a engañar. En cuanto lleguemos iremos con Zack.

—Ya te dije-

—Y no me salgas con un "Estoy bien" ¿Ok? Ahora vámonos.—Deja un beso en la mejilla de su esposo, tomando una de las maletas e ir a la puerta.

Norman desde su lugar solo sonrie, feliz de ver a su pareja preocuparse por su bienestar. Así de verdad parecía una esposa.

Tomo las maletas que hacían falta y salieron de la casa, subiendo a un auto que los llevaría a la pista en dónde se supone que estaría el avión que los llevaría de regreso, y así fue. El vuelo duraría un par de horas pero para la noche llegarían de regreso a su nuevo hogar, en dónde comenzarían definitivamente su vida como casados.

Por fortuna Emma, Gillian y el resto de las chicas no estaba en su casa armando un escándalo como normalmente lo hacían, ya que ni les habían avisado de su regreso, o bueno, Ray no había dicho nada ya que había sido un viaje agotador para ambos.

Norman literalmente corrió al baño del avión como seis veces solo para devolver todo lo que comía y andaba muy exigente con cada alimento que metía a su boca, por otro lado el azabache tenía que estar ahí ayudándole en todo lo que el quisiera, incluso se había puesto el albino un poco sensible cuando vieron una película que se estaba reproduciendo durante el viaje, en la que solo se había puesto a llorar por ver como el protagonista no conseguía cruzar la calle. Fue muy agotador.

—No se que es lo que me está pasando.—Menciona con cansancio, recargandose en la puerta de su habitación mientras ingeria una pastilla para esos dolores de cabeza que lo estaban matando.—Parezco embarazada.

—Pero sabemos que eso es anatómicamente imposible. Al menos contigo— Lo último lo dijo en un susurro, casi nostálgico. Ah, el quería tratar de olvidar eso.

—Ray, has pensado en que-

—Sí, lo pensé muchas veces.—Interrumpio, sonriendo ligeramente mientras jugaba con las cobijas.—Pero ya hemos tenido intimidad más de una vez y no ha pasado nada, que ocurra ahora sería... ¿Raro?

—Supongo.—Abandona la puerta, dejando el vaso en la mesa de noche y acercarse a su pareja, metiéndose entre las cobijas y abrazar al azabache.— Si lo quieres intentar, solo dime.

No da una respuesta inmediata, solo se aferra a las ropas de su pareja, acurrucándose más y aspirar su aroma tranquilizador.

—Sí, lo haré.

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—Entonces ¿Quien se la metió a quien?

—¡Gillian!— Y es Anna como siempre, la que interfiere en la preguntas sin filtro que la rubia de su compañera siempre hace.—Vuelve a hacer esa clase de preguntas íntimas y ni a dormir con el perro te voy a mandar, irás a la bañera.