XXXVII

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—¡Duele, duele, duele!—Repetia una y otra vez, estaba sudando y sentía que el aire se le iba de los pulmones. El espacio cerrado del auto no ayudaba en nada.

—Ray vamos respira.—Gillian trataba de ayudar al azabache mientras estaba sufriendo los apretones de mano de su amigo a causa del dolor. Eso le dejaría una marca.

—Mierda. Ray no te duermas—Anna le dio golpecitos en la mejilla para que Ray no durmiera de lo contrario se acabaría todo.

No dijo más, puesto que las contracciones se estaban siendo constantes y no paraba de soltar gritos y quejidos, la hemorragia no era tan fuerte pero aún así la sangre no dejaba salir, la futura médico notaba lo pálido que se estaba poniendo su amigo.

Isabella que también iba a su lado le retiraba los cabellos de su frente y los ataba ya que el cabello le había crecido bastante, casi rozando sus hombros, susurraba el nombre de su hijo pidiendo que fuera fuerte que ya todo pronto pasaría.

—Mamá.

—Lo vas a lograr, eres fuerte.—Le dio acaricio la mejilla, alcanzando a recibir un pequeño asentimiento de parte de su hijo.

Su pecho subía y bajaba, las respiraciones eran erráticas y todo su cuero pesaba.

Elizabeth quien iba al volante marco al celular de Emma, ya estaba cerca de llegar al hospital pero estaba preocupada por su hijo que iba en la camioneta de Barbara junto a la pelirroja.

—¿Emma?

¡Tía Elizabeth!

¿Cómo está Norman?

Pues aún no se a muerto así que está bien, aunque está mareado.

Ya vamos a llegar, si hace falta dale unas cachetadas para que reaccione. Ray lo necesita, está grave y la hemorragia no parece detenerse.

No se preocupe, nosotras nos encargamos.—Despues de eso la llamada fue terminada.

—¡Llegamos!—Anuncio Elizabeth.

Entre todas ayudaron a Ray a bajar, afuera del hospital ya hacía Zack esperando al azabache con unas enfermeras y una camilla, ayudándolo a subir a esta. Detrás de ellos llegaban Norman y el resto.

Toda la turbia de amigas de la pareja enteraron a urgencias, pero era más que evidentemente que no podrían entrar todas.

—Señoritas no pueden entrar—Dijo la enfermera deteniendo a todas antes de entrar al quirófano.

—¡Dejelo pasar a él!—Grito Emma detrás de todas, abriéndole paso hasta llegar al frente con un albino bastante mareado.—Es el padre déjelo pasar.

—Bien, sígame.—Norman asintió. Sentía que todo giraba pero tenía que llegar con su esposo. El miedo no lo podía cegar en ese momento.

La enfermera lo guió hasta llegar al quirófano después de colocarle todo el equipo médico correspondiente, dónde Ray estaba gritando un y mil groserías, que al ver a Norman solo le dedicó una cara molesta.

—¡Abstinencia hasta que el bebé tenga 6 años!—Pese haber gritado eso seguía quejándose y tenía los ojos somnolientos, haciendo un enorme esfuerzo para no dormirse.—No te atrevas a irte de aquí.—Las lágrimas comenzaron a brotar, estaba demasiado asustado y sentía que ya no podría aguantar más. El sudor descendía, evidencia del esfuerzo que estaba poniendo no solo para si mismo sino también por su hijo.

—No pensaba hacerlo—Norman se acerco, tomando una de las manos de su pareja mientras sentía los apretones por el dolor de su amado azabache, que ahora estaba soportando un terrible dolor a causa de su bebé.

Te Amo Ray [TPN. BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora