Adrián se despertó varias veces durante la madrugada. No dejaba de darle vueltas a lo mismo y eso no le dejaba dormir. Y finalmente, tras dos horas dando vueltas por la cama, consiguió dormirse. A la mañana siguiente, bajó a la cocina a preparar su desayuno. No escuchó a su madre, ni tampoco a Óscar, por lo que intuyó que ambos estarían trabajando. Llamó a su novio por teléfono y lo invitó a desayunar. Le había mandado su ubicación, así no le sería difícil encontrar el sitio. Esperó pacientemente mientras le daba un repaso a sus apuntes de periodismo. No le entusiasmaba demasiado aquella asignatura, pero las había peores. Anotó en una hoja de libreta aquellos puntos donde debía de hacer más hincapié, ya fuera porque estaba convencido de que era una pregunta de examen o porque. Llamaron al timbre, aunque no hacía falta que le dijeran quien era. Se miró al espejo de pasadas y se acicaló un poco. Al abrir la puerta se encontró a su novio.
—¡Chocolate con churros a domicilio! —Anunció Alejandro.
Adrián se hizo a un lado, invitándolo a entrar. Alejandro vestía una sudadera de color negro, un gorro de lana negro y unos pantalones vaqueros bastante desgastados de color gris.
—¿Y dónde está ese repartidor buenorro que me prometieron? —Inquirió juguetonamente—. Creo que voy a poner una queja.
—Ha habido una baja de última hora y me han enviado a mí. Descuida, que te cobraré en besos.
Se besaron. Fue un beso muy ansiado por ambos durante esos escasos segundos de juego. Entraron en la cocina y se sentaron en la mesa, uno muy cerca del otro. En tan solo veinticuatro horas se habían echado muchísimo de menos y tenían muchas cosas que contarse.
—Empieza tú. —Pidió Alejandro untando sus churros en la taza de chocolate.
—No, empieza tú.
—Bueno, vale. Pues empiezo yo. —Dijo Alejandro—. Pues a ver, con mi padre me ha ido bastante bien. No es el tío que yo recordaba, es muy majo y su pareja también lo es. Y se ha tomado muy bien lo de que esté contigo. A ver, no es para menos, cuando su pareja es un chico. —Sonrió—. Por cierto, quieren conocerte. Estás invitado a comer con nosotros en Navidad.
—¿Día 25 de Diciembre? —Alejandro asintió enarcando una ceja—. No me mires así, ¿quién querría pasar la comida de Navidad con un desconocido?
—No eres un desconocido, ¡eres mi novio!
—Desde luego que ha tocado la lotería. Yo he discutido con mi madre, se ha tomado mal que descubriera lo de mi padre. —Comentó, después suspiró—. Ya sabes cómo es. Le gusta darle la vuelta a todo para llevar la situación a su terreno.
Alejandro asintió dejando un suave apretón sobre su pierna. Estuvieron varios minutos desayunando en completo silencio. Disfrutaron de ese chocolate con churros que dejaron para otro momento en la estación cuando fueron sorprendidos por Óscar. Adrián recogió la mesa y puso los cacharros a fregar, mientras el del pelo negro limpiaba unas migajas con la mano.
—¿Y todavía no le has contado lo nuestro?
—Todavía no. —Contestó Adrián—. No me parecía buena idea hacerlo después de la discusión que tuvimos. Habrá que esperar.
Alejandro coincidió con él, no era una buena idea contárselo en pleno conflicto. Lo último que Adrián quería, es que su madre pensara que se lo había dicho para hacerle daño. En cuanto terminó de fregar los cacharros, se lo llevó del brazo a su habitación. Esta no era muy distinta a la suya de Valencia, pero le inquietaba el hecho de que no tuviera ventana. Ambos se tumbaron en la cama y entre muestras de cariño y besos fugaces, hablaron sobre los exámenes de Enero y otras cosas de la universidad.
ESTÁS LEYENDO
Contra lo desconocido. #1 [TERMINADA] #PGP2020 #GAY
Teen Fiction[Primera parte de la trilogía "Contra lo desconocido"] Tras descubrir a su mejor amigo implicado en una trama de abuso sexual, Adrián Rubio decide poner tierra de por medio e irse de Madrid para estudiar la carrera de publicidad y relaciones pública...