Capítulo 9: Alejandro.

436 59 36
                                    

—¡Vamos a morir sin saber qué mierdas pasa en el Área 51! —Vociferó Javier agarrando a su amigo del brazo—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Vamos a morir sin saber qué mierdas pasa en el Área 51! —Vociferó Javier agarrando a su amigo del brazo—. ¡No podemos permitirlo! ¡Hay que coger un vuelo para los Estados Unidos y ver qué pasa por allí! ¡Se van a cagar!

—¿Te imaginas que llegamos nosotros y descubrimos toda la verdad?

—¡Encima nos haríamos famosos y nos entrevistarían en todas partes! ¡Que tiemble Donald Trump!

—¡No vamos a contarlo! ¡seguro que nos mandan a la CIA para detenernos y nos condenan a cadena perpetua! Se lo contaremos únicamente a nuestros nietos y a Irene, Javier

—¿Y qué razones tendrían para encarcelarnos?

—Por revelar secretos del Estado, ¿por ejemplo?

—Jo, yo quería ser famoso.

Ambos chicos rieron a causa de los efectos del alcohol. Llevaban varias copas de mal y habían llegado al punto de mantener conversaciones absurdas que ni ellos mismos entendían. Javier dio un nuevo trago a la botella y se quedó mirando a unos chicos que pasaron por delante de ellos mirándolos con cara de pocos amigos. Uno de ellos se dirigió hacia otro y le susurró algo en el oído que Adrián no llegó a escuchar, pero Javier sí.

—¿Buscas pelea, tío? Porque si la buscas has venido al sitio adecuado, gilipollas. —Se arremangó e hizo amago de ponerse en pie, pero Adrián lo detuvo.

—¡Está bromeando! No le hagáis ni caso. —En cuanto tuvo la garantía de que ya no los escuchaban, golpeó el brazo de Javier—. ¿Otra vez? ¡no puedo ser tu niñera siempre!

—Me han mirado mal. Te juro que uno de ellos me ha llamado maricón, no lo voy a dejar pasar más veces. ¿Sabes cuántas veces me han llamado maricón en lo que llevamos de mes?

—¿Y la solución es recurrir a la violencia?

—¡Pues sí! ¿no ves que las palabras no surten efecto en los machirulos estos? Un buen golpe seguro que le quitaba las ganas de seguir diciendo gilipolleces.

Adrián rodó los ojos sabiendo que no lograría hacer que entrara en razón. No obstante, una parte de él lo comprendía, seguía sin parecerle que la violencia fuera el medio más adecuado para resolver el problema. Los chicos siguieron bebiendo en silencio hasta que al madrileño se le ocurrió hablarle del último sueño que había tenido. Aunque, en realidad, no era un sueño, sino una alucinación que tuvo cuando consumió LSD por última vez y David lo descubrió totalmente desorientado en un callejón cerca de su casa. Esa noche había salido de los entrenamientos y se sintió tan agobiado que decidió tomar drogas. Al principio se sintió liberado, los colores tenían texturas y olores muy agradables. De vuelta a casa, notó una presencia a sus espaldas, pero estaba tan absorto viendo cómo todo se deformaba a su alrededor que no le prestó atención. Cuando se dio la vuelta, descubrió que un total de doce sombras lo perseguían. Echó a correr hasta quedar arrinconado en un callejón sin salida. Las sombras flotaban, atravesaban las paredes y todo el mobiliario urbano cambiaba o se comprimía hasta desaparecer. En ese momento, fue un alivio que su ex mejor amigo apareciera para salvarlo, pero le costaba relacionar su nombre con algo positivo.

Contra lo desconocido. #1 [TERMINADA]  #PGP2020 #GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora