23 Diciembre, 2019.—¿Ya lo tienes todo preparado? —Preguntó Alejandro una vez Adrián cerró su maleta y se dejó caer exhausto sobre la cama.—. Oye, que nos vamos una semana, no un mes.
—Ya lo sé. —Le contestó haciéndole burla—. ¿Has ido a ver qué hace mi padre? Mira a ver qué hace, que no quiero perder el tren.
—Está viendo el fútbol. Tiene hecha la maleta desde que se lo dije. —Respondió Alejandro—. Tampoco tiene demasiadas cosas que llevarse. Solo sus camisas arrugadas y sus vaqueros desgastados. No tiene mucho estilo que digamos.
Era cierto, Adrián no recordaba haberlo visto vestir nada más que eso. Alejandro se colocó delante de su novio y se agachó para abrazarlo.
—Relájate, ¿quieres? que aún queda una hora y media.
—¿Te recuerdo que todavía tenemos que llegar a la estación?
—¿Y yo que soy tu novio y que me tienes totalmente desatendido? —Se sentó sobre su regazo—. Me tienes a dos velas desde la semana pasada, majo.
—Alejandro... —Musitó al verlo aproximarse hacia sus labios. No podía decirle que no si se le sugería de esa manera—. Para...
—Relax...
Empezaron a besarse apasionadamente. Se besaron y acariciaron durante un par de minutos, hasta que Esteban entró en la habitación y se los encontró tumbados en la cama. El padre de Adrián aprovechó para regañarlos y recordarles que las vecinas los tenían entre ceja y ceja. Aunque ambos sabían de sobra que a Esteban no le molestaba lo más mínimo verlos tan acaramelados.
—Recoged las cosas, que he llamado un taxi. —Les avisó Esteban—. Debe de estar ya esperando en la puerta. Id bajando, que el taxímetro corre.
—¿Un taxi? —Dijo extrañado Alejandro.
—¿Qué pensabas hacer? ¿hacer dos viajes con la moto y luego aparcarla por ahí? —Negó con la cabeza—. Si esque no piensas, chaval.
Tenía razón, ese plan no era demasiado lógico. Se subieron al taxi e indicaron al conductor a dónde tenía que llevarlos. Desde el primer momento en el que subieron al coche, Alejandro estuvo discutiendo con el taxista porque no le dejaba poner algo de rock en la radio. Al llegar a la estación, les sorprendió ver tanto gentío. Todo el mundo quería volver a casa por Navidad, nadie quería pasar las fiestas lejos de su familia. Algunos se iban y otros volvían. Se fijaron en una pareja de enamorados que se besaban apasionadamente entre lágrimas, luego en unos niños pequeños corriendo hacia su padre y por último en un señor mayor vestido con un abrigo negro y un sombrero a juego con una pluma blanca en uno de los laterales, sentado en una banqueta con los pies apoyados sobre su maletín de cuero, mirando fijamente hacia los trenes que llegaban. Echó un vistazo a su reloj de bolsillo unas tres veces en un lapso de veinte segundos. Parecía estar esperando a alguien, pero ese alguien no aparecía. Pero de repente levantó la cabeza y sonrió. Un hombre que rozaría los sesenta que vestía una elegante y sofisticada gabardina, se dirigió a él con los brazos abiertos y un ramo de flores.
—Eugene... —Dijo con lágrimas en los ojos el hombre del sombrero.
—Mon amour...
Se abrazaron efusivamente, demostrándose cuanto se amaban después de tanto tiempo sin verse. Se separaron, pero solo unos escasos centímetros para poder besarse. Adrián y Alejandro estuvieron observando hasta que lanzaron la última llamada a su tren.
—Dime que no estás llorando. —Comentó Adrián viendo a su novio frotar sus ojos.
—He pensado en nosotros. En que algún día, tú vendrías a buscarme con ese sombrero tan feo y que seguiríamos juntos teniendo esa edad.
ESTÁS LEYENDO
Contra lo desconocido. #1 [TERMINADA] #PGP2020 #GAY
Teen Fiction[Primera parte de la trilogía "Contra lo desconocido"] Tras descubrir a su mejor amigo implicado en una trama de abuso sexual, Adrián Rubio decide poner tierra de por medio e irse de Madrid para estudiar la carrera de publicidad y relaciones pública...