Capítulo 8:

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—¿Te das cuenta de que siempre llegamos tarde a los sitios por tu culpa? —Le reprochó un molesto Adrián

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—¿Te das cuenta de que siempre llegamos tarde a los sitios por tu culpa? —Le reprochó un molesto Adrián.

Javier se giró hacia él para mostrarle su dedo corazón, pero ,aún así, no se detuvo. Caminaron a toda velocidad por las vías del tranvía prestando atención por si el tren se aparecía a sus espaldas y había que echar a correr. El turolense pegó una carrera hasta alcanzar a Adrián y lo agarró de los hombros. El madrileño se quejó con un gruñido y automáticamente pegó un pequeño golpe en el brazo.

—¿Qué? ¿no dirás nada al respecto? —Continuó Adrián.

—Mira quien fue a hablar. —Contestó Javier—. El que no empezó a arreglarse hasta los últimos diez minutos y luego no sabía qué ponerse.

—De todas formas, siempre estoy listo antes que tú. —Objetó.

Poco después, llegaron a la parada. No había nadie más que ellos dos esperando. Adrián se sentó mientras que Javier depositó el bono sobre el lector de tarjetas. Dio error hasta en tres ocasiones. Empezó a maldecir en voz baja y a golpear la máquina. Hasta que Adrián se dio cuenta, dedicó parte de sus pensamientos negativos a la familia del tipo que le había estropeado la tarjeta.

—Tío, ¿qué más da? Si nos colamos nadie se va a enterar. —Dijo Adrián.

—Hay revisores, ¿no te acuerdas del otro día?

—A estas horas no habrá ninguno. —Aseguró con certeza—. No los hay en Madrid, aquí mucho menos.

—¿Qué insinúas? —Inquirió Javier achinando los ojos.

—Hombre, en Madrid hay muchísima más seguridad que aquí porque es la capital. —Respondió justificándose—. No digo que Valencia sea menos, pero eso es un hecho, no me jodas.

Aunque a Javier pudiera molestarle la comparación entre su querida Valencia y Madrid, no había dicho ninguna mentira. El chico se sentó a su lado. Esperaron el tranvía por veinte largos minutos en los que no se dirigieron la palabra. Adrián se preguntó si su comentario le habría molestado o solo se encontraba sumido en sus propios pensamientos. Al final optó por llenarse un vaso de vodka blanco con Fanta de naranja. Había costado convencer a Javier para comprar vodka en lugar de ginebra, pero accedió a regañadientes cuando Adrián le ofreció ver juntos la serie con la que tanto le había insistido los últimos días.

—¿Qué hacemos al final? —Preguntó Adrián—. Nos colamos, ¿no?

—Qué remedio. —Respondió.

En cuanto Javier vio el vaso de Adrián se lo fueron pasando. Las vías se iluminaron por una luz amarilla. Se pusieron en pie de un respingo, era el tranvía. Subieron y aprovecharon que había dos asientos libres al final del vagón para poder sentarse. Adrián le preguntó por la duración del trayecto, pero no respondió. El del pelo castaño chasqueó los dedos para captar su atención.

Contra lo desconocido. #1 [TERMINADA]  #PGP2020 #GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora