Capítulo 2:

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6 Septiembre, 2019

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6 Septiembre, 2019.

Era uno de los veranos más calurosos que recordaba, pero con diferencia. Apenas había salido de casa, ninguna de sus amigas le había invitado a la piscina y los pocos planes que le sugerían incluían a David en ellos. Se había vuelto un ser antisocial hasta llegar al punto en el que se olvidaban de avisarle. Sonó su despertador y lo apagó casi al instante. Esa noche no consiguió pegar ojo, había vuelto a soñar con el que era su mejor amigo. Se había convertido en el pan de cada día desde lo que ocurrió. Y de aquello hacía tres meses y un par de días. Aún así, no conseguía acostumbrarse. Cada pesadilla era peor que la anterior y en cada una de ellas, David tenía un aspecto más monstruoso.

Se obligó a salir de la cama y fue directo al baño para asearse y hacer sus necesidades. Después regresó a su habitación y se vistió con la ropa que se había preparado el día anterior: Unos pantalones tobilleros azules y una camisa blanca con rallas rojas. Bajó a la cocina y se encontró a Óscar, quien le dio los buenos días y le dedicó una sonrisa amable. Se sentó junto a él y se sirvió el desayuno que había preparado para ambos.

—No creo que debas ir a esa universidad, Adrián. Aún estás en lista de espera aquí, seguro que te cogen en la Juan Carlos. Ya sabes cómo va eso de las listas de espera, puede que si esperas un poco... —Insistió Óscar. El madrileño puso los ojos en blanco, no era la primera vez que intentaba convencerlo de que se quedara en la capital—. Tu madre no ha dejado de llorar desde que se lo dijiste, tiene muchas ganas de que celebremos juntos tu décimo noveno cumpleaños y....

—Óscar, que mi cumpleaños es en abril. —Interrumpió—. Aprovecharé el puente de octubre para pasar unos días con vosotros y... —Óscar lo miró no demasiado covencido—. No voy a quedarme en casa para siempre, no soy un niño. —Observó a su padrastro echarse leche en el bol—. Tráeme la caja de cereales, por favor.

Óscar se levantó de la mesa y le sirvió de mala gana. Antes de volver a sentarse en la mesa, se asomó al pasillo para comprobar que su novia, Rosa Martínez, no anduviera merodeando cerca. De lo contrario, sería su fin.

—¡Que no quiero que tu madre me dé la chapa todo el rato! —Exclamó en voz baja—. Tú te quedas aquí a hacerme compañía.

—¡Pero es que ese no es mi problema! ¡es tu novia! —Replicó después de llenarse un vaso entero de leche—. ¡Tú has elegido aguantarla! ¡yo no!

—¿Como que no es tu problema? Si que lo es. Por tu culpa voy a estar a esto. —Indicó la diminuta cantidad con sus dedos—. De jugarme la relación. Tu eres su niño querido y si su niño no está, se pone de mal humor y si está enfadada...

—Entonces ocúpate de que sea ella misma quien me deje ir y punto.

Óscar resopló. Empezó a darle vueltas al asunto soltando algún que otro improperio de vez en cuando.

—Piensa en todo el tiempo que os dejaré a solas... —Finalmente suspiró.

—Ojalá fuera de esos padrastros tan malos que salen en las películas. —Masculló abatido. Guerra psicológica Adrián 1—0 Óscar.

Contra lo desconocido. #1 [TERMINADA]  #PGP2020 #GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora