Capítulo 41:

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13 diciembre, 2019.

Adrián y David fueron aceptados en el equipo casi de inmediato. Habían retomado los entrenamientos hace tan solo una semana. Para sorpresa del segundo, el entrenador lo adoraba, mientras que a Adrián lo detestaba. Le habían contado que podría haber participado en el campeonato de España con la élite, pero eso le sirvió para añadir a lista una razón más para odiarlo. Retomar los entrenamientos estaba siendo más duro de lo que imaginaba.

Su entrenador, Enrique Soler Hurtado, alias «Ricky», alias «el único imbécil de la tierra capaz de ponerlo a correr bajo la lluvia», le había dicho que necesitaba ganar fondo, en palabras textuales: "Si hubiera un incendio, no llegarías a tiempo para salvar a tu puta madre." Estuvo reprochándose durante una semana no haber hecho absolutamente nada de deporte durante el verano, pero ya no había vuelta atrás, tenía que acarrear las consecuencias.

—Tío va a caer una buena en cuestión de minutos. Y aún no te has cambiado —Advirtió David viendo hacia el cielo.

—No pienso volver a casa hasta que el imbécil no reconozca que he ganado fondo desde la última vez. —No era necesario que le dijera a quién se refería. Ricky era la única persona a la que había apodado así—. ¿Y qué mejor tiempo que este como homenaje a los entrenamientos?

—Te has vuelto loco. Pero completamente loco. —Reconoció David—. ¡Ni siquiera han encendido las luces! ¡no vas a ver nada!

—¡Estás haciendo esto porque no quieres quedarte solo con Javier e Irene!

—Javier, el mayor error de mi vida...

Su insistencia no le haría cambiar de opinión. David resopló, ya no sabía qué más hacer para convencerlo de que volviera a casa con él. Nunca había conocido esa faceta tan autoexigente de Adrián y lo cierto era que le preocupaba.

—Última oportunidad, tío. Va a caer un buen chaparrón. Quien avisa no es traidor.

—Que me da igual, quiero que se coma sus palabras.

David miró a su amigo con pena. Habían empezado a caer las primeras gotas. Sabía que se venía un buen chaparrón y no conseguía convencerlo de que volviera a casa. Adrián acabó la conversación iniciando la marcha al trote. Hacía viento, hacía frío y llovía mucho más que antes. Pero ni el mismísimo apocalipsis vencería a su orgullo. A la tercera vuelta sintió que se ahogaba, estaba agotado, completamente empapado y muerto de frío, pero siguió con su cometido. Divisó a su entrenador. Lo estaba observando desde la cornisa del edificio de deportes. Ambos chicos estaban desafiándose en un reto a muerte. Uno por reclamarle al otro su sitio y el susodicho por aceptar que se había equivocado.

—¡Esas piernas! ¡más arriba! —Le indicó haciéndose ayuda de un megáfono—. ¡Up! ¡up!

Las piernas no le funcionaban, pero se esforzó. Ricky estaba viéndolo. Se negó a parar aún cuando su cuerpo se lo exigía. Su entrenador estaba pendiente del cronómetro, esperando a que empeorara todavía más su marca, deseando echarle una buena bronca por haber empeorado.

—¡Está bien, suficiente por hoy! ¡has superado tu marca por tres minutos! —Anunció haciendo uso del silbato.—Venga corre a cambiarte.

Tenía claro que Ricky no le felicitaría por el tiempo extra y por haberse superado a sí mismo en aquellas condiciones climáticas

—Mañana continuaremos con los entrenamientos físicos, procura no venirte muy arriba. No estás ni de lejos a la altura de los demás.

¿Pero qué se había creído? Él no era un egocéntrico como para creerse más que nadie. Tal vez si no estuviera tan pendiente de sus músculos, se habría dado cuenta de que no trataba de complacerlo, sino de superarse a sí mismo.

Contra lo desconocido. #1 [TERMINADA]  #PGP2020 #GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora