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Basto una sola noche para que ambos dejaran de lado sus diferencias y rencores.
Basto de unos cuantos síntomas paraligarlos de por vida.
Y basto con tres palabras para cambiar el restos de sus vidas:
- Raúl, Quedé Embarazado.
Bo...
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Después del tremendo golpe recibido en su nariz, Borja no se iba a rebajar a golpear la puerta nuevamente y tener que verle la cara a ese extraño, no señores.
Lo que hizo fue algo mucho mas adecuado para su orgullo.
-¡Alex!-Gritó a todo pulmón fuera de la casa de Rubén.
Pero no lo más adecuado para su edad.
No tuvo que gritar nuevamente, su amigo abrió la puerta a los segundos.
-¿No puedes tocar el timbre o tocar la puerta como una persona normal?-Preguntó con una enorme sonrisa que denotaba sarcasmo.
-Para que golpeen mi nariz, no gracias-Contestó pasando dentro de la casa- Un loco extraño está en la casa y por esa barba, se que no es Rubén.
-Te refieras a Raúl, oh, ese chico es realmente un amor-Dijo Alex con una pequeña risita.
Borja no pensó lo mismo.
-Es un estúpido que me cerró la puerta en la nariz, de verdad, deberías de decirle a Rubén que tenga cuidado de con quien se junta.
-Pero Borja...
-¿Qué loco sale en calzones? Debe estar demente o algo, ¿A pensado en ir a un psicólogo? Seguramente le haría mucho bien-Interrumpió Borja sin darle ninguna oportunidad de hablar a Alex.
-¿Y a qué loco se le ocurre decirle a un extraño "wow muslos"?-Preguntó una voz a sus espaldas.
Borja rodó los ojos, ignorando el rubor que comenzó a surgir en sus mejillas por el recuerdo.
-Perdoneme señor bóxers, pero si vas a abrir la puerta ponte una camisa por lo menos-Exigió dando media vuelta para encararlo.
-Mi nombre es Raúl, niñito.
Ugh, justo lo que mas odiaba Borja, que lo llamaran niño. Tenia veinticuatro años pero su cara de bebe no lo demostraba y era algo que odiaba con toda vida, al igual que a los idiotas que lo llamaban "niñito", "niño" o algo parecido.
-¿Qué crees?-Preguntó con calma-¡No me importa!
Dicho esto, se dirigió a la puerta principal para salir de la casa.
-Te espero en el coche, Alex.
¿Quién dijo que la segunda impresión podría ser mejor que la primera?
