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Basto una sola noche para que ambos dejaran de lado sus diferencias y rencores.
Basto de unos cuantos síntomas paraligarlos de por vida.
Y basto con tres palabras para cambiar el restos de sus vidas:
- Raúl, Quedé Embarazado.
Bo...
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Borja despertó con un punzante dolor de cabeza y...en su trasero.
Abrió bruscamente los ojos.
-Este no es mi cuarto-Murmuró, su corazón se aceleraba a cada segundo transcurrido.
Sentado en la cama, observó la habitación en donde se encontraba tratando de recordar algún suceso de la noche anterior, pero solo recibió mas dolor de cabeza a cambio.
La habitación era rustica, de madera, pulida y muebles oscuros, había dos, puertas y ventanas en la parte superior que permitian el acceso del sol en todo el lugar.
Definitivamente no conocía el lugar.
Sus manos cubrieron su cara, sus ojos se cerraron y permitió a su cuerpo volver a la comodidad de aquel colchón desconocido mientras pensaba en que problema se había metido la noche anterior y con quien.
Le daba miedo saber la respuesta.
Respiró hondo y se obligó a si mismo a calmarse. Si quería recordar, primero tenia que estar tranquilo y sereno o los recuerdos no se dignarían en aparecer.
Un brazo se coló por su estómago y la mano se ancló a su cadera acercándolo a un cuerpo ajeno escondido entre las sabanas de la gran cama.
Borja gritó.
Su acompañante aún entre las sábanas cayó al piso, soltando un aullido de dolor.
Un momento, Borja conocía esa voz y no le agradaba nada a quien le pertenecia.
No quería voltear a ver, realmente no quería, prefería agarrar su ropa e irse corriendo tratando de pensar que nada ocurrió, sin embargo, ya no era un adolescente tonto y despistado que podía darse esa libertad. Ya era un adulto y debía de vivir con la consecuencia de sus actos.
Volteó.
-Ay no- Su cabeza cayó contra la palma de su mano en cuanto vio a Raúl Álvarez sobándose la cabeza en el piso, aún entre las sabanas.
De todas las personas en aquella discoteca, tuvo que acostarse con el hombre que decía odiar.
Vaya la ironía de la vida.
-¿Borja?- Raúl parecía igual o mas impresionado de verlo sobre su cama-Dime que no...
-¿Que no qué?-Lo interrumpió alzando su cabeza para mirarlo-Me gustaría decir que no, pero el dolor en mi trasero no miente.-Suspiro con fuerza- Esto debe de ser una broma.
Raúl se levantó del piso con cuidado.
-Realmente lo siento-Dijo con la cabeza gacha.
-¿Lo sientes? ¿Lo sientes?- Le aventó una almohada-¡Te aprovechaste de mi, tu... tu, sopa de veneno!-Le aventó la otra almohada-¿Por eso querías que nos llevaremos bien? ¿Pará usarme en la primera oportunidad? Pues lo Conseguiste. ¡Felicidades!
Raúl frunció su ceño profundamente.
-Es increíble que pienses de esa manera-Exclamó, la indignación expresándose en el tono de su voz -¿Por qué quisiera acostarme con alguien tan molesto y grosero como tú? -Agarró sus bóxer tirados en el suelo y se los puso- En esto tuvimos la culpa los dos, pero claro, alguien tan inmaduro como tú, solo sabe culpar a los demás. No entiendo como puedes tener un hermano tan bueno como Samuel, si tu eres todo lo contrario.
Borja estaba tan enfadado que no pensó, su boca solo queria lastimar.
-Al menos a mi no me dejaron- Escupió las palabras con odio- Yo podré ser inmaduro o molesto, pero a mi no me abandonaron después de años por un hombre que supuestamente me juro la vida eterna y se fue con el primero que se le encimo cuando tuvo oportunidad.
El silencio reino por unos segundos.
-¡Vete de mi casa! -Exigió-Iré a bañarme y espero que cuando salga tu ya no estés.
Caminó hacía una de las puertas del cuarto.
-No se te ocurra decir nada, Raúl.
Abrió la puerta.
-Créeme, ni yo quiero saber que compartí la cama contigo.
