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Basto una sola noche para que ambos dejaran de lado sus diferencias y rencores.
Basto de unos cuantos síntomas paraligarlos de por vida.
Y basto con tres palabras para cambiar el restos de sus vidas:
- Raúl, Quedé Embarazado.
Bo...
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Borja realmente creía que amaría a su hermano Samuel por toda la eternidad, sin ninguna vacilación, sin ninguna pregunta, sin ningún cuestionamiento. Creía que su hermano era alguien totalmente leal, que lo ayudaría y haría sentir cómodo y protegido.
Error.
Ahora estaba a punto de quitarle el titulo de hermano.
Pensaba en ir directamente a casa saliendo del hospital, no fue el caso. Su hermano creía que sería buena idea desviarse a otro lado de la ciudad que le parecía vagamente conocido y llevarlo hasta la puerta de un apartamento que por alguna razón, recordaba ya haber estado ahí antes.
-¿A donde me llevas?- Preguntó entonces, en medio del pasillo con puertas, frente a una en especifico.
-Vamos con Raúl, necesitas decirle que va a ser padre.
Borja se quedo quieto como una piedra y fue en ese justo momento donde pensó seriamente en quitarle el titulo de hermano mayor.
-Me estas bromeando, ¿verdad?- Su tono de voz no dejaba nada a juego.
Sam negó con la cabeza.
- Si yo no te obligo a venir, se enterará cuando el niño nazca, y a pesar de todo lo que me digas, no se lo merece, tanto él como tú deben de saber que tendrán un hijo, es de ambos el derecho y la obligación - Dictó Sam con una mirada determinada, no daba lugar a excusas.
-Te odio- Exclamó Borja mirándolo con el ceño fruncido y los ojos llorosos.
Borja no entendía si queria llorar o golpear a Sam, la mezcla de sentimientos en su interior era nueva y muy confusa.
- Luego me pediras perdón- Predijo y acto seguido, tocó el timbre del departamento número nueve.
-Un momento, ¿Cómo sabes donde vive?- Preguntó Borja de repente, finalmente reaccionando a lo que acontecía a su alrededor.
Sam lo miró con una ceja alzada.
- No fuiste el único que estuvo desaparecido y preocupando a los demás, Borja - Respondió y la puerta delante de ellos se abrió.
Raúl apareció frente a ellos, su aspecto era demacrado y descuidado, tenía unas ojeras igual o peores que las de Borja y a simple vista podía deducirse que su cuerpo no habia tocado la ducha en varios dias. Sus ojos no se sorprendieron cuando vieron a Samuel, pero, cuando se fijaron en Borja se abrieron tanto que los hermanos pensaron que se le saldrían de sus orbes.
Borja sólo atinó a saludar con su mano, debido a su garganta la cual se sentía tan seca y cerrada que no se creyó capaz de poder emitir palabra alguna. Y eso fue solo el inicio, sus ojos comenzaron a cristalizarse por las lágrimas luchando por salir y sus piernas temblaban, amenazando con fallarle y dejarlo caer ahí mismo en medio del pasillo.
Odiaba sentirse tan débil y desesperado.
- Tú y mi hermano deben de hablar- Avisó Sam, ya que ninguno de los dos se veía con ganas de iniciar una conversación- Volveré por él en hora y media.
