Muéstrate. ( Terminada. )

Arendell

En Arendell todo iba viento en popa.
Las calles estaban repletas del pueblo que felizmente hacia sus cosas, los comerciantes vendían exitosamente y la armonía estaba presente.

El pescador platicaba con su esposa.
-Ya falta poco para la boda de la reina.
-Así es, no puedo esperar para ver su vestido. -Respondio la esposa.
-Mujer no puedo creer que solo pienses en eso. -Tomó un cesto con pescados muertos.
-¿Y tú en qué piensas entonces?
-¿Bromeas? ¡En la comida por supuesto!

Ambos carcajearon.

Falta muy poco para la fiesta y era verdad que todo mundo lo esperaba esperando que esta vez la familia real fuera feliz pues era bien sabido que durante los años la desgracia y tristeza había perseguido a esa familia.
Primero el Rey Runeard había perdido la vida, pero casi nadie la lamentaba de verdad después de saber la traición que había hecho contra el pueblo de los Northuldra, pero si lo sentían por el rey Agnarr y la reina Iduna que habían fallecido al intentar ayudar a su hija Elsa.
Y las hijas, que habían crecido en soledad, pero tal vez después de mucho la suerte les sonreía, al menos a la reina Anna que gobernada eficazmente y estaba a punto de contraer nupcias.

Kristoff estaba loco, corría de un lado a otro preparando todo para la boda, con ayuda de Sven y Olaf que muy dentro de Kristoff agradecía no estar solo pero muy muy dentro de él porque la mayoría de veces ellos simplemente estaban jugando o haciendo el tonto.

-Cariño~ -Dijó cantando Kristoff al despacho de la reina con Olaf siguiéndolo.

-¿Qué tal su tarde de chicos? -Preguntó Anna en medio de papeles y asuntos pendientes que tenía.

-¡Renuncio! -Protestó Olaf. -Kristoff no me deja elegir nada.

Anna los miro angustiada, estaba ocupada y no tenía tiempo para estar resolviendo dramas entre un adulto y un muñeco de nieve mágico.

-Cariño.. -Sonrío forzadamente hacia Kristoff -Deja que Olaf elija también o al menos considera sus opiniones.

-¡No! No,no,no, no. -Se acerco Kristoff a su futura esposa y le susurró- Quiere que los recuerdos sean Alces y muñecos de nieve y con muñecos nieve se refiere a él exactamente.

-Ay por dios- Dijó Anna en voz baja sorprendida. -Ehm Olaf- Se levantó y se hinco hasta quedar a su altura. -¿Qué te parece si le ayudas mejor a Elsa con lo del vestido? Apuesto que tu ayuda le vendría mejor a ella.

-¿A Elsa? -Kristoff la miro preocupo y Anna se levantó para darle un codazo en señal de que se callara.

-¡Ah sí, a Elsa!-Respondio tras el golpe.

-Bueno...-Se resigno el muñeco de nieve. -Después de todo alguien tiene que ayudarle, tiene un gusto pésimo para la moda. Déjamelo a mí Anna. -Salió del despacho tras decir que Elsa no era tan apta para elegir el vestido de Anna con él lo seria.

-Sí te casas vestida de Alce no me eches a mí la culpa.

Anna volvió a sentarse poniendo su mano en la frente, intentando recuperar la concentración en su trabajo.

-Elsa me va a matar. -Dijó arrepentida.

-¿Nos vemos en la cena?

-Ahí estaré. -Sonrío.

Kristoff estaba a punto de salir cuando se regresó al ver que su casi esposa estaba a punto de decirle algo.

-No vayas a vestirte como en las ceremonias de trolls.

-¡¿Qué?! Pero es elegante. -Anna alzo una ceja. -Ok, ok, ok, sin nada de constumbres troll.

Salió finalmente de la habitación dejando sola a Anna.

Suspiro mirando la ventana, faltaban solamente 15 minutos para que llegara Gael como siempre lo hacia, cada día sin falta. Le hacía tanta falta su hermana.
La extrañaba más de lo que en su vida habría podido.
Quería ir detrás de esa puerta, del antiguo cuarto de Elsa, que seguía intacto como el día que decidió irse, "Por si algún día ella quiere volver" le decía a todo mundo para que no movieran nada de su lugar, quería ir cada día a preguntar si ella quería hacer un muñeco pero ésta vez sabía que no había nadie ni siquiera para correrla, pero se reconfortaba enviándole cada día una carta.

Miro el reloj que colgaba en su despacho, se sentó en su mesa y se dispuso a escribir la carta;

"De tu dulce dulce dulce hermana.
Para mí dulce dulce dulce hermana.

¿Cómo va todo por allá?
Todo el reino está emocionado por la boda y las cosas entre Kristoff, Sven y Olaf se ponen difíciles con todo esto de la planeación...

Olaf quiere ésto, Kristoff quiere aquello, y aunque Sven no esté de acuerdo Kristoff finge la voz del reno para engañar a Olaf y eso me trae complicaciones a mí porque no dejan de quejarme y desconcentrarme de mis obligaciones. No puedo esperar a que todo esto acabe.

Planeo visitarte dentro de una semana para que veamos lo del vestido. Muero por ver y saludar a Jelena y a todos lo demás. Mándales un cálido abrazo de mi parte y no te preocupes por Arendell, todo está de maravilla excepto porque todos te extrañan, desde los panaderos hasta los pesqueros, pero más los niños, siempre preguntan por ti.

Y yo te extraño aún más que todo Arendell junto.

Saludos y abrazos. Te quiere por siempre, Anna.

PD. Tal vez, solo tal vez le dije a Olaf que podría a ayudarte con el vestido, lo dije para quitarmelo de encima, si te entorpece puedes decirme y te lo quito de encima de igual modo. Upsi.~

Cambio y fuera."

Dobló cuidadosamente la carta, tomo cera verde y lo selló con el distintivo del reino.
Pensaba en enviarle un poco papel y tinta, cada vez que enviaba una carta le entristecía no recibir una respuesta, era como hablar con la pared aunque cada vez que se reunían hablaban de todos los mensajes que ella le enviaba.

Espero y espero.
-Tal vez se retraso. -Dijó para sí misma intentando tranquilizarse.

Pero los minutos pasaban y no llegaba Gael, ya estaba oscureciendo y Anna sabía que algo estaba pasando.
No importaba que Elsa estuviera dando un paseo, Gael siempre se desviaba al reino puntual para entregar la carta y su paciencia se acabó.

Salió de su despacho corriendo, gritando el nombre de Kristoff, preguntando dónde se encontraba su prometido a la servidumbre del palacio hasta que dió con él, se encontraba con Sven en el establo real, dandole algunas zanahorias que le habían regalado los habitantes.

-¡Kristoff!

-¿Qué sucede?-Preguntó preocupado.

-Gael, no está, no apareció.

Kristoff también lo sabía, esto era algo inusual, la miró y lo entendió, tenían que hacer algo.