VII: Ángel guardián.

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24 de junio de 2013

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24 de junio de 2013.

Melanie Russell.

Al fin son vacaciones de medio año.

Con nuestra familia tenemos la costumbre de venir una vez al año, casi siempre a la mitad, a la casa que tenemos en la playa. A mamá no le gusta mucho la arena y tampoco el potente sol, sin embargo, a los trillizos Russell nos encanta. Desde pequeños papá solía traernos aquí y desde que tengo memoria los tres hemos amado el ambiente y el paisaje.

La playa solo queda a unos metros de nuestra casa, y el balcón del segundo nivel nos permite ver los maravillosos atardeceres. Siempre diré que los atardeceres más hermosos se ven en la playa.

Justo ahora nos encontramos tratando de hacer un castillo de arena, es también una costumbre de Alessia y yo, pero claro, el aguafiestas de Bastián nunca tiene que faltar y derrumbar lo que con tanto esfuerzo construimos con Alessia, estamos siendo muy cuidadosas con eso y no dejamos que Bastián se acerque a nosotras.

Podemos tener 19 años, pero la niña que habita en nuestro interior siempre saldrá y hará que hagamos nuestro castillo de arena.

Mamá está dentro de la casa, mientras papá disfruta del sol y trata de broncearse. Bastián está caminando hacia el agua, si por él fuera viviera metido en el mar. Le encanta.

—¡Listo! —exclama Alessia emocionada, el castillo está listo. Sonreímos con satisfacción y orgullo.—¿A qué hora viene Bastián y trata de derrumbarlo mientras nosotras lo maldecimos?

Me encojo de hombros y acomodo un mechón de pelo detrás de mi oreja.—Seguramente lo hará cuando estemos distraídas.

Nos sentamos en donde hay un poco de sombra gracias a las palmeras. Ambas tenemos lentes de sol y una gorra, solemos quemarnos mucho y parecer camarones.

—Tenemos compañía — anuncia Alessia con una risita. Giro mi cabeza y los veo. Nuestros vecinos de vacaciones.

Desde pequeños nos conocemos. Ellos son dos chicos muy atractivos y tuvimos un flechazo con Alessia hacia ellos desde el momento que los vimos.

Llevan una pelota de playa en la mano, Alessia y yo vamos a disfrutar este pequeño juego.

—Cierra la boca, Ale, la baba se te cae — Alessia me empuja y comenzamos a reír — demasiada hermosura para mis ojos por hoy —digo poniéndome de pie.

—¿Dónde vas? —cuestiona Alessia poniéndose de pie también. Comienzo a caminar hacia el mar, no sin antes dejar los lentes, la gorra y el pequeño vestido de playa que cubría mi traje de baño, Alessia me imita y viene detrás de mí —, que forma tan estúpida de intentar llamar su atención — bromea Alessia caminando junto a mí.

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