X. Primer Día

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Capítulo Diez

***

Corría y corría, la pobre sentía como las piernas comenzaban a temblar pero una vez en la puerta de su casa, entró rápidamente para encerrarse en su casa. Rebuscó entre su bolso y sacó su celular, marcó al número de Raquel pero aparecía que no estaba en el área entonces supuso que estaría de viaje u ocupada. Marcó otro número.

-¿Margo?-

-¡Me dieron el empleo! Bueno... Algo así pero, ¡Estoy por lograrlo!-

-¡Muchas felicidades, Margo! Tenemos que ir a celebrar ahora mismo-

-No puedo, tengo que seguir arreglando la casa, Christian-

-Entonces, llámame más tarde, quiero saber todos los detalles-

-Me parece perfecto, bueno eso era todo, ¿Estabas ocupado?-

-Para nada, sólo ayudaba en casa-

-Esta bien, hablamos más tarde, ¿Sí?-

-Claro, adiós-

Finalizaron la llamada, el silencio volvió a reinar en su casa. Miró las paredes y pensó que eran muy anticuadas, quizá podría colgar algo. El problema, no tenía nada. Subió a la segunda planta y era lo mismo; paredes anticuadas que te daban ganas de llorar. Margo no supo que hacer, habían suspendido su cuenta de Netflix y vamos, si estás sola sin internet o series creo que no puedes hacer mucho. ¿Leer? Margo había devorado todos los libros disponibles, incluyendo el manual de cada electrodoméstico sirviera o no. Cuando Margo se fue a acostar, sentía mariposas en el estómago pero no sabía por qué, quizá por el italiano sexy que tendría como jefe o quizá era la conmoción por haber sido la única mujer elegida. Dió varias vueltas por la cama antes de dormirse, había tomado una posición quizá no tan común pero nadie la iba a ver entonces se puso cómoda.

A l S i g u i e n t e D í a

Despegando los ojos, Margo despertó. No había luz así que decidió mirar la hora de su celular.

-Cinco de la mañana...- susurró

Tratando de volver a dormir, buscó varias posiciones para reencontrar el sueño pero no lo consiguió. Se dio por vencida poniéndose de pié mientras caminaba en dirección al baño, encendió la luz la cuál hizo que le dolieran los ojos pero una vez que se acostumbró ya no le puso atención. Retiró todas sus prendas y las colocó sobre el inodoro, abrió las llaves del agua que apenas tenían algo de presión y esperó aún más para tener la temperatura adecuada. Tomó una ducha rápida para terminar de despertar así podría ir con ánimos al trabajo. Preparó lo necesario y se arregló diferente a otras veces, sujetó su cabello en un chongo levemente de lado, dejó que unos rizos delante de sus orejas estuvieran sueltos y su fleco lo dejó sujeto a su oído. Se lavó la cara nuevamente utilizando un producto para cuidar la piel, se puso brillo en los labios y arregló sus pestañas naturalmente.

Miró el reloj y se dió cuenta que tenía el tiempo perfectamente medido. Tomó sus llaves, celular y cartera como le era de costumbre; quiso ganar tiempo por lo que salió temprano a buscar el taxi.

-Buenos días-

Dijo Iván mientras frotaba sus manos

-Buenos días... ¿Qué tal?-

-Nervioso, ¿Tú?-

Antes de que Margo le pudiera contestar, los demás candidatos se acoplaron.

-Chicos, deberíamos estar unidos para que ninguno sea descartado, ¿Entienden?-

Margo e Iván se miraron y los dos parecían leerse la mente. Estaban en desacuerdo, tal vez era egoísmo pero tenían su razón. El trabajo que ellos tuvieron que hacer para llegar hasta ese punto no se podía comparar, unos se esforzaban más que otros y no por eso iban a estar regalando la oportunidad. Si realmente no querían que descartaran a cualquier integrante, entonces deberían enfocarse en hacer su trabajo bien.

-Algo me dice que no están de acuerdo, no quieren competencia-

Mencionó uno de los integrantes

-No dijimos nada, ¿Te sientes amenazado por nosotros?-

Iván pasó su brazo por los hombros de Margo, eso la puso incómoda

-¿Amenazado?-

Mencionó otro de ellos.

-Chicos, sería mejor presentarnos primero, si nos podemos ayudar entonces nos ayudaremos-

Sugirió la única mujer presente

-Yo soy Margo y él es Iván-

-Soy Eliot, él es Logan, éste chico de aquí es Lucas y finalmente... él es Mateo-

Los presentó el mismo chico que había estado preguntando mucho el día anterior.

-Bueno, ya dimos un paso-

Después de eso prefirieron estar divididos nuevamente en grupos.
Un auto Pininfarina Sergio en color tinto se estacionó exactamente en frente del restaurante, el lugar trataba de un lugar reservado. Del auto bajó el italiano, quien llevaba un café en la mano y con la otra las llaves del auto que usó para cerrar puertas. Toda quedaron asombrados por el coche, todos menos Margo, quién no podía dejar de mirar indecentemente a la persona. Sus rizos tan relucientes la tenían atrapada, sus facciones afinadas, sus hermosos ojos azules, todo hacían que la cabeza de Margo volara.

-Detrás de mi-

Sentenció mientras sacaba las llaves del lugar. Una vez dentro, los hizo formar a todos en fila.

-¿Alguno tiene un comentario antes de empezar?-

Se miraron unos a los otros, Eliot, el preguntón, levantó la mano.

-Que bueno, porque no me interesa-

Escupió sin ningún respeto mientras se daba la vuelta y caminaba.

El lugar estaba grande, entrabas y a tus laterales se encontraban los salones que parecían ser para juntas o almuerzos privados, en frente a la izquierda había una pequeña sala de espera, a la derecha estaban las puertas a lo que se suponía que era la cocina y todo el área del medio eran elegantes mesas de sillas negras con manteles blancos. Cada mesa contaba con su respectivo porta vino y vela para un toque más romántico, los pisos eran porcelanatos y brillantes. La iluminación era por candelabros y a los alrededores por pequeñas luces sobre la pared.

-A la cocina-

Santiago empezó a caminar. Una vez que entraron, todos quedaron boca abierta. Había bastante espacio, bastantes áreas bien iluminadas y libres.

-Señorita, de un paso al frente-

Santiago se dirigió a Margo poniéndola nerviosa. Margo lo hizo sin rechistar y lo miró fijamente.

-¿Está lista para malos tratos, soportar críticas, obedecer instrucciones?-

-Sí, Chef-

-Entonces, si su compañera de aquí está lista, todos deben de estarlo. ¿Me oyeron, caballeros?-

-Sí, Chef-

Contestaron los demás

-Que bueno que lo están, Tú y tú, laven la tarja-

Señaló a Iván y a Mateo

-Ustedes dos, sequen los platos-

Se refirió a Eliot y a Margo

-Los restantes, limpien los hornos-

Todos se miraron algo confundidos, Santiago aplaudió dos veces fuertemente

-A trabajar, ahora o se largan se mi cocina-

Margo suspiró y puso manos a la obra

F i n

Amor Con SaborDonde viven las historias. Descúbrelo ahora