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La fría noche les arropaba. Ambos chicos estaban recostados contra el tronco de un árbol, sosteniendo el menor al rubio quien parecía no despertar. Preocupado, tocaba su rostro y distintas partes de su cuerpo para asegurarse de que se encontraba bien, más la herida en su hombro iba peor. Buscó entre sus propios bolsillos y el de burdeos encontró un pañuelo blanco, que lo dividió para crear una venda al rededor de la zona dañada en el cuerpo del mayor.

Habían pasado horas y Zenitsu no reaccionaba. Tanjirou se lamentaba internamente y se preguntaba qué podría hacer, estaba débil como para cargarlo y regresar todo el camino hasta la finca a pié con él encima. No iba a aguantar el trayecto, por lo que decidió ser paciente y aguardar por el rubio.

No se había dado cuenta hasta que el resplandor de la luna iluminó el cuerpo de Zenitsu que este aún tenía pequeñas marcas que traducidas eran el amor que había plasmado en el cuerpo del contrario. Curioso, el menor abrió el uniforme del rubio, apartando de a pocos aquellas prendas y observando que el rubio traía marcas en su cuello. Sonrojado y cubriendo su nariz y boca, Tanjirou esbozaba una sonrisa. Una cálida sonrisa llena de satisfacción al ver que su amado aún traía el rastro que él había provocado.

¿Por qué cubría su nariz? El olor de Zenitsu iba a volverle loco, aún inconsciente podía ponerlo así. Empezó a sentirse extraño y reprimió sus impulsos, definitivamente no estaba bien quererse aprovechar de un chico que yacía inconsciente, más el deseo le invadió. Lentamente inclinó su rostro al del rubio, depositando un ligero beso en los labios del contrario, bajando de a pocos y dejando un rastro de sí.

En el sueño de Zenitsu ocurrían cosas extrañas, recuerdos del pasado le invadían más para su sorpresa ahora venían a su mente recuerdos de momentos indecentes junto al chico de burdeos y hermosos ojos carmín que era el causante de su agonía amorosa e inquietudes, también el encargado de deshacerse de lo que quedaba de su pasado mujeriego, también de su heterosexualidad.

Se retorció un poco en su lugar y Tanjirou, asustado, presenció cómo el mayor poco a poco abría sus ojos. El menor se alegró muchísimo al ver los ojos del contrario postrarse ante los suyos y esbozó una sonrisa cálida, provocando el sonrojo del rubio.

— ¡Zenitsu, estás despierto!— Dijo en un tono alegre.— Llevabas mucho tiempo inconsciente, creí que no despertarías hasta mañana.— Separándose, logró incorporarse.

Un dolor agudo le invadió el hombro y no tardó en quejarse, más se dió cuenta que llevaba un vendaje, el cual se llenaba de sangre y que la parte superior de su uniforme yacía abierta. Su cara estaba tal cuál un tomate e inmediatamente miró al de burdeos, quién también obtuvo un notorio sonrojo en su rostro.

— Jeje... Esto... P-puedo explicarlo.— Musitó un apenado Tanjirou.

— ¿Explicarme qué cosa?— Habló el mayor.— ¡PERVERTIDO, ¿IBAS A VIOLARME?!— Replicó el rubio, indignado.

Oh, claro que esa sería una larga noche, llena de gritos y disculpas, acompañada por el cálido deseo mutuo de estar juntos.

⚡Será nuestro secreto 🌊 || Tanjirou Kamado × Zenitsu AgatsumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora