Capítulo 4

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Naruto






- Una cena con Toneri Otsutsuki - digo mientras tiro unos papeles en mi escritorio, en mi mansión. Una digna de mí, claro está; me pongo de pie buscando la ventana, viendo através del vidrio el magnífico jardín bien cuidado y podado. Con las manos entrelazadas a mi espalda me jiro a verla, con expresión de aburrimiento, las piernas cruzadas al igual que sus brazos haciendo que sus pechos sobresalgan aun más de lo que ya lo hacen. - ¿No pudiste encontrar a alguien mejor? -

- ¿Celoso, Uzumaki? - una diabólica sonrisa se forma en sus labios, lo cual hace que me divierta teniendo en cuenta que yo jamás podría sentir celos, y mucho menos sentirlo de alguien llamado Toneri Otsutsuki me causa gran gracia después de todo. El hecho de que ella piense de que sentir celos por alguien tan denigrante como él me causa gran satisfacción, es tan inocente, tan estúpida como para pensar tal cosa sobre mí.

- ¿Celos?, no seas ridícula. Yo jamás sentiré celos por alguien como él, pero por lo menos sal con alguien mucho mejor - rodeo el escritorio y me paro frente a ella - además, hay muchos fisgones que no hacen más que inventar chismes, así que dejemos esto en claro, Hyuga -  me inclino sobre ella, viendo como frunce el ceño, sonrío y me mofo de ella.

Puede que sea mayor que yo; pero eso no impide que sea estúpida, ignorante e imbécil. Mujeres como ella deben de enseñarles quien manda, quien decide y quien corrige, mucha belleza pero poco cerebro. Hacen lo que quieren, berrinchudas niñas mimadas y malcriadas, esto quiero arreglarlo de una vez por todas.

- Si, por alguna razón, dañas mi imagen, yo te destruiré - le digo con una sonrisa, ella solo gruñe, fantástico - Recuerda que ahora todos saben que estamos comprometidos, así que ahórrate las molestias y no salgas con gente de esa calaña, no les hables, no existen de ahora en adelante - mientras hablo mi tono se va volviendo duro y mi voz toma fuerza. Hay que hacer sacrificios - Yo mando en esta relación, y me importa un carajo si son amigos, amigas, familia, no les hablaras, Hinata. Te quiero lejos de ellos. - digo lo último y me alejo de ella, me apoyo en el escritorio y me cruzo de brazos, observando a Hinata, tan hermosa, tan furiosa, tan única. - ¿Entendido? -

- Pensé que te importaba por lo mínimo para que te interesaras - dice con los dientes muy apretados, gruñendo furiosa.

Una carcajada se escapa de mis labios, llena de burla hacia ella, no podría importarme menos - Jamás, no te tomes tanta importancia cariño - ella suelta un grito frustrado y... sin darme cuenta, todo paso tan rápido.

Ella camina hacia mí enojada, bufando y maldiciendo entre dientes, me toma de la corbata haciendo que mi rostro quede a escasos centímetros  de su rostro, dejándome atrapado entre el escritorio y su cuerpo - Te voy a enseñar quien manda, mocoso. Te voy a enseñar a respetar - me gruñe cerca de mis labios para después besarme.

Al principio me quedo tieso, quieto sin saber que hacer, después de unos segundos para poder asimilar lo que esta ocurriendo, ella con su mano izquierda me toma de la nuca moviendo mi cabeza. Sus labios se mueven sobre los míos haciendo que los abra un poco, me muerde el labio inferior e introduce su lengua en mi boca. Su pierna derecha se cola entre las mías, y se acerca una más a mí sacando me un gemido; la tomo de la cintura y siento como ella mueve dentro de mi boca su caliente y resbaladiza lengua.

Su lengua, su pierna, sus manos y su experiencia me tiene loco, cada roce, cada movimiento, soy consciente de todo lo que ella hace conmigo, los gemidos que salían de mi garganta se vuelven gruñidos. Me esta volviendo loco, mi vista se vuelve borrosa, mi cabeza esta dando vueltas sin cesar, y en lo único que puedo pensar es en el hecho de que sus pechos están aplastados contra mí. Su aroma es un afrodisíaco muy potente.

Esta haciendo lo que quiere conmigo y no puede importarme menos.

Toma mi el cabello de mi nuca y jala mi cabeza hacia atrás, invade con más ímpetu mi boca y me tiene gimiendo, gruñendo, delirando por ella. La presión de mi vientre se vuelve mas fuerte, la dureza entre mis piernas más firme mientras ella se roza contra mí; deseo tocarla y que se sienta tan sedienta como yo. Bajo las manos de su cintura a su trasero, aprieto sus glúteos y la pego más a mí haciendo que un sonido agónico salga desde lo más profundo de mi pecho.

Ella se separa de mis labios, pero no lo suficiente ya que nuestras narices están acariciando se una a la otra.

- Yo soy la que manda aquí, niño malcriado. ¿Entendido? -

- Sí - digo sin pensar, observando sus labios. Intentado sentirlos otra vez, morder los, saborearlos y poseerlos, haciéndolos solamente míos.

- ¿Deseas que te vuelva a besar? -pregunta.

- Sí - , ruego.

Sonríe - Ruegame como el niñato que eres - dice con malicia.

Sin importarme un poco mi orgullo, ruego y me arrastro por ella - Por favor, vuelve a besarme, Hinata. Te lo ruego -

Ella forma una tórrida sonrisa, disfrutando y burlándose de lo patético que seguro me veo, y de la nada me vuelve a besar de una manera desenfrenada. Cruda. Nunca nadie me había besado así, nunca nadie me había besado de una manera tan lujuriosa, cruda y brutal.

Unos minutos después ella se separa nuevamente de mi sólo para decir - Espero que lo hayas entendido, así que no intentes controlar al diablo sólo porque apenas controlas a un mísero demonio. - con eso se alejo por completo, dio media vuelta y se fue, dejándome sorprendido, excitado, confundido y furioso. Terriblemente furioso.

Me paso una mano por el cabello despeinado, peinando lo hacia atrás, camino por mi despacho de un lugar a otro como tigre encerrado, enojado, frustrado y confundido. Yo, Naruto Uzumaki, un chico que ni sus padres pudieron controlar fui controlado y el asme reír de una mujer como esa.

Hinata Hyuga.

Una mujer condenada mente peligrosa.
















Mi pequeño prometidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora