Tener miedo es humano.

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Fue justamente cuando acabé con la barbilla pegada a la parte de arriba de su pelo que me di cuenta de que quizá nunca podría perdonarme a mí misma por lo que estaba permitiendo que pasase. Cerré los ojos mientras que lo único que podía escuchar era su respiración agitada e irregular sonando al unísono con la mía.

Quería sentirme mal por todo aquello que estaba sucediendo, quería odiarme a mí misma y echarme la culpa de todo. Pero, al mismo tiempo, quería gritarle a Álvaro que todo aquello no era justo para su familia, y que era él quien debía parar.

¿Parar el qué?, pensé cuando subió la cabeza para mirarme. ¿Pararnos a nosotros?. Porque, Dios, eso podría matarme después de haber sido capaz de experimentar lo bien que se sentía estar con él. Pero, ¿a quién quería engañar? Si había algo que debía detenerse, no era su matrimonio que llevaba existiendo unos diez años. Éramos nosotros, indudablemente.

Sentí cómo el estómago se me encogía cuando Álvaro no hizo nada más aparte de dedicarme una sonrisa sincera. Hice exactamente lo mismo, estiré mis labios sutilmente y acaricié su pelo con mis manos, dejando su frente libre para poder depositar un suave beso sobre ella. No podía hacer otra cosa más aparte de abrazarle. Porque, para mí, lo nuestro no era una relación meramente carnal. La mayor parte del tiempo sentía que le necesitaba, que necesitaba algo que otra persona nunca podría darme.

Y, lo peor de todo, necesitaba tenerle cerca. Todo el rato. A todas horas. Y Álvaro siempre parecía estar demasiado lejos de mí.

— Eres preciosa — murmuró mientras que continuaba mirándome fijamente, analizando cada detalle de mi rostro que pudiese estar oculto para el resto de personas del mundo.

A mí me salió una pequeña risa tonta. Solo fue eso, una muestra de nerviosismo que no hizo más que confirmarle que en momentos como aquel podía llegar a ser la persona más tímida del universo. Justamente como él.

— No digas eso — susurré aún con una sonrisa plasmada en mi cara.

Él frunció el ceño sin quitarme los ojos de encima, y yo aproveché su instante de confusión para echarme para atrás y apoyar mi espalda en el volante de su coche. Del coche en el que había cometido otra vez el error que nunca debería haber siquiera comenzado.

— ¿Por qué? — preguntó mientras que ponía sus manos suavemente a cada lado de mis piernas para acariciarlas lentamente por encima de mi pantalón.

Yo me encogí de hombros y miré a un lado, tratando de huir de aquella conversación que sentía como poco a poco me iba haciendo cada vez más débil. Porque no lo soy, quise gritarle. Porque nunca lo he sido.

— Porque me pongo nerviosa con ese tipo de cosas — admití expulsando de nuevo una risa para quitarle incomodidad a la conversación.

Su risa se unió a la mía en cuestión de segundos, y yo posteriormente aguanté la respiración cuando sentí como su mano se unía a la mía con una suave caricia. Lo cierto era que nunca nadie me había cogido de la mano de esa manera. De esa forma tan cuidadosa, con tanto cariño. Con tanto respeto.

— No lo hagas — murmuró aún frunciendo el ceño con una expresión divertida — Yo también me pongo nervioso contigo a veces.

Yo le miré a los ojos y sonreí, apreciando enormemente el hecho de que un hombre de más de cuarenta años acabase de confesarme que en algunas ocasiones yo hacía cosas que le ponían nervioso. No podía creerlo, genuinamente, no podía creerlo.

— ¿Lo haces? — murmuré con un tono de voz que simplemente confirmaba la emoción que estaba sintiendo en esos momentos ante su confesión.

Sonrió sutilmente y asintió con la cabeza mientras que se acercaba a mí lentamente, dejando atrás el respaldo del asiento. Se quedo a centímetros de mí, haciendo que sintiese sutilmente su respiración acariciando mi rostro. Dios, podría haberme quedado así toda la vida. En aquel coche, en aquel mirador, en aquel día nublado que a pesar de parecer triste era de los mejores que había tenido en toda mi vida.

— Sí, muchas veces - susurró mirándome a los ojos con una expresión que había cambiado automáticamente de ser divertida a ser reconfortante ¿Por qué te sorprende tanto?

Sonreí, casi rozando mis labios con los suyos de nuevo. Negué con la cabeza mientras que mi nariz danzaba en un sentido completamente contrario a la suya y suspiré, sabiendo que estaba viviendo uno de los momentos más íntimos que había experimentado con alguien jamás.

— No sé — me encogí de hombros con una expresión avergonzada — Porque parece que a ti no te da miedo nada.

Álvaro se echó a reír y me besó la frente y, justo cuando creí que iba a esconderse en mi hombro derecho para no tener que enfrentarse a mí más, levantó la mirada para clavar sus ojos de nuevo fijamente en mí.

— A mí me dan miedo muchas cosas, Linda — admitió mientras que asentía con la cabeza.

Esa fue la confesión más sincera que alguien me había hecho jamás. Esa simple frase hizo que mi perspectiva acerca del hombre que tenía delante de mí cambiase completamente de persona perfecta a persona humana con sentimientos. Sonreí a pesar de que lo único que quería hacer en esos momentos era llorar y no parar hasta que ya no quedase ninguna lágrima dentro de mi cuerpo, o peor, de mi alma.

— Y, eso está bien — continuó diciendo, dándome a entender que realmente él no había realizado ningún acto de valentía ni nada por el estilo al decir esa oración — Tener miedo es humano.

Me sorprendí al darme cuenta de la manera en la que nuestra conversación había cambiado de repente en cuestión de segundos. Me gustaba, sin embargo. Porque el simple pensamiento de estar solamente con él para no hacer nada más a parte de acostarnos me ponía realmente enferma.

— Ya — susurré mientras que dirigía mis ojos hacia mis piernas para evitar romper a llorar — La cosa es que yo le tengo miedo a todo.

Esa era, de verdad, la conversación más real que estaba teniendo en toda mi vida. Ni siquiera con mi propia madre había compartido algo así. Ni siquiera se me había ocurrido pronunciar que mi mayor miedo era tenerle miedo a todo.

Álvaro me miró. Y juro que jamás olvidaré que en ningún momento se atrevió a juzgarme, o a resignarse a entenderme. Simplemente estaba ahí, que era justo lo que yo necesitaba. Que hubiese alguien que quisiese escucharme, que quisiese comprenderme. Querer, al menos.

— Y eso está bien — aseguró, tratando de alguna manera de confortarme en un momento en el que hubiese tirado por la borda todo lo que había conseguido a lo largo de mi vida.

Le sonreí a pesar de que sentía que simplemente no podía y me acerqué a él. Acorté la distancia que nos separaba y uní nuestros labios para poder al fin sentir algo de paz. Porque, esa era la verdad, no había tranquilidad mayor a la que sentía cuando tocaba sus labios y comenzábamos a bailar una danza completamente prohibida.

Cuando pasó un rato nos separamos. Nos separamos porque sentimos que ya no podíamos continuar dándonos lo que ambos tanto ansiábamos, cuando se sentía incluso raro seguir besándonos porque lo único que quería hacer era tumbarme a descansar sobre su pecho para ver si así podía convertirme parte de él, ya que esa era la única forma en la que Álvaro y yo podríamos estar alguna vez juntos.

Y entonces, justamente ahí mientras que escuchaba su corazón latir a toda velocidad, lo supe. Yo nunca encontraría a alguien que me hiciese sentir de la misma forma en la que Álvaro lo hacía. Porque era desgarrador, y drenante. Porque no había nadie que pudiese entenderme de la forma compleja y rebuscada en la que él lo hacía, y no había nadie que pudiese sentir su arte y su cuerpo de la forma en la que mi alma lo hacía.

— Las conversaciones más verdaderas y humanas las he tenido contigo — admití, evitando mirarle en esos momentos en los que le estaba dedicando las palabras más bonitas que alguien puede decirte en un instante como aquel.

Escuché una risa al tiempo que vibró suavemente su pecho, y sentí cómo dejaba un cariñoso beso por encima de mi pelo.

— Probablemente no me creas — dejó de hablar para suspirar de forma sonora — Pero yo también.

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¡Hola después de tanto tiempo!

Espero que todxs estéis bien con el tema del coronavirus y la cuarentena. Espero que os guste el capítulo, muchas gracias por los votos que habéis estado dándole a la historia últimamente.

Un abrazo👯‍♀️💖

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