En un tiempo sin memoria

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Todo inicio tras un breve estallido, nadie lo presencio pero se cree que una gran estrella nos dio vida... Estrella... que concepto tan abstracto para un mundo que recién comenzaba, sin embargo, en el existía ya un conocimiento primitivo y salvaje. No sabemos que somos, pero si sabemos que tenemos que hacer.




-Mi nombre es... bueno eso no importa en realidad, vengo a hablarte de otro tema pequeña.

Nacimos del mismo lugar, al mismo tiempo y siendo lo mismo, pero opuesto, por mi parte, yo debía dar la destrucción a este lugar, pues la vida que se creo después de nosotros los Dioses debía descansar luego de la gran guerra entre lobos y humanos, necesitas saber pequeña cachorra que existe el mal para que el bien aprendiera a protegerse.

Nunca me ha gustado mi labor, pero yo creo peligro, yo cree a los monstruos y a la muerte misma; mi hermana la luna al ser mi opuesto, hace lo contrario, ella protege la vida, da calidez en las tinieblas de la oscuridad, forja guerreros y crea heroes que le cantan en las noches, todos la aman, ella es un ser divino, mientras que yo soy un ser dual, puedo dar y quitar la vida, puedo ser un amigo y un enemigo a la vez.

Viví feliz por mucho tiempo, nuestras creaciones formaban lo que podian con sus recursos, mi hermana les consintió en todos sus deseos y vivieron felices, cada vez que a ella oraban les daba mas y mas hasta llegar al punto en donde la pequeña roca que habiamos formado se lleno de verde y se volvió una masa grande, un lugar radiante, hermoso, lleno de vida y bañado de aguas al que ella llamo Tierra.

Nunca disfrute de crear monstruos y los que tenia los deje ser, nunca tuve esa capacidad de crear amor en ellos, mis poderes eran limitados. Decidí no darle importancia a aquello por mucho tiempo y cumplir con el objetivo para el que estaba seguro que nací, traer muerte y destrucción a la vida que había creado mi hermana.

Todo cambio el día en que un habitante de la tierra entro en mi territorio, pues mi hermana la luna y yo vivíamos separados por una clara linea que muy pocas veces se juntaba y eran aquellas ocasiones en que ella o yo nos extrañábamos y dejábamos nuestro hogar para ir a vernos, escuche decir alguna vez que los humanos lo llamaban eclipse.

Aquel habitante de la tierra, era pequeño pero curioso, camino unos metros y se fue; no obstante, su conducta era regular, día con día apenas surgía el amanecer y era mi hora de salir volvía a hacer lo mismo, entraba un metro mas y uno mas y otro mas, cuando llego a los 20 metros, ya tenia toda mi atención, se notaba asustado pero curioso, así que mande uno de los hijos de mi hermana a saludarlo, quizás no fue la mejor idea porque aquel tenia colmillos y garras y tan pronto estuvo cerca de la pequeña criatura la ataco.

El curioso ser huyo, le duro bastante tiempo el susto pero aun así volvió y se adentro otros 20 metros, al tiempo que lo hizo envié colosos de roca a proteger sus espaldas, impidiéndole a su vez una posible huida, mande de nuevo los hijos de mi hermana por el, aunque con la advertencia de no lastimarle ni asustarle de nuevo, corrió mucho huyendo de el lobo pero cuando finalmente quedo atrapado decidí acercarme y le hable:

-Espera por favor no quiero lastimarte, solo es que... esta es la primera vez que puedo ver a un ser de luz como tú tan cerca.

-Dios ¿que sucede? ¿por qué siendo usted una deidad esta en este lugar? ¿que paso con su bello color y su aspecto reluciente?

-Te refieres a mi hermana supongo.

-Pero el Dios Sol es único e irrepetible, la Diosa Luna nos ha contado su obra y nosotros estamos esperándolo para servirle, en la tierra existe el mal absoluto, los seres humanos se han vuelto crueles y ruines, han llenado su alma de oscuridad y necesitan su luz para volver al camino y poder huir de las garras de un ser malvado, cruel y desalmado que los acecha como a la muerte misma.

Sangre de  Lobos (Ziam Palik) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora