Final 1/2

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Las cosas con Louis siempre eran hermosas. Podía jurar que sus besos sabían a jenjibre y miel con un toque de limón, cuando era besado por el conejo el suelo parecía desaparecer bajo sus pies, su pecho se llenaba de algo cálido que hacía a su corazón acelerarse, podía volverse loco con el sabor de sus besos: dulces y fuertes. Amaba posar la nariz en su cabeza, con el olor fuerte a él, a ellos, su pequeño cuerpo olía a sol y lavanda, tal vez un poco de durazno, todo él era una mezcla de olores y sabores maravillosos. Le encantaba acariciar la carne tierna de su cintura y guíar sus manos a sus frondosas caderas. Recordaba vagamente cuando el mismo le hizo el comentario a Louis, quien sólo respondió:

—Mi cuerpo sabe a todas esas cosas?— el ojiverde asintió—Debo ser muy delicioso entonces—sopesó con una nueva de concentración—siento decirte esto Harry, pero tú no sabes tan bien como yo, tú sabes a sal y vinagre.

Fingió molestarse con el conejo un par de horas, pero al final desistió de su pequeño capricho cuando lo vió arrastrar los pies y tener las orejas caídas hacía atrás. Le explicó que era algo metafórico, concepto que tuvo que explicarle también.

—Sólo estaba jugando contigo Harry, en realidad debes oler mejor que yo. Amo poder oler tu perfume en mi ropa aún después de tanto tiempo de haberte ido.

...

Había dudado bastante en volver o no. El resto de la semana no pudo concentrarse del todo, la idea de volver era bastante tentadora, pero al mismo tiempo no podía hacerse más daño, Louis se había ido por cuenta propia sin ninguna explicación a excepción de una carta que prácticamente no decía nada.

Tenía tantas ganas de oír sus razones para haberse ido, le había dejado en claro que lo trataba como un niño cuando se vieron en la cafetería. Tenía sentido, pero por algún motivo no le parecía una razón real o suficiente como para irse sin más. Durante tres largos meses la soledad fue su peor enemiga, había veces que imaginaba que Louis había conocido a alguien más, después de todo, siempre se quedaba solo cuando tenía que salir; otras veces pensaba que tal vez sólo había tensión sexual entre ambos, y ese pensamiento era aún peor.

Era imposible que Louis sólo estuviera con él por sexo, de cualquier forma no importaba porque Harry sí lo amaba, amaba verlo mover su naricita, su esponjosa cola, las suaves orejas delatadoras que le ayudaban a comprenderlo y ni hablar de sus preciosos ojos azules, siempre iluminados y curiosos, atentos a cualquier movimiento. Había llegado a la conclusión de que Louis era una persona hermosa, inocente, un poco caprichoso, demandante, atrevido, juguetón y divertido; podía llegar a ser de lo más dulce cuando se lo proponía, muchas veces bastó de un sólo comentario para derretirlo por completo.

El resto de la semana pasó sin prisa, no sabía si estaba viviendo el mismo día o el reloj avanzaba irremediablemente lento. Tal vez el tiempo le estaba brindando una oportunidad de pensar a fondo la situación, siendo totalmente sincero no sabía qué hacer, por un lado al fin había terminado su investigación por lo que el nivel de estrés estaba regulado por primera vez en su vida luego de tanto tiempo; a veces pensaba que quizás Louis se había ido en un buen momento, entre los juegos, el desorden y las exigencias del conejo, su trabajo de investigación se había alargado lo suficientemente como para que le llamara la atención el director de la facultad, siempre había sido alguien ejemplar, sin embargo, su ritmo de trabajo durante las últimas semanas dejaba mucho que desear.

La semana avanzaba y para cuando estaba a punto de perder la razón había llegado el día viernes, había dormido poco y mal, hubo días en los que juraba haber perdido el sentido del gusto, pues cada bocado de comida sabía igual al anterior, sin importar qué estuviera comiendo ya nada le sabía igual, ni siquiera podía diferenciar un sabor de otro, o el día en que vivía del que no.

La Regla De Los 3 MesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora