Final 2/2

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La nueva y la vieja historia de un conejo

Louis había accedido a ser visitado por Harry el resto de la semana, el rizado iba directo a la cafetería después del trabajo. Las cosas en su vida parecían haber mejorado. Le iba bien en el trabajo, notaba a Louis más lindo y pleno. Se sentía feliz, juraría que la paleta de colores en su vida había cambiado desde que encontró a Louis, acordaron ir poco a poco y eso hicieron.

Respetó la nueva autonomía de Louis, se había enterado de que vivía a unas calles de la cafetería, Mónica, su compañera de trabajo, le había recomendado dicho apartamento disponible, que casualmente estaba a lado del suyo. Hablaron sobre Mónica, quien ahora era su amiga, ambos habían huído de casa en busca de algo propio y habían hecho buenas migas luego de aquella charla. El conejo le había hablado sobre su relación con Harry y un poco de su pasado, la rubia lo había apoyado siempre y secó sus lágrimas cuando Louis no podía más y quería correr a los brazos de Harry. Le ayudó a estar en paz con sus emociones, le repitió una y mil veces que no era su culpa y que estar esperando un hijo de su novio no tenía nada de perjudicial, le explicó que si Harry realmente lo quería como decía, estaría más que feliz de saber que tendrían un nuevo integrante en su familia.

Habían vuelto a ser una pareja, con la condición de que tendrían la oportunidad de conocerse más. Louis quería saber todo de la vida de Harry en Inglaterra, y Harry quería saber más sobre Louis y su misterioso pasado.

La primera vez que fue a verlo después del trabajo; le llevó un ramillete de lindas amapolas rojas, el conejo se puso muy feliz. Fue la primera vez que Louis agradeció el gesto con un beso casto en la mejilla de Harry, para después sonrojarse, sus mejillas se tiñeron de carmín y sus labios luchaban por contener una bella sonrisa que mostraba sus dientes y formaba arruguitas a los costados se sus ojos.

El tema de ser padres se había vuelto algo normal y recurrente a la conversación, en un inicio Louis evitaba el tema a toda costa, sintiéndose culpable por no poder decirle nada antes de irse, además de que creía haberlo arruinado todo. Harry le juró una y mil veces que no estaba molesto por ello, que por el contrario le entusiasmaba la idea de ser padre y poder volver a Inglaterra para presentarlo con su familia. Le pidió que dejara de preocuparse por ello. Louis tenía cuatro meses en estado y el rizado veía imperativo consultar a un médico y más tratándose de un caso tan especial como el de su novio. El conejo se mostró renuente a ello, dijo que tendría que ser una persona leal y discreta que mantuviera el nacimiento de su hijo y su condición en secreto, lo cual sería difícil ya que tenía miedo a ser expuesto al mundo como un fenómeno o un experimento de laboratorio.

Fue un tema complicado por mucho tiempo, el conejo siempre terminaba enojado, a veces gritando y pidiéndole que se fuera, o terminaba llorando de frustración quejándose por la hinchazón y el dolor de sus pies. Pasaron varios días hasta que Louis se rindió y Harry consiguió ayuda entre sus amigos de la universidad. Había hablado con algunos amigos de Inglaterra y Scott, quien fue uno de sus más grandes amigos (y la actual pareja de su hermana) le comentó sobre su labor como médico. Harry tenía un plan y esperaba poder llevarlo acabo con éxito muy pronto.

Louis seguía siendo alguien ingobernable, si bien había cambiado un poco en su manera de hablar, su esencia seguía intacta, seguía siendo caprichoso, divertido y demandante, se atrevería a atribuir la actitud cariñosa al embarazo, pero jamás lo admitiría en voz alta.

...

Estaba por terminar de impartir su última cátedra del día en la universidad, antes de poder ir a ver a Louis. El conejo lo llevaría a conocer su apartamento finalmente. Lo había llevado a su edificio, pasaban tiempo en el auto del rizado antes de que Louis pudiera entrar a su apartamento.

La Regla De Los 3 MesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora