Capítulo 1: Lazos de sangre

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Sur de Italia

Habían pasado 10 años desde que había estado por última vez en este palacete. Nunca había sido de mi agrado la vida en sociedad.
Por ese motivo, me había mantenido alejada del mundo durante una década.

No llevaba ni diez minutos esperando en aquel inmenso hall cuando ya echaba de menos mi tranquila y solitaria vida en la montaña.

El sonido de unos pasos acercándose me sacaron de mis pensamientos y dirigí la mirada hacia el lugar donde procedían esos pasos.

-Disculpe la espera, señorita - Un hombre de mediana edad, me dirigió una leve sonrisa como disculpa. -Soy Pol, el mayordomo, señorita. Su hermana la espera. Sígame, por favor.

El mayordomo giró sobre sus talones y empezó a caminar a paso ligero. Tuve que apretar el paso para seguirle y no perderme en ese laberinto de pasillos. Había olvidado lo grande que era el palacete de la familia de mi madre. Me pregunté un tanto preocupada si sería capaz de salir de ahí, sin perderme.

Unos minutos después de largos pasillos, el mayordomo abrió una enorme puerta de roble con bellos dibujos florales tallados en ella. Le agradecí que me sujetara la puerta para pasar sin apartar la vista de la escena que se mostraba ante mi. El hombre cerró la puerta tras mi paso.

Las paredes de la estancia estaba decoradas con retratos de mi familia a lo largo del tiempo. Mi vista fue directamente al retrato de una bella joven de largos rizos dorados que enmarcaban un bello rostro con labios rosados y hermosos ojos turquesas. En la parte inferior del retrato se podía leer en una chapita "Catalina Benelli" -«Madre...»-

-¡Sofía! ¡Al fin has llegado! ¡Te has convertido en una hermosa joven! - una atractiva mujer un poco mayor que ella, la abrazó. - Aitana... - le devolví el abrazo y sentí una punzada de dolor en el pecho. Aitana era el vivo retrato de nuestra madre.

- Recibí tu mensaje donde me pedías que viniese lo antes posible. ¿Qué es eso tan importante que necesitas decirme en persona? - Aitana y ella a lo largo de los años habían continuado en contacto aunque la correspondencia entre ellas, con el paso de los años, había disminuido en frecuencia.

Aitana sonrió a medias, me agarró del brazo suavemente y me pidió que la siguiera hasta salir a un hermoso jardín lleno de hermosas rosas rojas.

Aspire hondo el agradable aroma de las rosas y le supliqué con la mirada a mi hermana si podía coger una. Ella sonrió y asintió. Con cuidado de no pincharme con las espinas, arranqué la rosa del arbusto y aspiré profundamente.

Aquel olor me trajo el recuerdo del bello rostro de mi madre. Mi madre amaba aquellas rosas y mi hermana había cuidado con esmero aquel jardín en memoria de ella. No me di cuenta que una lágrima se deslizaba por mi mejilla, hasta que mi hermana con suavidad me la secó con su mano y me abrazó. - Yo también la echo de menos, hermanita - suspiró con tristeza. - Me hubiese gustado tanto que estuviese aquí con nosotras, ahora.-

- Aitana, ¿Qué es lo que sucede? - no pude ocultar la impaciencia en mi voz. Aitana caminó hasta el centro del jardín donde había una fuente de piedra con la estatua de una ninfa. Se sentó en un banco de piedra y dando unas palmadas a su lado me pidió que me sentase junto a ella.

-Sofía, sabes que hace cinco años mi amado esposo falleció. - Sus ojos se llenaron de lágrimas al recordarlo. - Pensé que nunca volvería a amar a nadie. Los días pasaban y me sentía profundamente sola y desesperada. - Una punzada de culpa me atravesó, cuando más me necesitó y no estuve junto a ella. Le sonreí tristemente.

- Hace un par de meses un hombre apareció aquí, buscaba información. Le invitamos a quedarse el tiempo que necesitase hasta encontrar lo que buscaba. - Aitana tragó saliva nerviosa. - Por favor, Sofía, no me juzgues. Pero me he enamorado de ese hombre. - La mire sorprendida, no porque se hubiese vuelto a enamorar, sino porque tuviese miedo a que yo la juzgará... Yo, la persona más inestable y rebelde de la familia.

No lo pude evitar, y empecé a reírme a carcajadas. - Aitana me miraba confusa, no sabía si enfadarse o reírse. - Me alegro muchísimo por ti hermana, me hace muy feliz que vuelvas a sonreír. - La abracé con fuerza, mientras las lágrimas que caían por las mejillas de las dos eran de felicidad.

- ¡Vaya, vaya! Espero no interrumpir un momento tan emotivo. - Me separé de mi hermana para ver de quién era esa voz grave y suave.

Un hombre alto, muy alto y musculoso nos miraba con una amplía sonrisa. Su cabello blanco le llegaba hasta la cintura. Debí de quedarme con cara de pasmada porque se acercó y me dio una palmadita en la cabeza. Sin darme tiempo a reaccionar por su gesto, extendió la mano - Señorita, soy Aldebaran de Tauro, un placer conocerla al fin. Aitana me ha hablado mucho de usted. - Hice una mueca. Todavía no sabía si molestarme por su palmadita en la cabeza o porque Aitana hubiese hablado a ese desconocido de mí.

- Sofía Benelli, el gusto es mío, señor Aldebaran. - Sonreí y estreché la mano que me ofrecía. - Curioso nombre... Aldebaran, es el nombre de la Estrella más brillante de la constelación de Tauro. - La sonrisa que me dedicó era cálida. - Así es, Sofía. ¿Puedo tutearte? - Asentí con la cabeza. - Llámame sólo Aldebaran. - Asentí de nuevo.

Levantando a mi hermana del banco de piedra, se inclinó para besarla y abrazarla. Cuando se separaron, mi hermana estaba igual de roja que las rosas del jardín. - ¿Cuando es la boda? - Los dos me miraron y se rieron. - Dentro de una semana - contestaron al unísono.

Tuve que volver a sentarme de la impresión. Había dicho aquello bromeando, y resulta que si se iban a casar.

Mi hermana me levantó y me arrastró dentro del palacete, mostrándome todo lo que tenía preparado y riendo feliz. Aldebaran nos seguía de cerca con una amplía sonrisa. Me giré para mirarle y me guiñó un ojo. Sonreí feliz, aquello prometía ser un nuevo inicio...

**Las imágenes multimedia aquí publicadas no me pertenecen. Créditos a sus respectivos autores. **

Más allá del tiempo [Saint Seiya: TLC] [FINALIZADO] #FL2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora