Capítulo 23: Trazos del destino

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*Ombos, Egipto*

Seth miraba el cuerpo de Sofía sobre el altar. Sus planes no estaba saliendo como los había ideado, pero no estaba del todo contrariado. Lo que si le molestaba infinitamente era la mortalidad de Sofía. Al hacerle daño creyó que se regeneraría como siempre. Pero su sorpresa fue enorme al ver a la mujer agonizando y no sanar. Aquello había sido una broma de mal gusto. Se vio obligado a ir a la Tierra con ella, sino ella moriría en el Inframundo.

Ombos era el único lugar dónde él podía permanecer en la Tierra, aunque no por mucho tiempo. Aquel lugar sagrado había sido levantado hace miles de años por sus seguidores. Ahí había tenido lugar la gran batalla entre Horus y él. Añoraba los días dónde contaba con el favor de Ra.

Seth tocó el rostro de la mujer. Cómo podía un ser tan hermoso ser tan letal y frágil al mismo tiempo. El dios era muy consciente del porqué de la existencia de la joven. Todo habría sido más sencillo si la hubiese matado desde el principio.

Pero él quería vengarse de Isis y Horus, quería que el arma que con tanto cuidado habían creado para destruirle se volviese contra ellos.

Ya no podía usar la violencia para doblegar a la semidiosa, tendría que idear otro plan.

*Palacete Benelli, Italia*

Sage había tenido un mal presagio y mandó a Aspros en busca de Sofía y Sísifo.

Aspros al entrar en la casa vio a Sísifo inconsciente y a Aitana llorando abrazando a Egan. En ese momento temió lo peor al no ver a Sofía. Recorrió la casa gritando su nombre. Aldebaran lo detuvo y trató de explicarle lo que había sucedido. Aspros furioso empezó a destrozar la habitación.

Sísifo volvió en sí, Aspros lo abrazó con fuerza. Tenían que regresar al Santuario, cogió a Egan y se echó al hombro a Sísifo.

Aldebaran quería ir con ellos, pero Aspros lo detuvo. Era mejor que se quedase y protegiese a Aitana por si Seth volvía.

*El Santuario, Grecia*

Sísifo furioso daba vueltas en la sala del Patriarca. Egan estaba dormido en brazos de Alana. Aspros lo miraba triste. La ira lo devoraba por dentro. No era el momento de buscar culpables, pero estaba resentido con Sísifo por no dejarle acompañarlos. Dejó caer los hombros, seguramente no habría podido hacer nada tampoco si hubiera estado ahí.

El Ejército de Seth estaba asolando todo lo que encontraba a su paso. Todos los caballeros y aspirantes estaban evacuando todas las zonas habitadas y llevándolos al Santuario. Los Caballeros Dorados dirigidos por Dohko de Libra estaban apostados en todo el perímetro del Santuario, para impedir que un solo espectro entrase.

El Patriarca y Dègel de Acuario entraron rápidamente en la sala, habían estado días encerrados en la Biblioteca de Star Hill. -Ya lo tenemos.- Sísifo y Aspros miraron sorprendidos al Patriarca.

Sage cogiendo aire y mirando a Degel. - Hay una leyenda, donde Atenea ayudó a Perseo a matar a la Górgona Medusa. Para ello le entregó una espada, el Harpé, una espada con una pequeña hoz antes de llegar a la punta. El mito dice que fue forjada en tiempos de los Titanes. Cronos la usó para castrar a su padre Urano. Se la considera una de las armas matadioses más poderosas de la Humanidad.

-¿Dónde se encuentra esa espada matadioses? -Sísifo miraba con un brillo de esperanza a Sage. - Dègel se adelantó. -No estamos seguros, se barajan varias ubicaciones. Puede que esté en Títreas en Libia o en las islas Górgades en el Mar Etíope.

Aspros y Sísifo se mirando el uno al otro. Estaba claro que uno iría a Libia y el otro a las Islas Górgades.

Pero había alguien más que había escuchado la conversación escondida en las sombras. Espero a que los hombres abandonasen la sala y corrió hasta el Templo. El resto de Vestales la saludaron al pasar. Salió por una pequeña puerta que había en la pared del Templo y llevaba a los calabozos. Aquel sitio no había sido usado en cincuenta años. Arrodillándose cortó sus muñecas y dejando que la sangre cayese en un cuenco de oro rezó llamando al dios de las Tinieblas.

Más allá del tiempo [Saint Seiya: TLC] [FINALIZADO] #FL2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora