Reino de los Muertos
Desperté de repente. El aroma a incienso era intenso. La sapuris de mi padre estaba a los pies de la cama en la forma de un Fénix Negro.
Cada centímetro de mi cuerpo estaba cubierto por vendas de lino. La habitación estaba decorada con telas de seda en tonos rojos y dorados. Sólo había una cama de oro en el centro de la habitación, las patas tenían talladas serpientes enroscadas.
Me levanté y caminé por la habitación. Retiré todas las vendas de mi cuerpo y me maravillé de no tener ni una sola marca en mi piel de la tortura sufrida por aquellos espectros.
A los pies de la cama había un vestido largo de satén rojo oscuro con cordeles de oro para la cintura y broches con serpientes en los hombros. Me vestí y salí de la habitación. Un pasillo con paredes de piedra se extendía hasta una puerta de oro de tamaño desproporcionado.
La puerta se abrió en cuanto la toqué. Una sala con paredes bañadas en oro apareció ante mí, estaban llenas de jeroglíficos del Antiguo Egipto.
Al final de la sala había un trono de oro con un disco solar tallado en su respaldo. Me acerqué a verlo mejor.
-Veo que ya has despertado. -Me giré sobresaltada al oír la voz a mis espaldas. Junto a una de las paredes había un hombre alto, bien parecido con piel aceitunada y largos mechones negros con cuentas de oro. Sus ojos eran de un violeta oscuro con chispas rojas. Su belleza era tan aterradora como la energía que emanaba su cuerpo. Vestía una túnica corta de color zafiro. Sus brazos estaban adornados con brazaletes con un chacal en el centro.
-Siéntate, no temas. Si quisiera que murieras, ya estarías muerta. -No podía moverme, jamás un miedo tan atroz me había atravesado.
Cogió mi mano y la acercó a sus labios mientras me atravesaba con su mirada. Subió los escalones hasta el trono y se sentó de forma relajada sin apartar los ojos de mí. -Eres mucho más hermosa de lo que imaginé. ¿Con que nombre te llaman?... ¡Contesta! -Retrocedí ante su atronadora voz.
Empecé a caminar hacia atrás sin apartar la vista de él. Él apretó los dientes y con un gesto de su mano me lanzó contra la pared. -¡Eres igual de insolente que tu madre! No me hagas repetir la pregunta o sufrirás un dolor insoportable. -Se había levantado y con una mano me alzó del suelo, acercándome a él, sonrió. Pasó su lengua por mi mejilla. -Podría poseerte aquí mismo mientras sufres una agonía.-
Tragué saliva. -"Sofía". - Riéndose me cogió en brazos y me sentó en su regazo en el trono de oro. -¿Ves cómo no costaba tanto? Con qué Sofía.... Ummm. Tu madre tenía un gran sentido del humor. Siempre fue la más lista de todos nosotros. Sofía en griego significa sabiduría, diosa de la sabiduría y madre de la creación como Asherah.-
Se tocó el mentón pensando. Su mano abrió la abertura de mi vestido y acarició mi muslo. -Me pregunto cuántos mortales habrán profanado tu cuerpo divino. -Un nudo se formó en mi garganta al recordar a Aspros y mi última noche con Albafica en el Santuario. -No importa, eso lo podemos arreglar. Pero antes deseo probar tu cuerpo.
Me tiró al suelo y rasgó mi vestido dejando mi cuerpo desnudo. Intenté levantarme pero me golpeó tan fuerte que me rompió el labio inferior y caí de espaldas. Se subió encima mía y me besó. Me metió la lengua tan al fondo que no podía respirar. Sus manos arañaban mis pechos provocando un dolor lacerante.
Sus labios liberaron mi boca y pude coger aire antes de gritar de dolor. Sus dientes se clavaron en mi cuello y la sangre brotaba a borbotones. Su mano se transformó en una garra y me atravesó el abdomen. -Tu carne y tu sangre me pertenecen. Sacaré todo rastro de Isis de tu interior. ¡Eres mía!- Seth miraba mi cuerpo ensangrentado.
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Más allá del tiempo [Saint Seiya: TLC] [FINALIZADO] #FL2020
Fanfiction50 años después de la Guerra Santa... Los caballeros de oro del S. XVIII han resucitado, desconocen el motivo, pero no pararan en su empeño de defender y proteger a la humanidad tal y como Atenea siempre ha deseado. Sofía intentará por todos los med...