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Jorge


—Sí, ahora. Dime, Toño —le indico, sentándome en una de las mesas del despacho.

—Hay noticias, Jorge. Me acabo de enterar y creo que debes saberlo cuanto antes —me anuncia.

Y por su tono parece incluso emocionado.

—Si te han vuelto a ofrecer trabajo los de Johnson, yo no pienso subirte otra vez el sueldo en este año, Toño; ya van tres veces y...

—No es eso —me corta—. Sí va del bufete de los Johnson pero no es por mí. A Smith le ha llegado una información que, de ser cierto, sería...

—Toño, por favor, al grano.

—¿Has visto estos días las noticias?

—¿Sobre qué?

—El virus que está afectando a una parte de China.

—Sí, pero, ¿eso qué tiene que ver con los de Johnson?

—Jorge, el virus —vuelve a cortarme.

—El virus, ¿qué?

—En el bufete de Johnson acaban de avisarnos de que hay alguien infectado. Uno de sus clientes había venido a Londres hacía unos días. Esta semana supieron que el abogado que trató con él tenía también ese virus.

Y en ese momento algo se empieza a conectar en mi cabeza. Trato de calmarme y pensar que estoy exagerando pero...

—Toño, ¿sabrías decirme qué medidas han tomado los de Johnson?

—¿Medidas? —y parece sorprendido—. Pues no sé... mandarle a casa imagino. Pero lo importante es que esto significa que llevamos ventaja con respecto al caso por el que competíamos. Y eso puede hacernos ganar una cantidad de...

—¿No han cerrado? —le interrumpo.

—¿Qué? ¿Cerrar? —pregunta perplejo.

—Es un virus desconocido. Eso significa que...

—Es una pequeña gripe, Jorge...

—Toño, ¿quién llevaba el caso contra los de Johnson?

—Creo que Jane Masterson.

—¿Cómo se encuentra?

Escucho a Toño aguantar una carcajada.

—Jorge, ¿estás bien?

Creo que sí, que ahora sí que estoy bien. Al menos, sé lo que me estaba quitando el sueño. Sabía que algo pasaba y puede que fuera esto.

Toño estaba hablándome por teléfono cuando algo hace que su voz se ralentice hasta detenerse por completo.

—¿Toño? ¿Sigues ahí?

Pero no se escucha nada. Me separo el móvil de la oreja y lo observo unos segundos. La llamada se ha detenido. Es decir, sigue en llamada pero el contador de tiempo...

Levanto la mirada y ahí están de nuevo. Esa pareja de aquella vez, la que me advirtió de algo que iba a suceder y por ello salvaron mi vida, todavía no comprendo bien cómo. Están frente a mí, con rostro serio.

Es ella la que toma primero la palabra.

—Es ahora —dice—. Ahora es cuando todo empieza, en este presente.

—¿Es esto por lo que aparecisteis cuando...? —pregunto.

Se miran entre ellos y vuelven a dirigirse a mí.

Resist (with love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora