XXVI

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Laura


—Ya está. Hecho —sentencia mi marido entrando al comedor en donde el resto ya estamos desayunando.

—¿Ya van a venir?

Se sienta a mi lado, dándome un tierno beso en los labios.

—Dos horas me ha llevado pero sí, he conseguido que vengan mañana mismo con todas las pruebas.

La gente empieza a preguntar si son pruebas que duelen, si van a tardar mucho en darnos los resultados y cientos de cosas más. Jorge contesta a todos con esa calma de tranquilo letrado que tiene para explicar cualquier situación, por muy complicada que sea. Es buen profesor y se le nota, porque en pocos minutos todos quedan más tranquilos que antes.

Le doy un nuevo beso como recompensa.

—Luego tenemos que llamar a los empleados —le recuerdo en cuanto el resto vuelve a sus propias conversaciones.

Jorge pone cara de agotamiento, haciéndome reír.

—Eso va a llevarnos más de dos horas —se queja.

—Pero es necesario que se lo digamos a todos ellos.

—Lo sé, lo sé...

Comienza a servirse unas pocas blueberries al lado de sus tortitas, empezando así a llenar su plato con un delicioso desayuno escocés que tiene a todo el mundo más que fascinado estos días.

—Además, es para dar buenas noticias en realidad.

—Por ahora —puntualiza.

—Todo va a salir bien —le animo, cogiendo su mano y besándosela.

Él me mira al notar mis labios en su fuerte mano y sonríe con ese gesto, repitiéndolo ahora él en la mía propia.

—Podemos permitírnoslo, ¿verdad? —pregunta, queriendo que le reafirme para despejar sus miedos.

Y es que hemos decidido que todos los empleados de nuestras empresas van a teletrabajar hasta nuevo aviso. Hay algunos países como Francia y España que ya están pensando una especie de confinamiento y nuestros empleados empiezan a ver la situación con verdadero miedo. Tenemos que hablar con ellos para transmitirles calma y asegurarles que van a estar protegidos durante todo el tiempo que dure esta situación, tanto su salud como su economía. Ya que va a ser difícil el confinamiento, hemos decidido ingresarles a todos una sustanciosa extra para proporcionarles algo más de calma. Es un gran desembolso, sí, pero si ellos van a hacer un gran esfuerzo, qué menos que nosotros también lo hagamos, ¿no? Así que esta misma tarde empezaremos a realizar las videollamadas a todas las empresas, esperando poderles transmitir una calma que es muy necesaria en esta situación, aparte de explicarles las nuevas líneas de negocio que vamos a implantar en cada empresa para no tener que paralizar la actividad. Además, se les ayudará en todo momento con cualquier circunstancia que les vaya surgiendo.

O eso esperamos.

—Todo va a salir bien —le repito a mi marido, que de nuevo suspira, sonriente.

—Normalmente eso lo digo yo —me recuerda con su hermosa media sonrisa.

—Salvo cuando eres tú quien necesita que se le diga.

Esa media sonrisa se agranda hasta que sus labios optan por posarse sobre los míos, contagiándome su repentina alegría.

Nuestro beso se ve interrumpido por alguien que corre en este momento a nuestro lado, saliendo con rapidez del comedor. Todos se han quedado en silencio y buscamos el hueco que ha quedado vacío para saber quién se ha ido tan apresuradamente.

Resist (with love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora